Navidad en Viena

INTRODUCCIÓN

Este viaje lo hemos realizado con nuestros hijos de 24 y 22 años y sus jóvenes acompañantes, en diciembre de 2019.

Hemos volado de Alicante a Viena y hemos contratado traslado privado para ir y volver a nuestro apartamento de alquiler en la ciudad, en la que hemos empleado transporte público. Ha sido una breve escapada de tan solo 3 días entre el 21 y 24 de diciembre.

PROYECTANDO EL VIAJE

Cuando se acerca diciembre surge en nosotros el deseo de visitar mercados navideños de los que tanto abundan en Centro-Europa, pero siempre tenemos el problema de que mis vacaciones comienzan cuando la mayoría de los mercados están por cerrar, ya que en realidad son mercados de Adviento y suelen permanecer abiertos desde comienzos de diciembre hasta Nochebuena.

En los últimos años nos hemos ido “apañando” visitando alguna ciudad más grande que los mantiene hasta Fin de Año o, incluso, el año pasado, pