INTRODUCCIÓN
Este viaje lo hemos realizado dos adultos, una niña de 10 años y un niño de casi 8 en agosto del 2005.
El medio de transporte: un monovolumen Ford Galaxy desde Alicante hasta Dusseldorf, en Alemania, y desde allí, en viaje de ida y vuelta a Cabo Norte, una AC de alquiler Dethleffs 5841I Advantage.
El recorrido de 11895 Km.: Alicante – Francia – Luxemburgo – Alemania -Dinamarca – Suecia – Finlandia – Noruega – Suecia – Dinamarca – Alemania – Francia – Alicante.
AGRADECIMIENTOS
Gracias a quienes han compartido sus viajes y experiencia con nosotros, permitiéndonos conocer sus relatos a través de una página web o contestando nuestros correos. Muy especialmente a Toni de Ros y la página: Viajar en autocaravana, Pepe Hermes y El Marqués. Sin ellos quizá no hubiésemos podido llevar a cabo esta magnífica experiencia.
PROYECTO DE VIAJE
Nuestra pasión por Noruega nació hace muchos años unida a nuestra afición a viajar en moto. Aunque recorrimos algunos países de centro-Europa, nunca conseguimos llegar hasta Cabo Norte con ella, por falta de tiempo durante nuestras vacaciones para un recorrido tan largo. Por eso, en 1992 decidimos realizar un viaje organizado que nos llevara por fin al mítico Cabo Norte. Cuando toda España estaba pendiente en la tele de las olimpiadas de Barcelona, nosotros andábamos rumbo a Noruega por vez primera para realizar un viaje de recorrido muy similar al que voy a describir en este relato.
Años después, cuando ya no éramos sólo una pareja sino una familia de cuatro. Cuando ya no viajábamos en moto, sino en monovolumen, nos planteamos volver a Noruega y compartir esta maravillosa experiencia con nuestros hijos. Nos llevó más de dos años animarnos a emprender este destino, ya que nuestro modo habitual de alojamiento por otros países de Europa era alquilar una casa y aquí no nos era útil. Nos volvíamos locos mirando una y mil veces el mapa de Noruega, pero incluso pretendiendo abarcar únicamente la región de los fiordos, era difícil visitarla tomando como punto de partida una casa. Mil pegas: fiordos por todas partes en los desplazamientos, carreteras dónde los kilómetros no cunden y distancias muy grandes. Era un derroche de tiempo y dinero, además de un lío de horarios, intentar visitar estas regiones en etapas radiales de ida y vuelta, de un día de duración. Noruega es un país de ruta en el que hay que ir avanzando poco cada día y no retroceder. Por eso comenzamos después a mirar hoteles, pero nos resultaban absolutamente inalcanzables por sus precios y porque no dan ninguna facilidad para hospedar niños (al menos dos). Cuando por fin vimos la luz lo hicimos gracias a los relatos de quienes viajaron antes que nosotros y compartieron sus vivencias a través de la web. Por eso nos animamos a compartir hoy la nuestra, con la esperanza de que pueda ser útil a alguien.
El verano pasado (2004) nació nuestro segundo viaje por estas tierras, gracias a un relato leído, en esta ocasión centrado en la región de los fiordos. Llegamos a Noruega desde Dinamarca con el ferry Hirtshals-Kristiansand. Y recorrimos toda la costa hasta Alesund con nuestro coche, empapándonos de su exuberante naturaleza: fiordos, glaciares y cascadas… ”a lo grande”. Habíamos decidido emplear como medio de alojamiento las cabañas de alquiler en campings y el sistema funcionó bien. Las reservamos todas por Internet sin necesidad de pago a cuenta y no hubo ningún contratiempo con las reservas. Unas eran mejores que otras, pero todas aceptables. Ahora bien, aunque el viaje nos dejó una estupenda impresión en cuanto al país, paisajes y vivencias, también nos dejó con la sensación de haber vivido una agotadora experiencia. Aquello de “instalarse” y “desinstalarse” cada noche en una cabaña diferente, que además debíamos dejar limpia antes de salir nos resultó a los adultos extremadamente cansado.
Así llegamos a este verano del 2005 y a nuestro tercer viaje a Noruega: Viendo el entusiasmo con que nuestros hijos hablaban de Noruega a sus amigos y a la familia, la ilusión con que enseñaban las fotos y la pasión mal disimulada que comenzaban a sentir por este país, decidimos volver a visitarlo. Eso sí, ahora debíamos llegar a Cabo Norte… ”¿Cómo es eso mamá? ¿Realmente no se hace de noche?” El año pasado en el punto más al norte que alcanzamos apenas se vislumbraba algo de esta claridad, tras el atardecer, que no hizo sino despertar más nuestro anhelo de visitar las tierras del norte.
Como dicen que el tiempo lo borra todo, incluso el cansancio, ya andábamos dispuestos a reservar de nuevo cabañas en todo el recorrido y, allá por el mes de enero estaban todas elegidas y casi reservadas. Entonces comenzó la búsqueda de relatos en Internet y mira tú que casi todos eran de autocaravanistas. Después de ir leyendo varios, fue germinando en nuestra mente la idea de hacer el viaje en AC. Cuánto más lo pensábamos mas sentido tenía. Era el vehículo ideal para un viaje tan “de ruta”, dónde uno no tiene tiempo de establecerse mucho tiempo en ninguna parte con tanto para ver y tantos kilómetros por delante. Además, esos países escandinavos lo tienen todo para viajar fácil en AC: mil bonitos rincones dónde parar sin más, seguridad para hacerlo incluso totalmente sólo, instalaciones para vaciado-llenado… ¡Solo faltaba encontrar la AC!
ALQUILAR LA AUTOCARAVANA
En España quedó descartado alquilar la AC porque nos salía muy caro. Comenzamos a buscar en Internet y surgió una empresa americana llamada Ideamerge http://www.ideamerge.com/. Encontramos puntos de alquiler en diversas ciudades de Alemania, Suecia, Noruega y Finlandia (entre otros países).
En rasgos generales las más baratas son las de Alemania, pero no te la llevan al aeropuerto. En el resto de países citados son más caras, pero sí te las llevan. En todos ellos se encarece el alquiler si la devuelves en una ciudad diferente a dónde la recogiste. Además, hay temporada alta, media o baja según las fechas y un descuento cuando el alquiler es por un gran número de días.
Nosotros barajamos la posibilidad de ir en avión hasta alguna de las ciudades de alquiler de Escandinavia (dadas las ofertas en vuelos que se pueden encontrar puede resultar una opción interesante si no se dispone de suficientes días y no es necesariamente más caro que subir hasta allí en el coche) pero rápidamente fue una opción descartada, principalmente porque no nos hacía tanta ilusión aparecer allí de pronto con el avión. Esta vez queríamos llegar hasta Cabo Norte desde casa por nuestros medios, saboreando la experiencia día a día. Disponíamos de tiempo suficiente y los kilómetros no eran un impedimento porque a todos nos encanta viajar. Además, llevando nuestro coche podíamos cargar con todo aquello que considerásemos oportuno para mayor comodidad, sin tener que limitarnos a lo estrictamente necesario.
Elegimos Alemania como lugar de alquiler y en sólo día y medio estábamos allí con nuestro monovolumen cargado “a tope”.
El alquiler con la empresa Ideamerge a través de Internet no planteó ningún problema. Eso sí, el pago total se realiza con antelación, con tarjeta de crédito.
Unos consejos de alquiler:
- Cuanto más al norte en Alemania la temporada baja comienza antes y podéis disponer de mejores precios.
- Si vais a viajar a Escandinavia donde hay tantos ferrys, puentes y túneles de peaje, la tarifa depende de la longitud del vehículo. Por lo tanto, si viajáis sólo cuatro personas o menos, igual os compensa alquilar una que no exceda de 6 metros
- Si queréis alquilar directamente en Alemania la web es: http://www.mcrent.de/
PREPARATIVOS
Respecto al alojamiento además de alquilar la AC y reservar el hotel en Francia para el día de subida y de bajada, poco más había que hacer. Una considerable reducción de trabajo respecto al viaje del año anterior.
Eso si, nos hicimos con la guía oficial de campings de todos los países Escandinavos solicitando cada una de ellas en la oficina de turismo o consulado en España. Se pueden consultar también en Internet:
Nos preocupaba especialmente el tema de vaciados-llenados y realmente en este sentido no encontramos gran cosa salvo la experiencia de quienes habían estado allí.
Respecto al Seguro médico debe ser suficiente con solicitar en las oficinas del INSS, antes de partir, la tarjeta sanitaria europea que tiene un año de validez y te la dan en el momento de su solicitud llevando únicamente tu cartilla sanitaria española. Nosotros esta vez optamos por hacernos además un seguro médico privado por la magnitud del viaje. Creo que puede ser muy recomendable un seguro de viaje que incluya cancelación del mismo ya que el importe de alquiler de la AC es alto y se paga con bastante antelación. ¡CUIDADO si se desea reservar uno de estos seguros! porque ha de hacerse más o menos a la vez que se reserva la AC. Si han pasado unos días desde el pago del viaje (en este caso de la AC), ya no puedes hacer seguro de cancelación. Nosotros hicimos un Seguro Asistencia Plus con Intermundial Seguros http://www.intermundial.es/ y aunque os puedo decir que la relación entre coberturas-precio respecto a otras compañías era buena, no os puedo decir si responden porque por suerte no tuvimos que hacer uso alguno de sus servicios.
Respecto a la información turística, mapas, guías,…disponíamos de los folletos que nos habían enviado desde la oficina de turismo o consulado de cada país en España, previa solicitud (especialmente útil el folleto en inglés guía de transportes ya que contiene todos los horarios y tarifas de ferrys interiores en Noruega), las guías de ANAYA: GUIA TOTAL de cada país y la GUIA VIVA de Noruega, itinerarios de los folletos de agencias de viajes que nos servían como referencia y, sobre todo, los relatos de experiencias citados al principio. Estos últimos han sido los más útiles.
A través de Internet obteníamos sobre todo horarios y precios de museos. La mayoría de ellos disponen de una tarifa familiar que resulta más económica. Aquí tenéis algunas direcciones de interés para la preparación del viaje:
Como mapa de carreteras llevábamos el altas “Skandinavien” de la editorial Freytag & Berndt en escalas 1:250.000 y 1:400.000, además del mapa general de cada país que nos enviaron con los folletos turísticos y los planos de las ciudades más importantes y para Francia el Atlas de carreteras Michelín de escala1:200.000.
Respecto al equipaje comenzaré por la ropa. Os aconsejo que sea cómoda, de tipo deportivo o similar ya que son países fundamentalmente de naturaleza, poco urbanos y, aun en las ciudades, la gente en general viste de un modo más bien informal. Imprescindible calzado y ropa impermeable si no queréis que la lluvia os impida ver algo. Nosotros llevábamos botas de montaña, chubasqueros y pantalones impermeables, y os aseguro que nos fueron útiles en más de una ocasión.
No descuidar además la ropa de abrigo. En Cabo Norte llegamos a los 6º que con viento parecían menos. Hicimos uso de gorros y guantes y, para no tener que llevar más chaquetones, fueron muy útiles unos forros polares bajo las chaquetas impermeables.
En el sur del país era suficiente un vaquero y una camiseta de manga corta llevando siempre a mano el chubasquero.
Respecto a la comida nos llevamos prácticamente de todo porque ya sabíamos que en Escandinavia los restaurantes ni tocarlos y, aún el supermercado, cuanto menos mejor. No sólo por los precios tan altos sino por la rareza de los productos.
Imprescindible el aceite, pero muy aconsejable todo lo demás. Nosotros además de una gran variedad de productos precocinados enlatados, arroz, pasta, conservas vegetales, huevos… llevábamos carne congelada en una nevera eléctrica y, aunque llegó a Dusseldorf descongelada, o hizo en perfecto estado de frescura y enseguida pasó a la nevera de la AC. De gran ayuda jamón, salchichón y otros fiambres envasados al vacío junto a algún queso. Además de una caja de leche llevábamos otra de leche en polvo (por aquello del tamaño), latas de coca-cola (que allí son muy caras y más aún la cerveza para quien tenga costumbre de tomarla), la fruta en forma de melón, sandía y enlatada para cuando se agotase la fruta en piezas. Pan tostado, bollería, frutos secos y…. ¡mil cosas más! Puedo deciros que me tomé mi tiempo en planificar la lista modificando y perfeccionando la del año anterior en base a la experiencia y me funcionó de maravilla. Prácticamente sólo compramos el pan y algo de fruta en la segunda mitad del viaje.
Con niños muy aconsejable llevar la GameBoy, música y, si se puede disponer de él, un DVD portátil con una buena selección de películas para las etapas más largas. Tampoco van mal los juegos de mesa para algunas veladas familiares.
Llevamos de casa las sábanas, almohadas y, como manta, los sacos de dormir abiertos que fueron suficiente. También llevamos mesa y sillas de camping pero no las utilizamos ni un solo día, en ocasiones por falta de tiempo, pero la mayoría de las veces porque el clima no invitaba a ello.
Respecto a la mecánica nosotros no llevamos casi nada ya que la empresa de alquiler te proporciona lo necesario. Únicamente trasladamos las herramientas y linterna de nuestro coche y, eso sí, llevábamos un ladrón para multiplicar las tomas de luz ya que las escasas noches que pasábamos en camping debíamos emplearlas en recargar los mil y un aparatos eléctricos. Un aspecto en el que nos falló el abastecimiento mecánico de la AC fue en el tema de conexión a la toma de luz de los campings. La alargadera que nos proporcionaron estaba pensada para un enchufe redondo de “tres pinchos” y únicamente disponía de ese tipo de enchufe el camping de Estocolmo. Los demás tenían enchufes tradicionales y no podíamos usar la alargadera, tan sólo el cable que se conecta a la AC y que tenía apenas un metro y medio, lo que nos provocó algún inconveniente en varios campings. (La próxima vez llevaremos una alargadera de casa por si acaso).
GASTOS
Aunque a lo largo del relato incluiré gastos orientativos de los ferrys, museos, campings, etc…creo que os ayudará más disponer de una descripción general de los gastos que os pueda ayudar a elaborar vuestro propio presupuesto, especialmente los de gasoil, ya que las tarifas varían de un año a otro y el consumo de gasolina de cada vehículo puede suponer una diferencia considerable.
Otro factor que marca diferencia de un año a otro es el cambio de divisas. Nosotros hicimos un presupuesto inicial calculando el cambio de la corona noruega (NOK) a 8’5, que fue lo que nos costó el año pasado. Este año estaba escasamente a 7, y eso encareció todo el presupuesto.
Gasoil.
Como el gasoil cambia tanto de precio de un año a otro, lo más útil es que os deje este buscador de tarifas, así podréis actualizar la información. Lo que si os dejaré son algunos consejos.
Teníamos siempre presente el llenar el depósito antes de entrar en un país donde la gasolina es más cara y, por el contrario evitábamos repostar o en su caso poníamos los litros imprescindibles cuando íbamos a entrar en un país donde el gasoil es más económico (la diferencias son considerables).
En Francia intentad llenar el depósito fuera de la autopista y preferiblemente en las gasolineras de centros comerciales tipo Carrefour, Champión…(Aprovechando la salida a ciudades para pasar la noche).
En Noruega el gasoil más caro lo encontramos en las islas Lofoten y Vesteralen. Intentad repostar antes de adentrarse en ellas.
Ferrys-túneles-puentes.
Encontraréis las tarifas en…
Hay billetes combinados del ferry Puttgarden-Rodbyavn con el puente Oeresund o con el ferry Helsingborg-Helsingor de la compañía Scanlines. Para este segundo trayecto hay una compañía más económica Hhferries,
En todos ellos es muy importante la longitud de vehículo. Yo había leído sobre los intentos de “engaño-soborno” a los cobradores por parte de los usuarios de AC y ya habíamos optado por no llevarlos a cabo, aunque la nuestra estaba cercana al límite ya que medía 6’20m. Ahora realmente creo que no es necesario ni siquiera intentarlo. Normalmente ni te preguntan, con un vistazo al vehículo te cobran, y casi siempre la tarifa que corresponde (en nuestro caso la de mas de 6m) pero de vez en cuando alguien te hace “la gracia” de cobrarte tarifa inferior sin necesidad de engaños y, bueno, ¡a nadie le amarga un dulce!
Un consejo que yo ya recibí antes de partir: Cuando debáis pagar en cualquier peaje id a la ventanilla manual porque en las automáticas a veces, por la altura del vehículo, os cobran una tarifa desorbitada, como camiones o autobuses. Nosotros lo vivimos en directo en una ocasión en la que desoímos este consejo. Menos mal que lo descubrimos a tiempo y nos abonaron la diferencia, pero nos hizo perder mucho tiempo.
Peajes.
Principalmente los peajes a tener en cuenta son los de la autopista de la costa en España y las autopistas francesas. Podéis obtener su tarifa actualizada en alguna de estas páginas:
El resto de países tienen las autopistas gratuitas exceptuando en Noruega algunos peajes a la entrada de las grandes ciudades y en la autopista que parte desde Oslo en dirección sur.
EL VIAJE DÍA A DÍA.
DÍA 1- DOMINGO 7 AGOSTO: MONFORTE DEL CID- BEAUNE 1296 Km.
Salida de Monforte de madrugada en dirección a Valencia por la carretera del interior, después tomamos la autopista de la costa dirección norte. Los niños van durmiendo en la parte de atrás de nuestro monovolumen. La primera parada, que aprovechamos para que se vistan y desayunen, la realizamos en un área de servicio cercana a Barcelona. Durante la parada tenemos ocasión de entablar conversación con los dueños de dos AC españolas, allí aparcadas, que parten en dirección a Grecia y con quienes compartimos en pocas palabras nuestros planes de viaje. Ante nuestra incertidumbre por la inexperiencia en el autocaravanismo, nos animan diciendo (con bastante acierto) que una vez que lo probásemos querríamos repetir. Tras el breve descanso, continuamos por la autopista en dirección a la frontera francesa. Poco antes de cruzarla llenamos el depósito de gasoil a sabiendas de que en nuestro país es más barato.
Paramos a comer en un área de servicio con gasolinera, poco antes de Montpellier que es realmente muy completa y, como ya vamos pensando en la AC que estamos a punto de recoger, nos fijamos en el espacio dedicado a estas. Está muy bien. Comemos en una agradable zona arbolada con mesas de pic-nic y grifo justo al lado. Eso si, con algo de viento, como viene siendo habitual en el sur de Francia.
Por la tarde realizamos otra parada cerca de Lyon, en un área de servicio dónde vemos por primera vez instalaciones para el vaciado y llenado de AC e incluso un “poste” con toma de luz que se paga con monedas en una máquina similar a las de la zona azul de las ciudades y cuyo precio depende de los minutos de conexión.
A última hora de la tarde llegamos a nuestro hotel en Beaune, previamente reservado a través de internet.
DÍA 2 – LUNES 8 AGOSTO: BEAUNE-MUNSTER 764 Km.
A primera hora de la mañana, después de pasar por un Champion donde llenamos el depósito de gasoil a muy buen precio, salida de Beaune en dirección a Luxemburgo. Poco después de incorporarnos a la autopista comienzan a aparecer carteles en francés, inglés y otros idiomas indicando a quienes se dirigían a Bélgica y Holanda un desvío por carretera cortada, pero no nombra nada de Luxemburgo y la información resulta muy confusa. Decidimos pues seguir la ruta prevista hasta que no nos dejen continuar. Sucede poco después de Metz y nos envian por carreteras secundarias, pero nuestro mapa es bastante bueno y no nos lleva mucho tiempo ni kilómetros extras entrar en Luxemburgo por una carretera diferente a la prevista. Como el desvío nos coge justo en la hora de comer y no hay áreas de descanso en estos pueblecillos, paramos a comer en un Burguer King que encontramos al paso. Continuamos sin demasiados problemas en dirección a Dusseldorf.
Entrando a la ciudad el tráfico se complica bastante y los cruces de autopista se multiplican, pero conseguimos llegar a la hora prevista a la empresa de alquiler de la AC. Entre las explicaciones, el cambio de equipaje, etc… salimos de allí casi a las 10 de la noche. Ya se habían marchado hasta los vendedores. ¡y todavía debíamos buscar un sitio para dormir! Primero unas cuantas maniobras que nos había recomendado Bávaro desde un foro, para experimentar un poco la conducción de este enorme vehículo antes de partir. Para colmo enseguida nos damos cuenta de que contrariamente a lo que nos han dicho en la empresa de alquiler el depósito de gasoil está totalmente vacío. Primera parada con la AC: una gasolinera. Guardamos el ticket para demostrar después por la hora, fecha y litros que efectivamente estaba vacío. Continuamos después a nuestro ritmo de “rodaje” y poco antes de Munster nos detenemos en un área con Gasolinera a pasar la noche.
DÍA 3– MARTES 9 AGOSTO: MUNSTER- HELSINGBORG 686 Km.
Salimos muy temprano con los niños durmiendo ¡le van cogiendo el gusto a esto de la AC! Carreteras constantemente en obras y muy bacheadas (los niños en la cama van botando). Cruzamos sin mayor dificultad Bremen y Hamburgo. El tráfico es denso. Antes de pasar a Dinamarca llenamos el depósito de gasoil que aquí tiene mejor precio.
El día ha comenzado aburrido, pero se va tornando interesante al llegar a la isla donde esta Puttgarden. El puente de acceso ofrece bonitas vistas, así como la travesía, que realizamos en un ferry de la compañía Scanlines. El embarque se produce sin contratiempos. Al llegar hay un poco de cola en las taquillas porque están cerradas, pero enseguida se ponen en marcha y al poco estamos en el ferry. En la cola hay muchísimas AC pero ninguna con matrícula española. El barco dispone de tiendas libres de impuestos, restaurantes, terraza…. El mar está en calma y hace un tiempo estupendo.
Desembarcamos y continuamos por la carretera danesa E47 que es bastante mejor que las alemanas. Al cruzar el segundo puente, que da entrada a Seelandia, la isla en la que esta Copenhague, a la derecha hay un área de picnic sobre el césped con vistas al mar y al puente que hemos cruzado. Es un lugar con mucho encanto y a estas horas ofrece un bello atardecer de fondo. Hay un restaurante, oficina de turismo, aseos con vaciado de WC y columpios. El pueblo más cercano es Stensby.
Cenamos, hacemos fotos y aunque el lugar se va llenando de AC para pasar la noche, nos parece demasiado pronto y decidimos continuar un poco más.
El paisaje danés es bastante llano, predominan los campos de cereal y de vez en cuando algún molino (de los de ahora), sin especial encanto paisajístico ni histórico. Dejamos la visita a Copenhague para nuestro regreso y nos dirigimos a Suecia a través del puente Oeresund. Recibimos su llegada con gran expectación y lo cruzamos al atardecer cuando ya está iluminado. Primero hay un túnel bajo el agua y al salir comienza el puente. Da menos impresión de lo que pensábamos ya que es muy ancho (cuatro carriles). El pago se hace en la orilla sueca, pero nosotros lo habíamos pagado en un ticket combinado con el ferry que resultaba más económico.
Continuamos algunos km. más y finalmente paramos a dormir en una gran área de servicio con gasolinera cerca de Helsingborg, donde hay ya varias AC y muchos camiones.
DÍA 4- MIÉRCOLES 10 AGOSTO: HELSINGBORG-ESTOCOLMO 563Km.
Salimos temprano, pero la mitad del pasaje continúa durmiendo en la parte de atrás. Nuestra intención es llegar lo antes posible a Estocolmo. Tomamos la E4 que será nuestra vía de circulación hasta llegar a Finlandia. Es una buena carretera que va alternando tramos de autopista con otros de carretera con grandes arcenes. Nos llama la atención aquí en Suecia la cantidad de Mc Donald que hay en la mayoría de áreas de servicio de la carretera, señalizados en las propias señales de tráfico.
Nuestra intención es visitar en Rok la piedra con inscripciones vikingas de la que sabíamos a través del relato de El Marqués, pero no terminábamos de situarlo. Desde Jönköping buscábamos alguna indicación que no hallamos. Cuando ya habíamos desistido del intento, paramos a descansar en una bonita área en Ödeshög con mesitas, aseos y agua, en medio de un bosque y, en el panel de información turística, aparece Rok. Estamos a unos 10 kilómetros y la carretera parte justo desde este pueblo ¡vamos a tener suerte!
La piedra está situada al lado de una iglesia en cuyos muros fue encontrada, situada bajo un techado de madera que la protege y sus grabados están remarcados con pintura rojiza. En el lugar tan sólo hay una zona para aparcar casi en pleno campo y un kiosco de souvenirs donde compramos por 50 SEK un folleto en inglés con la traducción del texto impreso en la piedra. Al lado unos paneles informativos narran detalles de la época en sueco con alguna traducción a inglés y otros idiomas. Quizá la piedra en sí no es una gran cosa, pero si lo es su valor histórico. A los niños les hemos contagiado el entusiasmo por este tipo de cosas y estaban encantados. Es una inscripción de la época vikinga realizada por un jefe llamado Varin en memoria de su hijo Vämod, muerto. Un fragmento completo en el centro de la inscripción parece referirse a Theodoric el grande. Contiene versos de carácter épico, alusiones a los mitos heroicos, y un vocabulario poético.
De vuelta a la AC continuamos unos km. más, parando a comer en la primera área de descanso que encontramos. Dispone de mesitas, columpios, aseos y agua potable que empleamos para llenar el depósito por primera vez. Comemos dentro, con mucho acierto ya que al momento se pone a llover. Los niños disfrutan con unas aves del tamaño de una gaviota, pero más oscuras que se acercaban a picotear los restos de comida cuando los turistas se marchaban.
Después de comer tomamos rumbo a Estocolmo. Llegando a la ciudad el tráfico se va haciendo más denso y nos vamos poniendo “nerviosillos” ya que son las cinco y el museo Vasa cierra a las siete. Hemos pensado ir hasta el museo con la AC ya que a la entrada de la isla Djurgården hay un gran parking descubierto. En esta isla, antiguo terreno real de caza, se encuentran hoy varios museos y el parque Skansen.
A las seis estamos en la puerta del museo después de haber cruzado Estocolmo de Oeste a Este por el centro, donde por cierto hay un ambiente increíble y multitud de gente por las calles.
El museo Vasa alberga el barco de igual nombre, hundido en 1628 y sacado a flote después de 333 años bajo el agua. Es un enorme buque de guerra de la armada sueca que se hundió poco después de zarpar debido a la inestabilidad de tan enorme embarcación, dotada de 64 cañones. Desde junio de 1990 se halla expuesto en este museo bajo unas condiciones climáticas constantes que permiten la conservación del roble con el que está construido el casco del navío.
Entramos al museo y, tal como recordábamos de hace trece años, la primera visión del barco al atravesar las puertas nos deja boquiabiertos. Su aspecto desde la entrada es impresionante. A los niños que tanto nos habían oído hablar de él no les decepciona en absoluto.
Nos lanzamos a visitarlo planta por planta, intentando no dejar nada y a una velocidad de vértigo. Antes de entrar una hora nos parecía suficiente, ahora vemos que apenas nos llega. Son siete las plantas de galería que permiten contemplar desde todos los ángulos este maravilloso vestigio del siglo XVII. La abundancia de las decoraciones, especialmente en el camarote de mando son imponentes. Una lástima que ya no se pueda visitar el interior del barco. Nosotros pudimos visitarlo por dentro en el año 92, dos años después de la inauguración del museo. Los niños al enterarse exclaman el famoso “¡¡que morro!!”.
Además del barco, el museo posee salas de proyecciones que narran en inglés la historia del navío, maquetas, exposición de objetos encontrados a bordo y del modo de vida de la época, una reproducción parcial del interior, e incluso algunos de los esqueletos hallados.
Salimos del museo (casi nos echan) con ganas de más y pretendemos adquirir el DVD explicativo pero la tienda ya ha cerrado. Cogemos la AC y de nuevo nos internamos en las transitadas calles de la ciudad, encontrando sin dificultad el área urbana para AC Langholmen. Menos mal que teníamos referencias de que el lugar y los servicios que ofrecía dejaban mucho que desear, porque si no hubiésemos salido corriendo. El aspecto es deplorable y no entendemos a quienes han extendido el toldo, sacado mesas y sillas y están allí tan ricamente “disfrutando” del inexistente paisaje.
Por lo menos tenemos electricidad disponible, aseos y duchas. Vaciamos por primera vez en carro-desagüe que no habíamos visto en ninguna otra parte pero que hace su función.
Después de cenar en la AC (ya que el exterior no es especialmente agradable) salimos a pasear por la orilla del canal hasta divisar a lo lejos la ciudad y el ayuntamiento iluminados.
DÍA 5 – JUEVES 11 AGOSTO: ESTOCOLMO-GAVLE 176Km.
Hoy salimos por primera vez sin AC que se queda aparcada en el “camping”. Nos ponemos en marcha a las 9. Provistos de impermeables y cámara de fotos nos dirigimos a la estación de metro más cercana: Honsull. Hemos pensado no sacar el bono de transporte SL porque nuestra intención es permanecer aquí sólo medio día más. (Después resulta que nos quedamos algo más y nos hubiera ido bien comprarlo). Lo que no terminamos de comprender es el sistema de pago del metro. Nos preguntan a qué parada vamos, ya que hay diferentes precios según el área urbana en la que te mueves, pero nadie controla esto. Nos aconsejan en la taquilla un bono múltiple de adulto y otro de niños y directamente nos cuñan dos por persona. Lo dicho, no entiendo para nada el sistema.
Estocolmo es una ciudad con mucho encanto, yo diría que la más bonita de las capitales nórdicas. Se levanta sobre trece islas en una ensenada del Báltico. La presencia de agua por todas partes no hace sino aumentar su belleza. Nosotros nos apeamos en Gamla Stan, la isla que acoge el barrio más antiguo y turístico de la ciudad. Sus calles son estrechas, pero pintorescas y elegantes. Desde la estación de metro nos dirigimos al Palacio Real recorriendo estas típicas calles que, a estas horas están cobrando vida, comenzando a llenarse de turistas mientras las tiendas de souvenirs van abriendo sus puertas. Antes de llegar nos cae la primera lluvia del día, pero no nos detiene. Nos colocamos las capuchas de los impermeables y seguimos nuestra marcha, eso sí, sin pararnos mucho a mirar escaparates. En el Palacio nos dirigimos a Información y recogemos unos folletos en los que aparecen los horarios del cambio de guardia. Como todavía falta bastante, decidimos visitar primero el Ayuntamiento ubicado en una magnífica posición, en una punta de la isla de Kungsholmen. Por el camino comienza el segundo chaparrón y debemos refugiamos unos minutos bajo un puente junto a muchos otros transeúntes, pero rápidamente cesa de nuevo la lluvia.
Ya en el ayuntamiento vamos directos a la taquilla y llegamos justo a tiempo ya que en 5 minutos parte una visita guiada en español. Formamos un grupo muy majo y el guía es ameno haciendo la visita llevadera a los niños. Del interior de este enorme edificio de ladrillo destacamos dos salas por su aspecto impresionante y/o su valor histórico: la sala azul (que no tiene nada de ese color), donde se celebra el baile de gala tras la ceremonia de entrega de los premios Nobel y la sala dorada, con sus paredes decoradas con mosaicos compuestos por millones de teselas de este color. La visita ha merecido la pena.
Debemos posponer la subida a la torre y dirigirnos rápidamente hacia el Palacio Real si queremos llegar a tiempo de ver el desfile del cuerpo de guardia. De haber ido sólo adultos ni nos hubiésemos molestado en salir con prisas, quizá hubiésemos visitado el interior del palacio o alguno de sus museos, pero vamos con niños y pensamos que esto del “desfile” militar les va a gustar.
En el camino, que debemos hacer algo “rapidito”, pasamos calor, ya que de pronto luce un espléndido sol que no dura mas de media hora. Llegamos justo cuando empieza el espectáculo y resulta muy difícil conseguir un lugar con buena vista ya que esta “a tope” de turistas. Al final, detrás de un autobús de japoneses que se abren paso casi a codazos, llegamos hasta la segunda fila y los niños a primera disputándose la plaza con dos o tres japonesas que no ceden un milímetro. El acto cuanto menos resulta curioso, la interpretación de la banda acompañada de un espectáculo casi cirquense no estaba exenta de calidad musical y pasamos un rato agradable.
Finalizado el espectáculo volvimos al ayuntamiento a un paso más relajado, disfrutando del paseo. Fuimos directos a la torre que se visita previo pago. La subida del primer tramo se realiza en ascensor, para continuar más tarde por una estrecha escalera hasta la terraza-mirador. Merece la pena el esfuerzo ya que desde arriba la vista de las diferentes islas que forman la ciudad, y muy especialmente Gamla Stan, es espectacular. La foto que se obtiene desde esta altura es la típica que aparece en postales y folletos turísticos de Estocolmo.
Una vez abajo nos disponemos a hacer fotos desde el césped delantero a la fachada del ayuntamiento cuando comienza a llover de nuevo. Nos refugiamos un momento bajo los arcos del edificio y en breves minutos ha cesado la lluvia. ¡En esta ciudad las nubes pasan a velocidad increíble! Realizamos pues las fotos y nos encaminamos al centro de la ciudad. Después de comprar y comer unos bocadillos, por decisión unánime, volvemos al museo Vasa. Esta vez vamos con el barco que parte desde el muelle que recorre una de las fachadas del Palacio Real.
Al llegar al museo ¡sorpresa!: ayer con el carnet de Teacher pagaba tarifa de estudiante, hoy no me sirve, tarifa completa. Al entrar vamos directos a la sala de proyecciones para ver la película que narra la historia del Vasa, ya que ayer no nos dio tiempo. Aunque es en inglés, se van viendo imágenes del rescate del barco y luego papá nos traduce lo más destacado. Subimos de nuevo a la galería superior para recrearnos, hoy con más paz, en la visión de este impresionante navío que tanto nos recuerda a las películas de piratas. Hacemos nuevas fotos pero es una difícil tarea ya que para la conservación de la madera hay unas condiciones de escasa luz y sería necesario disponer de un trípode. Terminamos con la visita a la tienda donde adquirimos el DVD en español esperando que nos aporte mayor información.
Salimos a las 5 con el único objetivo de llegar cuanto antes a la AC, vamos del barco al metro y desde este al área de acampada con parada previa en un supermercado para comprar pan. Devolvemos las llaves de la toma de luz y aseos en recepción y ¡en marcha!
Dejamos esa encantadora ciudad con una última mirada desde el puente Västerbron, bajo el que hemos pasado la noche. Poco después de salir de Estocolmo comienza a llover y nos encontramos ante un arco iris completo, de colores muy intensos que fotografiamos desde la ventanilla.
Pasada Upsala paramos a cenar en un área de servicio, pero todavía es de día y decidimos continuar un poco más. Comenzamos así la última etapa de conducción de esta jornada que resulta muy gratificante. La carretera está tranquila, poco transitada y en buen estado, rodeada de árboles. El cielo anaranjado del atardecer nos acompaña a nuestra izquierda y parece no terminar nunca de oscurecer, presagiando nuestra cercanía cada vez mayor al Círculo Polar. Y como colofón llevamos una buena música de fondo. Vivimos uno de esos momentos que quedan grabados en el recuerdo y dan mayor sentido a nuestra pasión por viajar. A riesgo de parecer cursi, diré que estos paisajes nórdicos tienen el don de transmitir serenidad, sensación de infinito, y algo más, difícil de transmitir con palabras.
Finalmente paramos a dormir en un área de servicio con gasolinera y buenos aseos que dispone de aparcamiento para camiones y caravanas, poco antes de Gavle.
DÍA 6 – VIERNES 12 AGOSTO: GAVLE-HAPARANDA 865Km.
Partimos temprano, una vez más con los niños durmiendo, en dirección a Sundsvall. La carretera, entre árboles y árboles, se va poniendo más interesante después de esta ciudad. Alternan con lagos y fiordos creando paisajes con mucho encanto. Llueve y para de llover constantemente. Continúa siendo una buena carretera, aunque no siempre autopista. Aparecen tramos nuevos, recién construidos, que no estaban en nuestro mapa y siempre resultan una grata sorpresa.
Es una jornada fundamentalmente de coche en la que las fotos se hacen por la ventanilla. Aún así, contrariamente a lo que esperábamos, no nos resulta pesada ni aburrida. Al cruzar Europa por autopistas prácticamente no ves nada, como si circular por autopista te aislara del paisaje. Aquí no es así. De algún modo estás más cerca de la naturaleza, que además es muy rica y variada. Es una etapa de ruta, pero nos resulta grata y entretenida. Además, nos permite saborear la vida a bordo de la AC.
Nos llama la atención por su aspecto cuidado poco habitual por aquí Härnösand, población al norte de Sundsvall. A destacar también un área de descanso situada poco después, tras un puente sobre el Storfjärden, en Hornön. Tiene vistas preciosas y mesas de picnic.
Ya al final de la etapa, poco antes de Lulea, paramos a cenar en un área de descanso, con aseos y columpios, junto a un lago, que merecía la pena como lugar de descanso. Llegaban otras AC a pasar la noche, pero nosotros una vez más decidimos continuar después de la cena. El cielo claro nos acompaña, pero esta algo nublado y la luz no es tan anaranjada como ayer. Aun así, continúa siendo una hora del día un poco mágica.
El paso por Lulea marca un cambio en la carretera y en los servicios que encontramos. Comienza una parte del país algo más inhóspita y deshabitada. Nos cuesta localizar un lugar para pasar la noche, salvo en los pueblos. Finalmente, a 10 km. de Haparanda encontramos un área de descanso con aseos, muy tranquila.
DÍA 7 – SABADO 13 AGOSTO: HAPARANDA-INARI 458 Km.
Los adultos nos levantamos temprano, hacemos alguna foto en el área a los carteles que ya indican Nordkapp y partimos hacia Finlandia. Hoy perdemos una hora al entrar en este país. Nos dirigimos a Rovaniemi. Poco antes de llegar a esta ciudad se despiertan los niños, se visten y se van preparando para visitar el Santa Park que hoy abre sus puertas por última vez en esta temporada de verano.
Vamos directos allí dejando de lado la ciudad. La entrada al parque nos decepciona un poco por la falta de ambientación. Está enclavada en una montaña y al cruzar sus puertas entras en un túnel de roca en el que se escucha silbar el viento gélido del invierno. Al final del túnel se llega a la taquilla y puerta de acceso. Todo el complejo, que no es muy grande, está dentro de una cueva, alrededor de un restaurante situado en el centro, que se parece un poco al interior de una tienda Sami. Nos da la impresión de que hoy, quizá por ser el último día de apertura, no está en pleno funcionamiento, hay una parte cerrada. Lo bueno: hay poca gente y nos atienden bien, podemos hacer fotos, etc…Lo malo: hay poca vida.
Las atracciones abiertas son un taller de manualidades donde los niños realizan una carita de elfo con un trozo de madera y otros materiales que les proporciona el elfo encargado del taller; la escuela de elfos en la que todos participamos con gorros de Santa Claus cantando, bailando y diciendo las palabras mágicas y que resulta divertida a pesar de que se habla todo en inglés y hay que ir traduciendo a los niños; un río para buscar oro (esto resultó ser un rollo patatero) y la visita a Santa Claus que les firma a cada uno un autógrafo sobre su foto. Además de esto hay un espectáculo de baile de Elfos sobre el escenario de la plaza central, junto al restaurante. Hay también un bar de hielo donde además de pasar frío, se puede hacer una bonita foto y tiendas para adquirir recuerdos. El parque en general resulta curioso para nosotros y entretenido para los niños, pero nada espectacular.
Desde allí a Napapiiri a cruzar el Circulo Polar Ártico. La latitud 66º 33’ es la que marca la línea imaginaria a partir de la cual hay, al menos un día al año, en que no se pone el sol. En este punto se encuentra el Santa Village, un gran complejo de tiendas, restaurantes y una oficina de correos desde dónde se pueden mandar cartas con el matasellos del Círculo Polar. También, tanto aquí como en el Santa Park, por un importe de 6 € se puede solicitar que Santa Claus envíe en Navidades una carta a quién tu desees, y hace años ya comprobé que, efectivamente, la envía, pero el capricho sale algo caro.
Nosotros nos recreamos más en el hecho histórico de cruzar por vez primera (los adultos por segunda vez) el Circulo Polar. Andrea corre muy deprisa porque desea ser la primera. Hacemos las fotos para la posteridad y visitamos alguna que otra tienda (en general la artesanía sami tiene aquí mejores precios que en Noruega). Entramos en la oficina de correos y, aunque no mandamos postales desde aquí porque las reservamos para Cabo Norte, si nos hacemos la foto ante la chimenea de la casa de Santa Claus con gorro y saco de regalos incluido.
Después volvemos a Rovaniemi y más concretamente al Artikum donde hacemos fotos del exterior, pero decidimos no entrar. Nos parece un museo demasiado “serio” para los niños.
Tras una parada en el supermercado para comprar pan, salimos hacia Inari. No hemos andado más que unos kilómetros cuando nos damos un susto tremendo: vemos el primer reno, pero cruza la carretera sólo unos metros por delante nuestro y frenamos algo “justitos”. A partir de ahí vamos viéndolos con frecuencia, pero estamos más preparados y además estos son más sensatos y permanecen tranquilamente comiendo en los márgenes de hierba. La carretera no tiene arcenes, pero es buena. El paisaje es sobre todo de bosque con algún que otro lago que crea imágenes espectaculares. Nos cruzamos constantemente con autocaravanas que, desde que pasamos Gavle, han comenzado a saludarnos.
A partir de Sodankylä el paisaje se va haciendo más llano y los árboles mas bajos, poco a poco aparece a intervalos vegetación de tundra. El último tramo entre Ivalo e Inari es precioso, sobre todo a estas horas del atardecer.
Nos alojamos en un camping a la entrada de Inari del que habíamos leído en otros relatos. Está situado junto al lago, dispone de dos hidroaviones y sauna. Las parcelas son amplias y bien distribuidas, con una parte asfaltada para aparcar la AC. Hacemos algunas fotos en el lago, lavamos la ropa, entre lavadora y lavadora de una italiana (resulta bastante caro, 6€) y por último a cenar.
Después de la cena damos un paseo por los alrededores dónde se respira una paz increíble ¡parece que estemos solos! No encontramos el momento de acostarnos, y aún después, lo hacemos con las claraboyas abiertas para no dejar de ver la claridad del cielo. A pesar de que en estas fechas el sol ya se pone durante aproximadamente 3 o 4 horas, se mueve tan cercano a la línea del horizonte, que no llega a oscurecer.
Poco después de acostarnos la claridad va siendo mayor y, durante la noche me levanto un par de veces para mirar el lago desde la ventana y comprobarlo. Toda la noche esta lloviendo.
DÍA 8 – DOMINGO 14 AGOSTO: INARI- CABO NORTE 352 Km.
Nos levantamos temprano, pero dedicamos 2 horas a tareas de puesta a punto, aprovechando las instalaciones del camping. Lo más costoso es conseguir la secadora entre las montañas de ropa de la italiana, que a las ocho de la mañana ya está allí (no sabemos si habrá pasado la noche en el lavadero).
Partimos alrededor de las 10 en dirección a Karasjok. No encontramos gasolinera al atravesar Inari y varios kilómetros más tarde podemos repostar en una “gasolinera” con un par de surtidores de antes de la segunda guerra mundial que al accionarlos suenan como un tractor y por momentos parece que van a calarse.
Con el depósito lleno continuamos hacia Noruega entretenidos por la constante presencia de renos que intentamos fotografiar (Sin embargo, en cuanto cruzamos la frontera noruega no vemos uno más hasta cerca de Cabo Norte). La carretera finlandesa al dejar la E75 y coger la 42 está totalmente despoblada, únicamente hay árboles y una estrecha carretera asfaltada sin líneas pintadas, muy recta y con constantes subidas y bajadas a modo de tobogán.
Ya en Noruega, paramos en Karasjok, en el centro SÁPMI y después de informarnos decidimos sacar la entrada. Nos resultó mejor de lo que esperábamos y entretenido para los niños. Sabemos que hay un museo de la cultura de los samis muy cerca, pero tememos que sea más serio y menos adecuado para ellos.
Este centro está ubicado en un moderno edificio de madera nuevo y cuidado con tienda, bar, restaurante, aseos e información turística. La tienda dispone de un amplio surtido de productos de artesanía sami. Algunos de los objetos se elaboran allí mismo y es posible observar a las chicas realizando trabajos de artesanía en plata. Lo que requiere pago dentro del complejo es el museo al aire libre y el llamado “teatro mágico”.
La vida nómada de los criadores de renos (samis de la montaña) exigía la migración entre el siida del pasto de invierno al del pasto de verano. Los samis vivían en gamme (cabaña), lávvu (tienda) o goahti (un tipo diferente de tienda). El museo al aire libre consiste en un siida de invierno y uno de verano, además de un corral de renos. Todas las tiendas sami son visitables y están ambientadas con útiles típicos y herramientas empleadas por las gentes que las habitaban. Pasamos un rato entretenidos mientras los niños entran en todas las cabañas con foto incluida.
Pero la sorpresa más grata es el “Stálubákti” o “Monte de los espíritus” donde asistimos al teatro mágico en español nosotros solitos. Primero, una proyección narra la historia de la sociedad sami moderna. Luego, en otra sala, se presenta la visión del mundo de los samis antes de la llegada del cristianismo mediante un conseguido montaje multimedia atractivo por sus efectos especiales. El noaidi (chamán sami), nos invita a una comprensión más profunda del origen de la vida y las fuerzas de la naturaleza a través de sus leyendas. La historia se desarrolla en el lienzo y se extiende al espacio creando la sensación de que nos encontramos dentro de ella. La música de fondo nos resulta tan evocadora que a la salida compramos el CD que después vamos a ir escuchando en la ruta a Cabo Norte y que nos ayuda a crear ambiente.
Para quienes deseen gastar un poco más a cambio de una nueva experiencia decirles que dentro del complejo hay un restaurante de la SAS, muy bien ambientado, como una más de las cabañas samis, dónde se pueden degustar platos típicos de su cocina a base de reno, pescado o caza en unos comedores circulares (como interiores de tiendas) con el fuego ardiendo en el centro, sentado sobre pieles de reno y sentirse nativo por un momento. Nosotros lo experimentamos en nuestro primer viaje, con varias parejas más, y fue divertido e interesante, aunque salimos un poco ahumados.
Los samis constituyen una minoría étnica distribuida entre Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia. De unos 50.000 samis, la mitad vive en Noruega. Tienen su propia cultura, idioma e historia y aquí, en Karasjok su parlamento. Antes de dejar la ciudad nos acercamos a este y hacemos algunas fotos.
A partir de Lakselv la carretera se torna muy atractiva bordeando en todo momento el Porsangerfjorden. Constantemente renos, miradores y preciosas vistas. El agua es muy turquesa. Sabemos por el museo de los glaciares que visitamos el año pasado que este color se debe a los sedimentos que arrastran los glaciares en su deshielo. Aquí se nota como nunca. Comienzan también a verse los secaderos de bacalao, pero en estas fechas están vacíos.
Poco a poco los árboles van desapareciendo, dando paso a un paisaje de tundra total kilómetros antes de llegar al túnel de Fátima. Este túnel de reciente construcción, da acceso en coche a la isla de Mageroya. Está construido por debajo del mar en un trayecto de casi 7 km: 3 de bajada con fuerte pendiente, 1 más o menos llano y otros tres de subida con la misma pendiente. Es de pago y su precio se calcula como en los ferrys dependiendo del número de pasajeros y de la longitud del vehículo.
A lo lejos se ven los acantilados de la isla cubiertos de nubes y comenzamos a preocuparnos. Efectivamente, una vez cruzado el túnel, como a mitad de camino hacia el Cabo, la niebla nos rodea y no vemos más que a la AC que circula delante nuestro, además hace mucho viento.
Llegamos a Cabo Norte hacia el atardecer y, tras abonar el peaje, aparcamos en la explanada en primera fila, justo al lado de la valla que bordea el acantilado (por si acaso se va la niebla ¡qué optimistas!), pero no se ve nada más allá de unos metros a nuestro alrededor. Nos abrigamos hasta las orejas (hay 8ºC) y salimos “en piña” para que el viento no nos lleve. Parecemos el equipo de “Al filo de lo imposible”.
Caminamos siguiendo las piedras que bordean el aparcamiento para orientarnos a nuestro regreso. Para haceros una idea desde la ventanilla de una AC nos llamó un italiano que acababa de aparcar y nos preguntó: ¿Hacia dónde está Cabo Norte? No se veía ni el edificio.
Llegamos al hall del Centro de Visitantes, entramos en calor y lo recorremos de punta a punta sin perder de vista los miradores, pero no se ve ¡nada! Este complejo turístico dispone de un bar “la gruta” escavado en la roca con una terraza directamente sobre el acantilado, con los asientos dispuestos en gradas para permitir ver el mar al fondo. Aquí es dónde las excursiones organizadas suelen hacer el brindis con cava y caviar. También hay un café, un restaurante, una pequeña capilla, y una sala de proyecciones. En el vestíbulo, que dispone de una gran cristalera con vistas a la plataforma donde está la bola, están la oficina de correos y la tienda de recuerdos. Compramos unas postales para familiares y amigos y regresamos a la AC a cenar, no sin antes preguntar en información el pronóstico de tiempo para mañana. ¡No es nada alentador! Pero la chica nos anima diciendo que aún con mal tiempo la niebla puede despejar en cualquier momento con la misma facilidad que aparece.
En la AC dejamos el cava en espera, cenamos, escribimos las postales y permanecemos despiertos hasta la una para demostrar al menos a los niños a través de la claraboya central que la luz clara del cielo no se va en toda la noche a pesar de la niebla. Intentamos no desanimarnos ¡mañana será otro día! Siempre hemos tenido muy claro que lo importante de llegar a Cabo Norte era justamente eso ¡llegar! Y vivir día a día la experiencia del camino dónde hay mil cosas que ver. Vivir progresivamente los cambios en el paisaje, en la luz, en el clima y descubrir las mil caras de estos países nórdicos tan ricos en prodigios de la naturaleza y tan distintos al nuestro. Eso por no hablar de las experiencias a nivel de convivencia que nos va a aportar compartir durante tantos días un espacio tan pequeño y unas emociones tan intensas.
Para emociones las que viví esa noche. Fue una noche “de perros”. El viento silbaba y la AC se movía como un barco ¡daba miedo! Y a cada momento mirando por la ventanilla para ver si despejaba la niebla. Una noche clara pero muy, muy larga.
DÍA 9 – LUNES 15 AGOSTO: CABO NORTE -MAGEROYA- C. NORTE 110 Km.
Nos despertamos y rápidamente a mirar por la ventana ¡la niebla ha remitido! Al menos en parte. Salimos a toda prisa para ver y enseñar todo a los niños que nunca han estado aquí. Nos alejamos primero para obtener una buena vista del acantilado. La enorme roca de más de 300 m. de altura se eleva imponente sobre el Océano Glaciar Ártico.
Hacemos fotos y nos dirigimos a la emblemática bola símbolo de Cabo Norte. Al pie del monumento un cartel indica el punto en que nos encontramos: 71º 10’ 11’’ de latitud norte, el que tradicionalmente se ha definido como el extremo más al norte del continente europeo, aunque con rigor científico y ese título lo ostenta otro de los peñascos de esta inhóspita isla, Knivskjelodden. A nosotros no nos preocupan demasiado esos metros de diferencia, no resta emoción al momento ni nos hace sentir menos alegría por haber llegado una vez más a este mítico enclave, que ya el pueblo sami consideraba mágico, punto de unión entre el cielo y la tierra. Realmente la luz tan especial de estas latitudes, la enorme inmensidad del océano a sabiendas de que frente a ti sólo queda el polo norte, si te hace sentir de algún modo en los confines de la tierra. Disfrutamos tranquilamente del momento y podemos hacernos fotos desde todos los ángulos. Por las mañanas este es un lugar muy tranquilo ya que únicamente podemos pernoctar en este recinto quienes viajamos en caravana o AC. Las hordas de turistas llegan hacia el atardecer.
Nos encontramos a una joven pareja de catalanes con quienes entablamos amena conversación sobre nuestros respectivos viajes que ellos están realizando en sentido inverso al nuestro. Después nos dirigimos al Nordkapphallen para asistir la proyección sobre Cabo Norte que no pudimos ver ayer, enviamos las tarjetas, compramos algún recuerdo y a comer ¡hoy si brindamos con cava! Ya hemos visto Cabo Norte y todavía no nos vamos porque hoy el atardecer puede “arreglarse”. Nos concederemos una noche más aquí, ya estaba dentro de lo previsto (por si acaso). El peaje que abonamos ayer a la entrada que cubre tanto el aparcamiento como la visita al Nordkapphallen o centro de visitantes, tiene una validez de 48 horas.
Después de comer visitamos el monumento “Hijos de la tierra” que emerge en medio de la basta llanura desolada. Consiste en siete enormes monedas que tienen grabados los diseños de siete niños de diferentes partes del mundo “para simbolizar que la cooperación, la amistad, la esperanza y la alegría no tienen fronteras” (cito literalmente). El lugar tiene su encanto y las fotos que resultan merecen la pena.
Mas tarde decidimos recorrer la isla aguardando la hora del atardecer que en esta fecha se produce entre las 9 y las 10 de la noche. El espectacular fenómeno del sol de medianoche aquí en Cabo Norte se puede observar desde el 11 de mayo hasta el 31 de julio y después de esos días, en que el sol “besa” el mar sin llegar a esconderse, comienza a ocultarse unos 20 minutos más por cada día que pasa. Hoy permanecerá bajo el mar unas 4 horas. Eso no impedirá que, si el tiempo lo permite, podamos ver un bonito atardecer, así como disfrutar de las claras tonalidades que va adquiriendo el cielo mientras el sol está oculto a tan poca profundidad que nos deja ver su luz en todo momento.
Nos dirigimos primero a Skarsvag el pueblecito pesquero más al norte, pequeño y con mucho encanto. Poco antes de llegar se puede ver a lo lejos el llamado “cuerno de Cabo Norte”, un pico que sobresale en forma de cuerno desde la pared vertical del acantilado de Cabo Norte. En el camino nos hemos detenido a visitar un pequeño campamento Sami con tiendas lávvu, renos y venta de recuerdos por los dueños, vestidos con las ropas tradicionales. Casualmente son la familia que aparece en todas las postales y fotos turísticas de la región norte de Noruega.
Desde Skarsvag nos dirigimos a Gjesvaer, en el otro lado de la isla, el pueblecito de donde parten los safaris a la Isla de los Pájaros (allí estaba puntualmente el autobús de Cóndor). No estamos interesados en hacer el safari ya que en esta época del año no quedan frailecillos, pero obtenemos unas preciosas fotos del pueblo con la isla al fondo.
Nos cruzamos con un coche matrícula de Alicante al que saludamos, sin ser correspondidos ¡claro! recordemos una vez más que llevamos matrícula alemana en la AC. Pero unos kilómetros más tarde les encontramos parados a un lado de la carretera y paramos a su lado para conversar un poco. Son de Elche, casi vecinos. Nos despedimos pensando que nos veremos ya que planeamos hacer la misma ruta, pero no volvemos a encontrarlos en todo el viaje.
Terminamos nuestro recorrido por la isla en la ciudad más grande, Honnisvag, pero no nos quedamos mucho tiempo. Después del encanto de los pueblecitos pequeños nos resulta demasiado “urbana”.
Durante toda la tarde hemos realizado múltiples paradas para hacer fotos a los renos que están por todas partes, a los acantilados de fondo y al amplio paisaje de tundra que lo cubre todo como una alfombra verde y húmeda salpicada en ocasiones por sus típicas flores blancas, como de algodón.
A medida que vamos regresando desde Honnisvag, en el extremo sur de la isla, a Cabo Norte, vamos viendo sol al fondo sobre los acantilados de Nordkapp. Nos vamos emocionando, casi vamos más rápido ¡hoy será nuestro día!
Aparcamos y nos vamos abrigadísimos hacia “la bola” donde hacemos algunas fotos más. Cómo todavía es pronto, damos un paseo por los acantilados de la zona fotografiando ocasionalmente algunas especies de la flora local y recogiendo alguna pequeña piedrecilla como recuerdo. Cuando volvemos, los autobuses de turistas han llegado, lo han invadido todo y “se dan de tortas” para conseguir una foto en la famosa bola símbolo de este mítico lugar.
Como todavía falta una hora para la puesta de sol, cenamos en la AC sin perder de vista el cielo. No podemos ver el momento en que el sol toca el mar porque continúa una cierta niebla sobre el horizonte, pero comienza a aclarar por arriba y se ven las nubes anaranjadas. ¡Rápido! Cámara, chaquetas y al Centro. Nos sentamos junto a una cristalera con buenas vistas porque en el exterior hace mucho frío para estar todo el rato con los niños. Poco después se hace un hueco en las nubes que dejan ven un cielo espectacular. Salgo afuera y hago una foto, pero se agranda y hago otra. Poco a poco desaparece la niebla en su mayoría dejando ver un cielo pintado en tonos azules, con esponjosas nubes. No está es sol, pero desde su escondite tras la línea del horizonte ilumina el cielo creando un paisaje que merece la pena contemplar. A partir de las doce irá haciéndose más claro y aproximadamente a las dos y media el sol volverá a salir.
Nosotros no esperamos tanto, a las doce nos vamos a dormir porque la mala noche del día antes va haciendo mella, pero antes unos cuantos mensajes con el móvil: ¡Hoy si! A las dos suena el despertador ¡va a amanecer! Me asomo a la ventana y veo que va a ser un amanecer azulado muy similar al atardecer que hemos podido ver. No será muy diferente y como el sueño pesa más, seguimos durmiendo. Antes de acostarnos hemos trasladado la AC hacia el interior de la gran explanada que sirve como aparcamiento, buscando estar más resguardados. Pasamos una noche tranquila.
DÍA 10 – MARTES 16 AGOSTO: CABO NORTE – ALTEIDET 266 Km.
Hoy no nos han quedado fuerzas para madrugar. Ha amanecido un bonito día y no nos vamos sin unas fotos de despedida en “la bola” y un último paseo por el acantilado. Una vez más estamos casi solos, disfrutando de la inmensidad del paisaje. Los niños se disputan entre risas, pegados a la valla, quien es la persona que está más al norte en toda Europa, la duda queda saldada cuando vemos un barco allá en el inmenso océano. Sus tripulantes están más al norte que nosotros.
Salimos pues tarde de la isla de Mageroya y en el camino todavía realizamos alguna foto más a los renos. Tenemos suerte al cruzar el túnel de Fátima y el cobrador nos aplica la tarifa de vehículo menor de 6m. ¡Comenzamos bien el regreso!
Desde aquí, muy tranquilos, disfrutando del paisaje, nos dirigimos a Alta. Paramos en una gasolinera en Skaldi donde podemos usar los aseos de un camping ubicado justo al lado de esta, y vaciar y llenar por 20 NOK. Poco después, en una pequeña área de descanso en una zona de monte bajo, con renos en las cercanías, paramos a comer. Se acercan a la AC y les sacamos buenas fotos, pero en cuanto intentamos abrir la puerta salen corriendo.
Ya en Alta nos dirigimos al museo, que está casi a la salida de la ciudad, a la derecha circulando en dirección sur, y lo visitamos con el beneplácito de los niños. La motivación previa ha sido la película de dibujos “La edad de hielo” y las pinturas en cuevas que allí aparecen. Lo pasamos bien, aunque al final protestan un poco por el largo paseo. Las vistas del fiordo a lo largo del recorrido son preciosas y algunos de los paneles de grabados muy interesantes y bien conservados.
El Alta museum consiste en un recorrido al aire libre con paradas en diversos paneles con grabados rupestres en la roca, declarados Patrimonio de la UNESCO en 1985. Los paneles están comunicados por caminos de madera para preservar la vegetación que aquí en el norte es muy frágil y tarda en recuperarse. El visitante dispone de un folleto-guía en español que va indicando el recorrido y explicando los grabados. Las figuras están pintadas en color pardo rojizo, ya que sin color resultarían muy difíciles de captar con la mirada. Representan algunas de las creencias y ritos de los hombres de aquellos tiempos que vivían en comunidades en las que la economía se basaba en la caza y la pesca tradicionales. También muestran una selección de la fauna local: renos, alces, osos, ballenas, lobos…
Muy curioso el tema de las entradas al museo, al estilo nórdico, demostrando un ejemplar sentido cívico. En el edificio donde se adquieren las entradas hay una sala de exposiciones, una tienda y un restaurante, pero el museo propiamente dicho está totalmente en el exterior y es accesible sin ningún tipo de barreras ni vigilancia. Únicamente hay un cartel donde comienza el sendero que dice: No pasar quien no tenga entrada (una pegatina identifica a quienes hemos pagado). ¿Cómo funcionaría esto en nuestro país?
No nos quedamos a dormir en el aparcamiento del museo porque todavía es un poco pronto y partimos disfrutando de las bonitas vistas del fiordo que mejoran con la luz del atardecer.
Entramos en el Langfjorden y, andados unos cuantos kilómetros, vemos una explanada sin servicios, con tan sólo una papelera, pero amplia y muy bien ubicada. Está al lado del fiordo, tiene buenas vistas y sitio para que los niños puedan correr y explorar un rato. Decidimos parar aquí a pasar la noche. Poco después aparcan a nuestro lado dos AC italianas. Charlamos un rato con ellos y más tarde podemos compartir su alegría pues han conseguido pescar una buena pieza en el fiordo. Nosotros después de cenar bajamos hasta el borde del agua siguiendo un riachuelo con pequeños rápidos. Es muy agradable ya que la luz del atardecer permanece en el horizonte toda la noche, dando un color especial a las aguas del fiordo.
DÍA 11– MIERCOLES 17 AGOSTO: ALTEIDET – TROMSO 339 Km.
¡Hoy nos hemos despertado helados! La calefacción se ha apagado en algún momento de la noche. Pasamos un rato de incertidumbre dudando si será la bombona de gas que se ha gastado o alguna avería. En la empresa de alquiler nos dijeron que llevábamos las dos bombonas llenas y por las referencias de otros relatos similares al nuestro, parece muy pronto para que esté agotada. Leemos de nuevo las instrucciones en el manual y aparentemente todo está bien. Decidimos pues bajar a ver las bombonas. Aprovechando que nuestros vecinos italianos poseen experiencia en AC, les pedimos que echen un vistazo. Efectivamente el propano está agotado, pero tenemos la botella de recambio. Ahora nos surge la duda ¿estará esta segunda botella realmente llena? ¿Durará tan poco como esta? Los italianos nos aseguran que si está llena nos va a llegar de sobra para el resto del viaje y por el peso parece estarlo. Nos despedimos dándoles las gracias por sus consejos y se ponen en camino. Nosotros todavía debemos desayunar.
Poco después continuamos la ruta con los niños todavía durmiendo. Unos kilómetros más adelante en el mismo fiordo vemos un área de descanso con WC al lado de un riachuelo donde se ven tranquilamente unos renos y allí esta una AC Moncayo de Girona que vimos en Cabo Norte ¡que sorpresa se van a llevar al despertar y ver los renos en su misma puerta! Este hubiese sido también un buen lugar para pasar la noche, pero el nuestro no estuvo mal. Todo el recorrido a lo largo de este pequeño fiordo es muy atractivo, una belleza que se ve ensalzada precisamente por su estrechez.
La siguiente parada está prevista en el glaciar Jokeddalsbreen y, a pesar de que aun con todos los relatos leídos no terminábamos de ver muy claro cómo llegar, lo conseguimos sin problemas: al llegar a Alteidet parte una carretera a la derecha que indica Jokelfjorden. Cuando la carretera llega al fiordo, se divide en dos y hay que tomar la de la derecha dirección Saltnes. La carretera es muy estrecha pero asfaltada. Llega a un parking de donde parte un sendero para continuar caminando. Un pequeño cartel escrito a mano indica que el glaciar se encuentra a 7,5 km. Nos parece excesivo, pero nos equipamos de botas e impermeables y emprendemos la marcha. El sendero es estrecho y pedregoso pero fácil de seguir aún con los niños. A los 30 minutos obtenemos una buena vista del glaciar. Paramos, hacemos fotos y decidimos no continuar ya que la parte más atractiva está muy arriba en la ladera de la montaña y parece difícil acceder. Usamos el teleobjetivo de la cámara de fotos como prismáticos para poder verlo de cerca. Aun así, ha merecido la pena tanto por las vistas como por el paseo. Este glaciar desemboca directamente en el fiordo y hoy se ve especialmente bonito porque a estas horas de la mañana el sol está reflejado en él.
Regresamos a la AC algo acalorados, nos aligeramos de ropa y partimos hacia Tromso.
Pasado Sorstraumen y unos 10 Km antes de meterse hacia el interior, la carretera ofrece un precioso mirador sobre el fiordo. Hay un restaurante y cabañas para alojamiento decoradas con estilo, incluso tienda de souvenirs. El lugar merece la pena como parada de descanso y lugar para hacer alguna foto.
Pasamos Storslett y nos sorprende por ser un centro importante de servicios, hay incluso un gran hipermercado REMA1000, por si os resulta de utilidad el dato.
Realizamos una breve parada para fotografiar unos perros de trineo en un campamento sami de souvenirs y continuamos hasta Olderlalen. Comemos junto al muelle y, aunque el ferry llega en ese momento, decidimos cambiar la ruta y continuar por carretera hasta Tromso, evitando los dos ferrys. Hemos hecho un rápido cálculo y creemos que no merece la pena: entre los dos trayectos suman una hora sin contar las esperas, y por carretera son unos 120 km más. No supone gran diferencia de tiempo y nos ahorramos los 60 euros de la travesía. El atractivo hubiera podido ser el hecho de viajar en ferry en un entorno tan bonito, pero no nos motiva especialmente porque el año pasado en la región de los fiordos los cogíamos constantemente y al cabo de unos días dejó de ser novedad y los niños dejaron de mostrar interés por bajar del coche durante los trayectos cortos. Seguimos pues por carretera, que por cierto es bastante buena a partir de aquí. De fondo, como durante todo el día, bonitas vistas de cumbres nevadas y glaciares que se deslizan desde la cima. También son muy frecuentes las caídas de agua.
Llegamos a Tromso al final de la tarde y vamos directos al centro de la ciudad a la que se accede por un enorme puente. Se celebra un festival y hay mucha gente por las calles, pero como ya han cerrado Polaria, decidimos ir al camping para situarnos y después subir al teleférico para ver la ciudad desde arriba al atardecer.
Lo de ir al camping previamente resulta una total pérdida de tiempo ya que las parcelas no están numeradas. Nos aconsejan en recepción dejar una mesa o sillas en el sitio escogido y así lo hacemos cuando nos marchamos después de cenar.
Llegamos al funicular tras vueltas y vueltas buscando el acceso que no está muy señalizado, al menos viniendo desde el camping. Subimos prácticamente solos en la cabina, pero arriba hay bastante gente. Un grupo parece estar preparando las mesas para una fiesta en la terraza del restaurante. También hay una pequeña tienda de recuerdos y desde el edificio parten senderos para explorar las vistas desde diferentes puntos. Nos concedemos media hora para recrearnos en el paisaje y hacer algunas fotos. A las once cierran el camping a cal y canto para entrada de vehículos y no queremos quedarnos fuera.
La visión que se obtiene de Tromso y los alrededores desde aquí arriba merece la pena. Esta ciudad, como la mayoría de las ciudades costeras noruegas, debe ser vista desde lo alto. El núcleo urbano está construido en una isla y el paisaje de fondo es montañoso con algunas cumbres nevadas. En la hora del atardecer, y muy especialmente en los meses en los que se produce el sol de medianoche puede ofrecer una imagen espectacular, ya que estamos todavía muy al norte.
De regreso al camping otras dos AC noruegas has rodeado la toma de luz dejando solo el pequeño espacio de la mesa. Nos vemos obligados a aparcar ocupando parte del camino, aunque no importa demasiado porque todo el camping es un poco caótico y no obstruimos realmente el paso. Nuestro cable eléctrico, sin alargadera, no nos permite otra posición.
DÍA 12 – JUEVES 18 AGOSTO: TROMSO – LODINGEN 323 Km.
Decidimos quedarnos esta mañana en Tromso ya que los peques quieren ver Polaria. Como no abren hasta las 12, dedicamos unas horas en el camping al lavado de ropa y puesta a punto de la AC. ¡Incluso somos actores para la TV local! Mientras esperamos que termine la secadora, se acerca un chico con una cámara a pedirnos permiso para filmar a nuestros hijos que están jugando al lado del riachuelo. Al parecer van a hacer un reportaje divulgativo de la cuidad de Tromso como destino vacacional. Terminan filmando a los niños y al padre y nos invitan a vernos en la tele esa misma tarde. Por desgracia esto no va a ser posible ya que continuamos nuestra ruta después de comer.
Partimos después al centro de la ciudad, parando brevemente en la “catedral de hielo”, edificio emblemático de esta ciudad, para verla por el exterior. No entramos porque las referencias que tenemos indican que el interior no merece mucho la pena y hay que pagar una entrada. Lo curioso del edificio es su forma exterior, imitando estar construida con placas de hielo, de ahí su nombre. Desde allí vamos directos a Polaria, centro de aventura basado en temas de las Regiones Polares. Lo más interesante: una película panorámica de las islas Svalbard, algunas especies animales curiosas y el acuario con mamíferos marinos Árticos. También hay alguna película sobre la captura de estos animales y exposiciones sobre la investigación polar. Pasamos un buen rato visitándolo, pero nos sabe a poco. Realmente pensábamos que sería más interesante (o al menos más grande).
A la salida nos vamos caminando para dar un paseo por el centro de la ciudad, por una calle peatonal que está bastante animada. Hace un buen día y luce el sol. Aquí la gente aprovecha para sacar su ropa de verano y sentarse en las terrazas, pero para nosotros hace frío a pesar del sol. Comemos en un Burguer King y hacemos algunas fotos en la calle principal. Después nos dirigimos al puerto desde donde se divisa a lo lejos la catedral de hielo.
A las 4 partimos hacia las Vesteralen. La carretera continúa bien (sin arcén, pero con buen asfalto) y entre bellos paisajes llegamos a Bjerkvik, donde dejamos la E6 para tomar la E10. Al alcanzar el Ofotfjorden se divisa a lo lejos la ciudad de Narvik y el paisaje es de gran belleza en esta hora cercana al atardecer. Este punto de cruce ofrece servicios de todo tipo: gasolinera a muy buen precio (merece la pena repostar aquí ya que en las islas la gasolina es más cara) supermercado e incluso hamburgueserías….
Poco después accedemos a las islas Vesteralen por un gran puente. Nada más cruzarlo comienza la lluvia. El paisaje en esta primera isla, llamada Hinnoya, no es especialmente bonito. Alterna entre granjas o casas de campo, con simplemente árboles y mar. Como ya atardece y no cesa la lluvia buscamos un lugar donde dormir. No ponemos especial énfasis en que sea bonito ya que con este tiempo no pretendemos salir de la AC. Finalmente pasamos la noche en un gran parking frente a los muelles en Lodingen.
DÍA 13 – VIERNES 19 AGOSTO: LODINGEN – ANDENES – STOKMARKNES 280 Km.
Hoy madrugamos de nuevo, y con los niños dormidos salimos hacia Andenes, el punto más al norte de estas islas. Tenemos desde ayer una reserva telefónica en el safari de ballenas Whalesafari para las doce y media.
Cruzamos las Vesteralen dejando en Strand la E10 y tomando la 82. Van surgiendo bonitas vistas, todavía mejores a esta hora de la mañana, aunque sin alcanzar la belleza exuberante de las islas más al sur de las Lofoten. El relieve aquí es más suave.
Llegamos a Andenes en la isla Andoya antes de las once. Es un pueblo pesquero con un enorme faro rojo situado en un entorno verde de gran belleza justo en el extremo norte de la isla. Nos dirigimos al punto de información en el centro de ballenas (Hvalsenteret) y nos indican que debemos estar allí a las doce. Damos una vuelta disfrutando del sonido de las gaviotas que están dando un auténtico concierto, rodeamos el faro y nos comemos un pequeño bocadillo ya que no regresaremos de la travesía hasta media tarde.
En el centro ballenero nos reciben con una pastilla para el mareo con dosis indicada para toda la familia en función de la edad. Después realizamos la visita al museo donde se nos ofrecen conocimientos básicos de la biología de las ballenas y la investigación científica, así como una proyección de preciosas fotos acompañadas de fondo con la música de Paul Winter y el sonido de las orcas. Las explicaciones corren a cargo de los mismos biólogos que nos acompañarán en el barco. Son en inglés, pero casi todos hablan español y nos traducen lo necesario. Nos explican también porque Andenes es tan buen lugar para ver ballenas. En ningún otro lugar de la costa Noruega el talud continental se encuentra tan cerca de tierra como aquí. En la bahía formada por la plataforma continental pastan una estable población de cachalotes machos. Desde Andenes se llega a esta área en tan solo una hora. Por lo tanto, hay más tiempo para contemplar las ballenas.
Nos citan después a las 2 en el barco. Se puede llegar en AC y aparcar al lado del muelle. En el barco se nos une un autobús de españoles. Uno de los biólogos que nos acompaña es vasco y durante la travesía casi todo se habla en español. Los guías suelen ser estudiantes o investigadores de diferentes países. Así pues, cada excursión adquiere el carácter de un proyecto de investigación.
El safari consiste en una hora de recorrido hasta el lugar donde se encuentran las ballenas, en la que te ofrecen té, café y galletas. Después una hora avistando ballenas y otra hora de regreso.
Transcurrida la primera hora paramos motores y esperamos la aparición de la primera ballena (ayuda mucho la colaboración del capitán que hace uso de avanzada tecnología). El mar está en calma y no hace casi frío. ¡hemos tenido suerte! Muy poco después divisamos la primera ballena a nuestra derecha. Se ve la parte superior del “lomo” y de vez en cuando resopla, ¡es emocionante! El barco se va acercando y ya no se oye ni respirar a nadie. Tanto es así que podemos escuchar perfectamente los resoplidos de la ballena. Después de unos emocionantes minutos viéndola desde bastante cerca, se arquea en una preciosa imagen y nos muestra su cola con elegancia. Sesión alucinante de fotos y aplauso espontáneo de los allí presentes. Más tarde el guía nos explica que es un cachalote macho bastante grande.
Alcanzamos a ver dos ballenas más (la tercera algo lejos) y comienza a llover. Nosotros, impermeabilizados hasta las orejas, no nos movemos de nuestro punto de observación y somos recompensados. Cuando la expedición está por finalizar aparece una cuarta ballena que podemos ver tan bien como la primera. Volvemos al puerto algo helados pero muy satisfechos. Los niños (y los menos niños) alucinados todavía por lo que hemos presenciado. El regreso a tierra lo hacemos a cubierto, en el saloncillo del barco, mientras nos tomamos la sopa caliente de verduras y el panecillo que nos ofrecen y que nos saben a gloria por el frío y el hambre que vamos teniendo.
De vuelta a la AC “comemos-merendamos-cenamos” un marmitaco de atún calentito, reponemos fuerzas y bajo la lluvia nos disponemos a regresar. Primero volvemos sobre nuestros pasos hasta Strand y desde allí, de nuevo en la E10, hasta la pequeña isla Hadseloya. Justo al pasar el gran puente que da acceso a esta isla, antes de Stokmarknes hay un área de descanso con buenos aseos y columpios. Las vistas son bonitas y pasamos una noche tranquila. Aunque estamos cerca de la carretera, no hay tráfico a estas horas.
DÍA 14- SÁBADO 20 AGOSTO: STOKMARKNES-HAMNOY 156 Km.
Comenzamos la mañana con el ferry que nos llevará a las Islas Lofoten desde Melbu. Tenemos suerte y nos cobran la tarifa de vehículos menores de 6m. Llueve y las nubes cubren las cumbres de fondo. Optamos por meternos al salón del barco y descansar un rato ya que el paisaje no se deja ver.
Desembarcamos en Fiskebol y avanzamos, realizando alguna foto que otra, entre llovizna y llovizna. En Svolvaer, entramos en un gran supermercado REMA 1000 para realizar unas compras, pan sobre todo, ya que mañana es domingo.
A partir de aquí el viaje será de ida y vuelta. Llegaremos hasta el pueblo más al sur: A y mañana regresaremos de nuevo a esta ciudad Svolvaer, para tomar el ferry a la península. Tenemos decidido desde antes de salir de casa realizar la travesía con este ferry y no con el que parte de Mosquenes, al sur de las islas. El motivo es buscar la travesía más corta. Por una mala experiencia en travesías marítimas del año pasado buscamos el trayecto menor ¡y si además es más barato mejor para nosotros!
Como está lloviendo y tenemos dos días enteros para visitar estas islas, optamos por ir directos a Borg, al museo vikingo Lofotr, y dejar un poco de lado las visitas paisajísticas. Comemos en el aparcamiento del mismo museo y nos disponemos a visitarlo. Los niños van muy motivados. Han leído mucho de vikingos antes de venir y, ya el año pasado nos llevamos de Noruega algún libro sobre ellos.
Donde hoy está el museo hace unos mil años se encontraba una de las construcciones más grandes de la era vikinga. Era la hacienda de uno de los más poderosos caciques del norte de Noruega, de 83 m de largo, reconstruida hoy en tamaño natural. En su interior se mantiene una ambientación que te traslada a la edad de hierro. La iluminación viene de las hogueras y las lámparas de aceite. Se pueden ver demostraciones de las labores que realizaban llevadas a cabo por gente vestida con trajes de esa época: tallado de madera, bordado de tapices…Es agradable y está bien ambientado. Además de la parte de talleres hay un gran comedor y una exposición de los objetos hallados en la zona. Los niños se copian un alfabeto vikingo para escribir luego sus nombres en el idioma de estos legendarios guerreros.
Este museo debe resultar más interesante antes del 15 de agosto. Ahora ya ha comenzado el colegio aquí en Noruega y las actividades infantiles en todos los lugares que visitamos ya no se realizan. No hay pues posibilidad de remar en el drakar y faltan algunos de los talleres para niños que organiza el museo.
En el exterior los animales domésticos pastan hoy como lo debían hacer entonces. Hay caballos, vacas, ovejas… pero lo más divertido son una familia de cerdos de una variedad más parecida a un jabalí. Los más pequeños se escapan y corren por el camino haciéndonos reír a todos. Tenemos suerte y la lluvia no aparece. Decidimos pues hacer a pie el kilómetro y medio hasta el embarcadero en el que hay una reconstrucción del drakar vikingo Gokstad. El paseo es entretenido. Pasamos por un bosquecillo con diferentes variedades de setas y por los corrales de ovejas a las que damos de comer. La imagen que ofrece la gran construcción vikinga a lo lejos, entre los terrenos de pasto, con el perfil montañoso de fondo te traslada fácilmente a otra época.
De vuelta al coche llovizna de nuevo. Decidimos seguir hasta A, mientras continúe la lluvia y mañana, si el tiempo mejora, ir recorriendo todos los pueblecillos que tenemos intención de visitar, durante la subida. Esta isla que dejamos atrás, Vestagoya, es en nuestra opinión la menos atractiva de las islas Lofoten. Tiene un relieve más suave y un paisaje más agrícola que las otras.
Flakstadoya nos recibe pues con una mejoría en el paisaje más indómito, menos “civilizado” y más atractivo por su escarpado perfil montañoso. Características que comparten las islas del sur. A la altura de Vitken el tiempo ha mejorado un poco y, como está atardeciendo (se adivina por el color del cielo entre nube y nube), nos acercamos a este pueblo que con su playa de blanca arena y grandes guijarros ofrece una bella vista del atardecer sobre el mar. Hacemos algunas fotos, pero enseguida comienza a llover de nuevo y continuamos la ruta en dirección sur.
Unos cuantos kilómetros más tarde, encontramos un área de descanso muy atractiva, justo antes de Ramberg. Esta al lado de una preciosa playa de arena blanca con un espectacular cielo de fondo y posibilidad de sacar muy buenas fotos. Paramos a cenar y a disfrutar del lugar. No nos quedamos a dormir porque en un gran cartel se indica la prohibición de acampar y, por si acaso, decidimos seguir un poco más. El único inconveniente de avanzar kilómetros a estas horas de semi-oscuridad es que es difícil hacer fotos, pero eso no importa, las fotos las haremos mañana. Ahora no llueve, la conducción es tranquila y el paisaje inmejorable. Vamos recreándonos en lo que vemos. Al pasar por Ramberg su enorme playa de arena se ve preciosa y serena.
Finalmente paramos a dormir en un área con aseos, dónde ya hay otras dos AC, una alemana y otra italiana. Los alemanes se acercan a saludarnos pensando que somos “paisanos” y se llevan la decepción que era de esperar. Antes de dar por finalizado el día damos un paseo por la zona, de gran belleza, entre el mar y la montaña, sin faltar la caída de agua. Está situada justo antes de Hamnoy, al lado del mar.
DÍA 15 – DOMINGO 21 AGOSTO: HAMNOY-SKUTVIK 141 Km.
Amanece un día precioso, justo lo que estábamos esperando para poder recorrer estas islas saboreando mejor el encanto de cada rincón. Nos ponemos en marcha temprano y justo a la entrada de Hamnoy encontramos instalaciones gratuitas, en muy buenas condiciones, para vaciado y llenado de la AC. Además, en un lugar de parada obligada para hacer la foto de postal mejorada par unas nubes bajas que cubren parcialmente las montañas del fondo dando un aspecto más frío e inhóspito al paisaje.
Continuamos luego hasta A, extremo sur de la isla, y aparcamos en una gran explanada a las puertas del museo. Despertamos a los niños y damos un paseo por los acantilados de la zona, en los que anidan infinidad de gaviotas.
Después comenzamos nuestro retorno hacia el norte. La primera parada en Reine, uno de los más conocidos pueblos de las Lofoten y, sin duda, el más fotografiado. El entorno en el que está enclavado hace de él un lugar especial y un maravilloso escenario para las fotografías. Hacemos parada en cada mirador. Le sigue Hamnoy en un entorno muy similar, con un pequeño puerto muy colorido. Aunque esta mañana ya hemos hecho algunas fotos volvemos a detenernos. Las nubes se han desplazado y el paisaje ha ido cambiando. Merece la pena realizar alguna foto más y mostrar este pueblecillo a los peques que esta mañana andaban dormidos.
Dejamos atrás la isla Moskenesoya y en Flakstadoya paramos a hacer unas fotos en la paradisíaca playa de Ramberg. Poco después nos desviamos hasta Nusfjord. Aparcamos y recorremos su pintoresco puerto de casitas de madera de colores, casi un museo al aire libre. Gran parte de sus casas son rorbuer típicos que se alquilan a turistas. Tiene además un museo sobre la obtención de aceite de bacalao con su secadero allí mismo. Este si tiene bacalao a pesar de la época tan tardía. Suponemos que como parte de la atracción turística., En el pequeño puerto disfrutamos con las medusas que se pueden observar claramente en sus limpias aguas. Podemos apreciar con nitidez el majestuoso movimiento que realizan al desplazarse. Hacemos algunas fotos, visitamos la oficina de información y continuamos nuestra ruta. Poco después entramos de nuevo en la isla Vestagoya y, unos kilómetros más tarde, nos desviamos en dirección norte a Utakleiv buscando las playas de arena blanca de la zona. Comemos en una de ellas, en un entorno que se asemeja al Edén en su belleza, y gozamos de un rato de recreo con las ovejas corriendo de un lado a otro y los niños detrás muertos de risa.
Después de comer nos ponemos de nuevo en camino y decidimos cruzar esta isla por la costa, empleando la carretera 815 y no la E10, buscando nuevos paisajes. Nos adentramos en Stamsund pero no encontramos nada interesante. Sin detenernos siquiera continuamos al norte. Tampoco es especialmente bonito el paisaje en esta carretera costera. Lo que si vemos hacia la mitad del recorrido es un camping con muy buen aspecto del que tomamos buena nota por si regresamos a estas islas en otra ocasión. Así vamos saliendo de la isla y ya en Austvagoya nos dirigimos a Henningsvaer. Justo en el cruce que da entrada a la localidad hay una preciosa playa de arena blanca que se deja ver cuando la marea baja. Llegamos al pueblo, al que se accede por un arqueado puente. Es uno de los centros de pesca más importantes de la región y se le conoce como “La Venecia de las Lofoten”. Es probablemente el pueblo más bonito e interesante de esta isla. Aparcamos cerca del centro y recorremos a pie el puerto situado en un canal que cruza la localidad. Está lleno de barcos, que con las casas de colores y las montañas de fondo ofrece una imagen digna de verse.
Regreso por el puente y parada en la playa de arena blanca que habíamos visto al entrar y que ahora es mayor porque la marea ha continuado bajando. Los niños disfrutan creando caminos de huellas en la playa virgen y nosotros haciendo fotos de cada cambio de luz en el paisaje.
Continuamos hasta Svolvaer y vamos directos a comprobar los horarios de ferrys. Como ya hemos descartado realizar el crucero por el fiordo del Troll que parte desde esta ciudad, decidimos no esperar a mañana, ya que queremos estar antes de las dos en el Saltstraumen (es la hora de subida de la marea) y marchando hoy tenemos más probabilidades de conseguirlo. Además, tenemos tempo de sobra hasta la salida del próximo ferry.
Así pues, nos vamos al centro de la ciudad a esperar que sea la hora de tomar el ferry. Cenamos ligero y damos un paseo por el puerto. Hace un viento helado y en la calle no hay más que algún grupito de turistas que como nosotros dan vueltas por las calles desiertas. La ciudad está ubicada en un entorno montañoso encantador pero el puerto está demasiado industrializado para obtener buenas fotos. De todas formas, resulta un paseo muy agradable.
Una hora antes de la salida del ferry (9’30) nos vamos a la Terminal y somos los primeros en la cola que poco a poco se va ampliando, pero en no más de 5 o 6 vehículos. He de decir que nos sorprendió muy gratamente la “Terminal” ya que tenía una agradable sala de espera acristalada con calefacción y unos aseos bastante cuidados. Nunca el año pasado encontramos una así.
Unos 15 min antes de la salida se acerca a la AC el cobrador, un tanto “guaperas” y se enrolla con nosotros hablándonos de España, de las Lofoten, del clima, etc… pero nos cobra la tarifa completa y casi se mete por la ventanilla para comprobar que llevamos sólo dos niños como le hemos dicho y no alguno más escondido.
El ferry hace escala en Skrova y el trayecto, especialmente hasta esta pequeña isla es espectacular, con las montañas de las Lofoten al fondo y constantes islotes salpicando el recorrido. Lamentamos que la ya tenue luz unida al movimiento del barco no nos permita realizar buenas fotos. Además, el frío es considerable y no permite estar demasiado tiempo en la cubierta del barco. Skrova es un pequeño pueblo pesquero muy colorido con un pequeño faro. Poco después una enorme luna llena aparece sobre el perfil montañoso al nordeste sobre un cielo de un azul muy intenso, creando tal belleza que parece un decorado.
Una vez en mar abierto y en vistas del frío nos instalamos en el salón casi vacío del barco, jugando a las cartas durante las dos horas de travesía. Una agradable velada con el mar en calma. Al llegar a Skutvik estamos muertos de sueño y no pasamos de la Terminal del ferry. Aparcamos de cara al mar, justo detrás del edificio y a dormir. Las instalaciones son tan buenas como las de partida en Svolvaer.
DÍA 16 – LUNES 22 AGOSTO: SKUTVIK- CIRCULO POLAR 425 Km.
Partimos temprano con los pasajeros todavía en la cama. Nuestro objetivo inmediato es llegar a Saltstraumen con la subida de la marea (hemos obtenido los horarios a través de Internet). El recorrido desde Skutvik a Ulvsvag para tomar de nuevo la E6 se hace un poco largo porque la carretera no es demasiado buena y los kilómetros cunden menos. Una vez en la E6 el trayecto es un constante entrar y salir de túneles. Al llegar a Fauske nos desviamos por la 80 en dirección a Bodo y en Holding tomamos la 17 durante unos once kilómetros.
Al pasar un enorme puente ya vemos a nuestra izquierda los remolinos en el agua, el revuelo de gaviotas y los pescadores apostados en los laterales del fiordo, pero no vemos indicaciones para un parking y pasamos de largo. Tenemos que dar la vuelta y finalmente entramos en el pueblo llamado también Saltstraumen y aparcamos en un ensanche a la entrada. Llegamos sobre la 1’30, justo a tiempo.
Caminando unos cuantos metros hay un café-bar sobre un montículo y a sus pies, al borde del agua, en las rocas, varios pescadores “haciendo su agosto”. Nos situamos tras ellos y disfrutamos durante casi una hora de la constante pesca, de los cambios de corriente en el agua y de los remolinos que se producen. Es el tremendo y salvaje maelström provocado por el choque de dos corrientes contrarias en el canal que une los fiordos de Salten y Skerstad. El sonido de las gaviotas es el broche de oro a este espectáculo. La nieve de las montañas al fondo brilla en este luminoso día, mientras vemos de vez en cuando a los peces saltando en el agua intentando hacer frente a la marea que les arrastra y a los pájaros al acecho para capturar su botín. Hacemos varias fotos y nos marchamos de allí lamentando no disponer de una caña de pescar para probar suerte como tantos otros. Aun así, ha sido una experiencia interesante para todos.
Volvemos a la carretera 17 y la tomamos en dirección sur porque justo al pasar el puente hay un área de descanso con mesas junto a un supermercado, donde por cierto tienen todo tipo de material de pesca. Allí comemos viendo todavía a lo lejos este fenómeno natural.
Después regresamos al cruce de Holding y decidimos ir hasta Bodo para subir al monte Ronvikfjellet y contemplar desde allí la ciudad. El esfuerzo no merece la pena ya que entrar y salir a la ciudad nos lleva demasiado tiempo para lo que se ve una vez arriba. El restaurante está cerrado, no hay nadie por allí y las vistas quedan semi-obstaculizadas por la misma colina. No sabemos si caminando por algún sendero que lleve al límite oeste del monte habrá algún mirador más espectacular pero no nos quedan ánimos para explorar. Hay muchos árboles y no estamos seguros si habrá un lugar adecuado. Son mucho mejores los miradores de Tromso, Alesund y Bergen.
Regresamos pues hasta Fauske para tomar de nuevo la E6. Llevamos bastante retraso respecto a nuestro plan original ya que adentrarnos en Bodo nos ha llevado más tiempo de lo que esperábamos. Poco después de Rognan se entra en el Saltfjellet Nasjonalpark y el paisaje entre bosques y rápidos en un río junto a la carretera es realmente precioso. Pasamos dos áreas de descanso muy cuidadas y muy bien ubicadas en las que hubiese merecido la pena parar a dormir o al menos a “explorar” un poco el entorno, os las recomendamos. Nosotros nos quedamos con las ganas, pero queremos hacer unos kilómetros más y casi sin darnos cuenta, nos vemos inmersos en el paisaje inhóspito de alta montaña que anticipa la llegada del Círculo Polar Ártico. Llueve, oscurece y parece que estamos solos en el mundo a excepción de algún que otro reno. En esta situación nos encontramos a un coche parado en el no existente arcén, cuya conductora nos hace señas para que paremos. Es una chica noruega que ha pinchado y no consigue aflojar los tornillos de la rueda para cambiarla.
Permanecemos todos en la AC calentitos y secos, mientras Javier bajo el viento y la lluvia le cambia la rueda rápidamente empapándose en el proceso. Yo le ofrezco a la chica unas toallitas húmedas para las manos llenas de grasa y se marcha dándonos las gracias efusivamente. Desde la AC he inmortalizado el momento en una foto.
Pasamos por el Círculo Polar Ártico sin detenernos, no está el tiempo para hacer turismo, y a unos 10 Km nos instalamos en un agradable camping de Kokstranda, el Kokstrand-camping. Las baterías de las game boy están a cero y los niños las echan en falta.
El camping tiene zona de juegos con la añorada cama elástica. Está ubicado al lado de un río con una pequeña cascada de fondo y somos la única AC del lugar y casi los únicos ocupantes. El lugar es tranquilo y bonito. Con buenos servicios. Y, al estilo noruego, en la recepción reza este cartel: “instálate dónde quieras sin preguntar y luego vienes al restaurante al otro lado de la carretera a registrarte”. Esto vale para todos, incluso para las cabañas que estaban todas con las puertas abiertas. Es el más barato hasta ahora.
DÍA 17 – MARTES 23 AGOSTO: CÍRCULO POLAR – MOSJOEN 207 Km.
Ya no llueve, pero todo está mojado. Viendo las caritas de decepción de los niños por no poder usar la única cama elástica que hemos encontrado este año, les coloco los pantalones impermeables, les cubro los calcetines con bolsas de bocadillo sujetas con esparadrapo y ¡a disfrutar! Mientras Javier pone a punto la AC en las instalaciones del camping practican todo tipo de piruetas. Algunas de ellas quedan inmortalizadas en las fotos.
De nuevo en marcha decidimos retroceder los 10 kilómetros que nos separan del Círculo Polar Ártico en Noruega para visitarlo. En este punto, señalizado en la carretera por dos pilares laterales con el símbolo del círculo, se encuentra el Polarsirkelsenter, una especie de tienda-museo donde se exponen colecciones relacionadas con la fauna, la geografía y la cultura de estas regiones. Se puede conseguir además el certificado de paso por el Círculo Polar y recuerdos de todo tipo. La entrada al museo es de pago y como no nos parece gran cosa nos limitamos a dar un vistazo a la tienda. El paisaje que rodea este curioso edificio de tejado rojo es una extensión de terreno sin un solo árbol muy similar al paisaje de tundra de Mageroya. Ciertamente tiene un aire más “autentico”, de mayor contacto con la naturaleza inhóspita, que el paso por Finlandia dónde únicamente te encuentras con un Centro comercial. En el exterior, además del aparcamiento, hay diferentes monumentos conmemorativos a lo largo de la línea imaginaria que traza el Círculo Polar, indicando la latitud. También, siguiendo la tradición de estos países, montones de torrecillas hechas con piedras. Esto está en todos los lugares significativos de Noruega. No sabemos muy bien si como recuerdo de haber estado allí, como ofrenda a los espíritus o porque todo el mundo lo hace. Nosotros, por si acaso, añadimos una piedrecita cada uno, a una gran pirámide común que estaba llena de ellas.
Ponemos rumbo al Svartissen no sin antes cruzarnos con una manada de renos. Conscientes de que sería probablemente la última que veríamos en este viaje les dirigimos todos una mirada de despedida. ¡Comenzamos a sentir que nos vamos!
Pese a las buenas intenciones, no llegamos al parking del glaciar hasta la 1 del mediodía. La entrada desde la E6 está muy señalizada: unos 9 km antes de Mo i Rana, justo en el aeropuerto. El último tramo es un camino sin asfaltar.
El problema para visitar el Svartissen es el horario del barco que parte cada 2 horas y si no llegas a tiempo te supone un atraso considerable. Nosotros tenemos suerte. Partirá a las 2. Comemos rápido y llegamos justo a tiempo. Al bajar de la AC, al lado del sendero que parte para llegar al glaciar caminado, vemos la seta más bonita del viaje, es idéntica a las de los cuentos de gnomos. Yo no pensaba que existiesen de verdad: el tallo blanco, la caperuza redonda y abultada en color rojo vivo y llena de puntitos que parecen de merengue blanco. Los críos entusiasmados piden una foto del hallazgo para mostrar a sus amigos.
Subimos al barco y en 20 minutos llegamos al embarcadero en el otro extremo del lago (un cobertizo con cuatro tablones de madera y poco más). A su lado cae una gran cascada que ya veíamos a lo lejos desde el aparcamiento. A partir de aquí indica 2 km andando hasta la lengua del glaciar. Pensamos que es algo más, al menos si como nosotros te acercas hasta el hielo.
El trayecto hasta el glaciar es primero de subida hasta la boca de la cascada y luego más llano. Pero el avance es complicado ya que el terreno en su totalidad es de roca muy laminada (como la pizarra) y cuesta un tanto avanzar sobre ella. El camino está marcado por banderas rojas. Lo primero en verse es un gran lago con trozos de hielo flotantes y finalmente giras en un saliente y te encuentras justo al pie de la enorme masa de hielo. Es impresionante. Es tan grande y estamos tan cerca que no “cabe” entera en una foto. Esta lengua del glaciar es la llamada Ostisen o del lado este, pero este enorme glaciar, segundo más grande de Noruega, tiene otra vertiente al oeste más popular a la que se accede desde la costa y que nosotros no visitaremos en este viaje. Están divididas por el valle Vesterdalen
Llegar desde el embarcadero a este punto nos lleva más o menos una hora. Para cuando llegamos, los que viajaron con nosotros en el barco ya regresaban. Nosotros decidimos quedarnos haciendo fotos y recrearnos un poco más con las maravillosas vistas. No llegaríamos al barco de las 16:30 pero todavía queda otro a las 18:30 (el último del día).
Nos acercamos por el lateral derecho a la enorme masa de hielo, pero no llegamos tan cerca como para tocarla. El avance es complicado. Nos acercamos lo suficiente para ver de cerca las enormes grietas del hielo y sacar unas cuantas fotos.
Comenzamos el regreso con amenaza de lluvia, pero tenemos mucha suerte y no comienza hasta que llegamos al cobertizo del embarcadero. Todavía tenemos que esperar una hora la llegada del barco y la pasamos jugando con los niños a preguntas y respuestas sobre lo visitado hasta ahora ¡menudo lío se hacen con ciudades como Karasjok o Rovaniemi!
Unos minutos antes de la llegada del barco regresan dos parejas de gallegos con los que nos hemos cruzado en la bajada. Entablamos una animada conversación durante el trayecto en barco e intercambiamos información sobre nuestros respectivos viajes y sobre la región de los fiordos que nosotros visitamos el año pasado y ellos se disponen a visitar.
Nos atrae mucho una actividad que han realizado en las Vesteralen: En Bleik un pueblo cercano a Andenes, algo más al sur, encontraron la posibilidad de salir de pesca con traslado en barca, equipo necesario y compañía experta incluida. Cuentan que la cantidad de pescado que se puede conseguir en poco tiempo es increíble y lamentamos no haber conocido antes esta posibilidad. Vosotros aún podéis hacerlo.
Partimos algo tarde y dormimos en un área de descanso justo antes de Mosjoen, cerca del agua. Dispone de aseos tipo retrete (solo un agujero con caída libre) pero para nosotros como si no hubiera. ¡Pasamos todos!
DÍA 18 – MIÉRCOLES 24 AGOSTO: MOSJOEN – TRONDHEIM 415 Km.
Partimos con los niños durmiendo hasta la cascada Laksforssen, visible en el lado derecho de la carretera poco después de Mosjoen. En el aparcamiento se visten y desayunan. Recorremos la zona buscando los mejores ángulos para hacer fotos y visitamos la tienda-restaurante. Los aseos son una maravilla y están a la última en tecnología. Hasta el papel para secarte las manos sale con solamente ponerlas delante pues dispone de un sensor (¡aquí no hay quién se aclare, igual te encuentras un “retrete” que lo último en tecnología!).
A partir de aquí la carretera atraviesa (o más bien bordea) el Parque Nacional Børgefjelll y ofrece un paisaje que nosotros llamamos “tipo canadiense” con abetos, lagos y ríos, que va creando espectaculares vistas.
Poco antes de Steinkjor paramos a comer un área junto a un lago. Hoy hace un día soleado y volvemos a ir en manga corta en estas horas centrales del día. Podemos dar un paseo y descansar un poco. Pero comemos dentro porque hace algo de viento que puede resultar incómodo. Eso sí, con todas las ventanas abiertas. Es muy agradable.
Después de comer continuamos hasta Trondheim. A medida que nos vamos acercando a esta ciudad el paisaje va siendo cada vez más agrícola e industrial, muy urbanizado y mucho menos interesante.
Llegamos a Trondheim sobre las 6 de la tarde después de pasar 3 peajes para entrar en la ciudad. Aparcamos muy cerca de la Catedral de Nidaros en una zona “azul” y nos acercamos hasta ella paseando, pero ya está cerrada. Es la atracción turística principal de la ciudad, lugar de peregrinaje porque alberga la tumba de Olav el santo, rey vikingo que introdujo el cristianismo en Noruega, además es la catedral medieval más septentrional del mundo. Nosotros no hemos puesto especial énfasis en llegar antes ni planeamos dedicarle mucho tiempo a esta ciudad que ya conocíamos. Nuestra visita es más bien una parada en la ruta hacia el sur.
Damos una vuelta alrededor de la catedral y nos acercamos después al Palacio Arzobispal, aunque no vamos más allá del patio, también de estilo medieval, ya que el interior alberga el museo del arzobispado que no planeamos visitar. La verdad es que el conjunto de ambos edificios, tan claramente medievales, contrastan en este país de estilo tan diferente. Sin embargo, para nosotros es más habitual este tipo de catedrales que ver casas de madera de colores junto al agua, por ejemplo y no nos llama especialmente la atención.
Desde aquí nos cercamos al Gamle Bybro, el viejo puente de la ciudad, con sus portales en hierro forjado pintado de rojo, para hacer unas fotos de este y de las casas de colores sobre el río. Damos después un pequeño paseo por la zona comercial, hacemos unas compras en el Rema1000 y nos ponemos en marcha.
Paramos a dormir en una agradable área de servicio junto a un río a unos 30 km de Trondheim en dirección a Oslo. Por primera vez en Noruega los aseos tienen un anexo para el vaciado de WC químico. Estamos acompañados por varias AC más.
DÍA 19 – JUEVES 25 AGOSTO: TRONDHEIM – OSLO 461 Km.
Partimos como siempre antes de las 8 en dirección a Oslo por la carretera E6. Poco después de Oppdal entramos en una larga garganta entre paredes de roca negra que crean un entorno muy atractivo. Mas tarde la carretera va subiendo, adentrándose en el Dovrefjell Nasjonal Park y el paisaje se torna en árido altiplano con algún que otro lago. El problema es que hace un viento fortísimo que tambalea la AC y parece que va a sacarnos de la estrecha carretera. En tan inmensa llanura no hay nada que frene la fuerza del viento. Son unos kilómetros bastantes cansados (creo que los peores del viaje). También la temperatura baja unos cuantos grados y llueve. Por fin al llegar a Dombas se suaviza el paisaje y el clima.
Los pueblos de esta zona nos recuerdan mucho a Lom (que queda muy cerca de aquí). Tienen muchas casas de madera oscura desapareciendo el colorido de la costa. Se asemejan más a poblados vikingos. Lo que nunca cambia es la existencia de agua. Muy pocos kilómetros hemos encontrado en la carretera noruega en la que no se vea agua en alguna de sus múltiples manifestaciones: río, glaciar, lago, fiordo, … ¡o lluvia!
Hacia las 4 llegamos a Oslo bajo una lluvia constante que no ha cesado desde que hemos comido, a unos 100 km de la ciudad, en un área de servicio.
Oslo nos recibe con un intenso tráfico y atascos en las grandes vías de acceso a la ciudad. ¡Es la primera vez que vemos un atasco en Noruega!
Atravesamos la ciudad siguiendo las indicaciones E18 DRAMEN hasta la salida a la península de Bygdoy, donde se encuentran la mayor parte de los museos de la ciudad, y vamos directos al de los barcos vikingos. Habíamos comprado días antes un libro en español sobre los vikingos que hablaba del enterramiento de Oseberg y de los objetos allí encontrados. Todos ellos se encuentran en este museo y la visita nos resultó muy interesante, sobre todo por la emoción de los niños al ver un barco vikingo “de verdad”.
El museo no es muy grande, pero si muy interesante por la importancia histórica de los hallazgos allí expuestos. Tanto los barcos como los objetos que se pueden ver en este museo proceden fundamentalmente de dos enterramientos de la época vikinga hallados en el fiordo de Oslo: Oseberg y Gokstad.
Según la tradición vikinga a los hombres importantes debían ser enterrados en un túmulo memorial acompañados de alimentos, armas, animales, etc… incluso una esclava. Entre los objetos más interesantes expuestos en este museo están un carro y tres trineos en madera tallada encontrados en el enterramiento de Oseberg. De cualquier manera, los barcos en si mismos ya hacen que la visita merezca la pena, al menos para nosotros.
A las 5:30 estamos fuera. Como la lluvia es leve decidimos no marcharnos todavía al camping y viendo que el acceso no es complicado nos vamos con la AC hasta el Frognerparken, un enorme parque de gran belleza, diseñado por Vigeland y decorado con sus esculturas. Aparcamos en la zona gratuita destinada a ello junto a una de las entradas al parque. Provistos de impermeables nos disponemos a recorrerlo. Poco después cesa la lluvia y podemos disfrutar del paseo, las vistas y obras de arte que lo decoran. De vez en cuando llegan remesas de turistas que tenemos que andar esquivando para hacer fotos.
Desde aquí, de nuevo por la E18 en sentido contrario, nos dirigimos al camping. El acceso está muy señalizado. ¡Menos mal porque se dan una y mil vueltas antes de llegar a él! Se encuentra en un monte frente al centro de la ciudad. Es un lugar agradable con césped, columpios y buenas vistas. Las instalaciones están bien, pero es bastante caro, además la electricidad y la ducha se pagan aparte.
DÍA 20 – VIERNES 26 AGOSTO: OSLO – MUNKEDAL 201 Km.
Hacia las 9:30 salimos del camping. Hemos decidido llevar la AC hasta Bygdoy ya que ayer nos resultó muy sencillo llegar allí. Así cuando terminemos la visita a la ciudad continuaremos nuestra ruta. Como vamos a realizar la visita a Oslo partida en una tarde y una mañana no vamos a comprar el Oslo Pass pero puede resultar interesante para quienes paséis un día completo ya que incluye la entrada a museos y el transporte.
Poco después de las 10 estamos en el Museo Folklórico que acaba de abrir sus puertas. Pasamos la mayor parte de la mañana recorriéndolo. Es un museo al aire libre que alberga construcciones traídas de diferentes partes del país representando diferentas períodos históricos. La visita a estas viviendas, granjas, escuelas, etc… se complementa con exhibiciones en el interior de alguna de ellas del modo de vida, costumbres y tradiciones con gente vestida apropiadamente realizando tareas de la época. En determinados días puede haber incluso bailes típicos, degustaciones, etc… pero, como ya sabéis, nosotros hemos llegado algo fuera de temporada.
De la visita destacamos la iglesia vikinga traída de Gol decorada con tallas y frescos, y las casas tradicionales de madera. Es como recorrer la Noruega medieval, además hace un día estupendo sin gota de lluvia y resulta muy agradable el paseo.
En esta península de Bygdoy están también los museos Fram y Kon-tiki que albergan a estas embarcaciones y la historia de las expediciones. En concreto el Fram recoge fotografías y relatos de las diferentes expediciones polares en las que participó y es muy interesante. Nosotros ya lo conocíamos y en este viaje no lo visitaremos.
Nuestra intención inicial era dejar aquí la AC y trasladarnos al centro de la ciudad con el barco trasbordador para luego regresar a buscarlo. Os lo recomiendo. Era una buena idea, pero como hasta el momento nos había resultado tan sencillo desplazarnos y aparcar en esta ciudad, decidimos llevarnos la AC hasta el centro, donde teníamos localizado un parking descubierto cerca de la Nasjonalgalleriet. Pero al llegar allí había un mercadillo instalado en él y por más vueltas que dimos no encontramos aparcamiento en la zona. Terminamos en un Europarking bastante caro en un barrio cercano a la estación del tren y nos desplazamos en metro hasta el centro de la ciudad. En fin ¡no todo sale bien!
Nos dirigimos al puerto de Oslo. Parece que toda Noruega está allí ¡con razón en todo el país hemos visto tan poca gente! Hay mucha animación en todo el paseo marítimo y hace un día soleado. Nos recuerda un tanto a cualquier paseo por Barcelona o Alicante, y, aunque siempre es agradable, para nosotros es demasiado habitual.
El centro de Oslo, en nuestra opinión no es tan bello como Estocolmo. El puerto, frente al ayuntamiento esta flanqueado por la fortaleza Akershus y el Aker Brygge, una especie de Centro comercial y de ocio. No existía o era mucho menos grande cuando nosotros visitamos Oslo en el 92, sin embargo, comimos en el mismo McDonald. El camarero que nos atendió hablaba muy bien español porque venía de pasar un año y medio trabajando en un Mc Donald de Barcelona y estuvo un rato charlando con nosotros de su país, sus gentes y costumbres.
Mas tarde dimos un paseo hasta el final del muelle y vuelta, haciendo fotos y disfrutando del ambiente. Desde allí nos marchamos al Palacio Real situado al final de la Karls Johan allé para realizar alguna foto más y regresamos de nuevo en metro a la AC.
Salimos de Oslo a media tarde y gastamos nuestras últimas coronas en gasoil y algo de comida en el supermercado. El tramo hasta la frontera sueca es todo autopista y se pasan dos peajes. Noruega nos despide con el precioso atardecer “anaranjado” que levamos esperando desde que pisamos Escandinavia.
Entramos en Suecia con lluvia y decidimos ir pensando en descansar. Paramos en un área con gasolinera poco antes de Munkedal. Dispone de un gran aparcamiento lleno de camiones donde también hay una AC.
DÍA 21 – SÁBADO 27 AGOSTO: MUNKEDAL-SORO 565 Km.
Nos levantamos a las 8:30 y poco después nos ponemos en marcha hacia Helsinborg. El día ha amanecido muy bueno. A la altura de Uddevalla cruzamos un puente espectacular que inmortalizamos en una foto. A partir de ahí nada memorable, únicamente conducción tranquila por la autopista al ritmo lento de estos países (ya echamos de menos las carreteritas noruegas, las paradas en cualquier pueblo o tiendecilla y los paisajes increíblemente bellos y cambiantes que no permiten el aburrimiento).
Cruzamos a Dinamarca de nuevo por el puente Oeresund. La diferencia de precio respecto al ferry es muy poca y así evitamos tener que esperar la salida. Además, a nuestra llegada cruzamos este puente casi de noche y ahora podremos verlo mejor y fotografiarlo.
Es casi mediodía y como el museo de barcos vikingos de Roskilde cierra a las 5 pasamos de largo Copenhague y vamos directos a sus instalaciones. Comemos en el aparcamiento y rápidamente vamos a visitarlo.
El museo, al lado del Roskilde Fjord, alberga los restos de cinco embarcaciones hundidas intencionadamente con el fin de bloquear la entrada de barcos al fiordo y de este modo el acceso a la ciudad en una batalla contra los vikingos noruegos. No hay guías en español de la exposición, pero ya habíamos leído de él en nuestras guías y nos vamos enterando con las explicaciones en francés y en inglés distribuidas en paneles por el museo. Es interesante y en el está muy bien ilustrada la batalla paso a paso, pero no alcanza la magnitud del museo de barcos vikingos de Oslo.
Además de las instalaciones en las que se hallan expuestos los restos de los barcos, el museo cuenta con una parte al aire libre donde hay talleres, tareas realizadas en vivo y un puerto con reconstrucciones de los barcos. Entre las actividades está la posibilidad de remar en un drakar por las aguas del fiordo. Nosotros no lo hacemos porque los niños no tienen demasiado claro aquello de remar. Optamos por verlos alejarse. Ofrecen una bonita estampa cuando al adentrarse en las aguas izan las velas.
Del museo subimos caminando a través de un extenso parque hasta la iglesia de Roskilde. De lejos parece más bonita, pero, una vez cerca, nos resulta una inmensa mole de ladrillos desproporcionadamente grande. La ciudad también nos decepciona ya que habíamos leído de ella como pueblo de carácter medieval, pero sólo encontramos alguna casita aislada que nos pudiera resultar interesante y una ciudad sin nada especial, con las calles absolutamente vacías a pesar de ser un sábado a las 5 de la tarde. Quizá no hemos dado con la zona más interesante, pero no disponemos de más información, ni conseguimos encontrar la Oficina de Turismo a pesar de las indicaciones. Finalmente, decepcionados y algo fastidiados por haber perdido aquí más tiempo del previsto, nos marchamos a Copenhague.
Aparcamos cerca del parque Tivoli y nos disponemos a dar un paseo por el centro de la ciudad que a primera vista nos resulta encantadora. Hay un ambiente increíble en sus calles y terrazas. El clima es muy bueno. Caminando por las concurridas calles peatonales recorremos desde Tivoli hasta Nyhavn, una calle junto a un canal lleno de barcos donde las terrazas de los restaurantes están “a tope”. Hacia el final del trayecto comienza a oscurecer y decidimos dejar la visita a La Sirenita para un próximo viaje así como el palacio Amalienborg y los jardines de esa zona. No podemos quedarnos aquí para continuar mañana la visita como hubiésemos deseado porque tenemos planeado visitar Legoland y no podemos hacerlo partido en una tarde y la mañana posterior por razones obvias. ¡Una lástima! No solo porque esta ciudad promete y nos está dejando una muy buena impresión, sino que además el lunes podríamos prescindir de ese medio día que hoy nos falta. Pero ya hemos estudiado el tema unas mil veces y como no hallamos solución mejor dejamos esta asignatura pendiente para volver en otra ocasión.
Regresamos caminando hacia la AC, el ambiente continúa llenando las calles y en el parque Tivoli todas las lucecitas encendidas dan un encanto especial a la noche. Copenhague nos ha dejado con ganas de más.
No queremos dormir en plena ciudad y, como no es tan tarde, partimos en dirección a Legoland para avanzar algo más. Queremos estar allí mañana a las 10 cuando abran sus puertas. Paramos en una completísima área de servicio justo antes de la salida de Soro. Tiene aseos independientes de la gasolinera y del restaurante y zona gratuita de vaciado y llenado.
DÍA 22 – DOMINGO 28 AGOSTO: SORO-LEGOLAND 245 Km
Nos levantamos temprano para poner a punto la AC y partimos rumbo a Legoland. Pasamos un puente de peaje entre Korsor y Niborg (este peaje fue una inesperada y desagradable sorpresa, ya que no sabíamos de su existencia). Nada que envidiar al Oeresund ni en longitud y estética, ni en precios. Aunque tenemos suerte y nos cobran la tarifa menor de 6 metros.
Llegamos a Legoland sobre las 11. Aparcamos en la zona más cercana al parque que es de pago y, con la mochila ya preparada, nos dirigimos a las taquillas. No hay plano-guía en español ni francés, pero nos arreglamos con uno en inglés.
Nos resulta más atractivo de lo que esperábamos, divertido e interesante para la edad de nuestros hijos (los adolescentes pienso que echarían en falta emociones más fuertes) y un adecuado broche final para el viaje que además hace más llevadera la bajada desde Noruega.
En el parque yo diferenciaría dos partes. Una llamada Miniland que consiste en construcciones realizadas con fichas lego reproduciendo en miniatura ciudades de la Europa del Norte, así como edificios o monumentos emblemáticos del mundo. Esta zona es parecida a parques como Madurodam en Holanda o Francia en Miniatura en París.
La otra parte es el parque de atracciones propiamente dicho y tiene sus zonas diferenciadas de piratas, medieval, de aventuras, del oeste y de ciudad. Eso si, los decorados en todas ellas continúan estando realizados con fichas Lego.
Muy original una atracción que consiste en una carrera en coche de bomberos para apagar un fuego. Cada familia o grupo de amigos monta en un coche, lo desplaza por un rail hasta la casa incendiada a base de dar a una palanca, bajan, bombean el agua y apuntan con la manguera hasta apagar el ficticio incendio en una de sus ventanas y después regresan con el vehículo al punto de partida ¡llegamos los segundos por un pelo!
Hay lugares para comer de todos los precios, pero además, a diferencia de los parques temáticos que conocemos, hay muchas áreas de picnic y ningún inconveniente en que lleves tu propia comida. Había familias que traían hasta neveritas de camping, termos, etc… y se montaban allí un verdadero festín.
Apuramos hasta la hora del cierre y aún visitamos la tienda para ¡cómo no! llevar algún Lego de recuerdo. Después, ya en la AC, decidimos salir del parque y avanzar un poco. Paramos en un área tan completa como la de ayer en la E45 dirección sur, poco después de la salida 68. Realmente estas áreas danesas están muy bien preparadas.
DÍA 23 – LUNES 29 AGOSTO: LEGOLAND-DÜLMEN 538 Km.
¡Hoy dormimos hasta las 9! Nos hemos concedido este día sin prisas antes de devolver mañana la AC. Debemos ir haciendo el equipaje y recogiendo y limpiando todo.
Desayunamos muy tranquilos y partimos hacia la frontera alemana. Apuramos al máximo el gasoil que en Alemania es más barato y en la primera salida de este país nos desviamos al pueblo más cercano para llenar el depósito.
Aquí ya “da miedo” adelantar pues los coches literalmente “te comen” en la autopista ¡menudo contraste!
Paramos a comer en Bremen, pero no nos adentramos al centro de la ciudad por no andar buscando parking. En una avenida junto al río, con una gran zona verde y sombra para aparcar, paramos a comer y descansar. Muy cerca hay un parque con columpios y hasta una cama elástica. Después de comer damos un paseo al lado del río. Es uno de esos parques del norte y centro de Europa, con extensas zonas verdes y árboles donde todo el mundo va en bicicleta, se sienta bajo un árbol a leer un rato, toman el sol sobre el césped, pasean al perro y ¡hasta vemos una pareja haciendo una barbacoa con su niño! Es un lugar tranquilo y muy agradable.
De nuevo en ruta paramos en un área de servicios muy bien equipada, pero sin ninguna instalación para AC. En general, en Alemania las áreas con gasolinera suelen tener a su favor restaurantes con menús bastante económicos y en cambio los aseos de pago, pero en ninguna hemos encontrado instalaciones para AC.
Nos concedemos un par de horas para hacer el equipaje mientras los nanos juegan en los columpios. Finalmente, cansados y con bastante calor (Solo 26º pero ya no estamos acostumbrados), decidimos cenar en el Burguer King dentro del área de servicio. Tiene una zona de juegos con ordenador para niños y se lo pasan en grande mientras nosotros descansamos un poco.
Después de cenar avanzamos unos kilómetros, pero seguimos sin encontrar ningún área de vaciado. Todavía no hemos visto ninguna en Alemania. Todas están a tope de camiones. Nos quedamos en una con gasolinera justo después de Dülmen.
DÍA 24 – MARTES 30 AGOSTO: DÜLMEN-LYON 919 Km.
Madrugamos para terminar de recoger y limpiar la AC y aun así no llegamos a la empresa de alquiler hasta las 10. Los alrededores de Dusseldorf son una maraña de autopistas con mucho tráfico. Normalmente en nuestros viajes evitamos esta ciudad y sus alrededores, pero la empresa de alquiler estaba aquí y no hemos tenido más remedio que cruzar la zona ¡nunca más!
Encontramos el coche dónde lo habíamos dejado, pero ya tiene hasta telarañas ¡pobrecillo! Mientras trasladamos el equipaje y conseguimos que el encargado que está ocupado con otros clientes nos atienda, se nos hacen las 12:30 y comenzamos a ponernos “nerviosillos”. Tenemos una larga etapa hasta Lyon.
Como ya sabíamos, cruzar esta zona de Alemania es un lío tremendo aún con el mejor de los mapas. Menos mal que si te equivocas de carretera hay mil posibilidades para llegar al mismo sitio.
Poco antes de llegar a Luxemburgo decidimos desviarnos hacia Saarbrücken para ir desde allí a Metz, ya que en la subida la carretera Metz-Luxemburgo estaba cortada por obras. Llegando a Saarsbüken todavía no aparecía ninguna indicación a Metz o a Francia y desde dónde nosotros veníamos la ciudad se cruza por el centro sin ningún tipo de circunvalación. Las indicaciones eran tan confusas que aún con experiencia en recorrer las carreteras de Europa fue imposible no perderse. Terminamos recorriendo pueblecitos de la periferia que en el mapa aparecían como fronterizos sin que apareciese una sola indicación a Francia.
Fue uno de los momentos más extraños que hemos vivido viajando, como si fuese imposible salir de Alemania. Nos sabíamos muy próximos a Francia, pero no había forma de cruzar la frontera y aquello comenzaba a ser agobiante. Además, sabiendo que debíamos llegar a dormir a Lyon, dónde ya teníamos reservado y pagado el hotel, imaginad nuestro estado de desesperación.
Finalmente conseguimos entrar en la autopista francesa a las 6 de la tarde y todavía nos quedan unos 500 Km. (Nos hemos ganado unos cuantos kilómetros extras sobre la ruta prevista). Para colmo al entrar en el primer peaje nos para la policía francesa y nos pide la documentación, ¡menos mal que la cosa no pasa de ahí y no nos hacen sacar todo el equipaje!
En fin, hoy no es nuestro día, pero como el chófer se aplica, el tráfico es escaso y la carretera muy buena, suprimiendo el exceso de paradas, llegamos a Macôn a la hora de cenar y hacia las 11 estamos en nuestro hotel en el centro de Lyon. ¡Y eso que la mala suerte nos duraba y a la entrada de Lyon está cortado el acceso al centro por la A7! ¡Menudo día!
DÍA 25 – MIÉRCOLES 31 AGOSTO: LYON-MONFORTE DEL CID 1144 Km.
Hoy toca madrugón para todos. Salimos de Lyon sobre las 8:30 por la 17 y no encontramos excesivo tráfico a pesar de ser hoy el último día de agosto. Esto será así durante todo el trayecto hasta Monforte, no sabemos si por ser miércoles y no fin de semana.
La primera parada la realizamos en un área próxima a Orange para tomar un café y repostar. Después continuamos hasta el área del Montseny, casi en Barcelona, donde paramos a comer. Cambiamos de chofer y hacemos otro trayecto hasta Castellón donde merendamos y descansamos un rato en un área de servicio. Nuevo cambio de conductor y continuamos hasta Monforte. Ningún incidente ni acontecimiento memorable en esta jornada. Tan sólo andamos con ganas de llegar a casa cuanto antes.
Llegamos al final de la tarde, muy cansados pero muy satisfechos con las experiencias vividas. En esta última jornada hemos releído este relato que llega a su fin, hemos vuelto a ver las casi 1000 fotos realizadas y estamos deseando llegar para compartir la experiencia con la familia y amigos.
CONSIDERACIONES FINALES
Decir para terminar que la AC, a pesar de ser de alquiler, estaba en muy buenas condiciones y era muy nueva, con tan sólo unos 4000 Km (nosotros le añadimos unos 8.000). Todo funcionaba perfectamente y el equipamiento era muy completo, incluso mayor de lo que estaba descrito al hacer el alquiler (tenía TV con parabólica, aunque nunca la usamos).
La distribución con una cama doble fija en la parte de atrás que solían usar los niños, el comedor en forma de U que se ampliaba con los asientos de delante (justo al lado de la cocina) y una segunda cama que se abatía sobre los asientos delanteros sin necesidad de capuchina, resultó de lo más cómoda. Además, nos gustó muchísimo la buena iluminación y la sensación de amplitud que daba este modelo integral.
Comentar por último que efectivamente la experiencia de viajar en autocaravana ha sido estupenda y ha contribuido a hacer de este viaje una gran vivencia, tanto para nosotros los adultos, como para nuestros hijos. Hemos conseguido, como pretendíamos, hacer de este un viaje menos agotador que el del año pasado, pero además le hemos añadido un nuevo modo de convivencia que lo ha enriquecido.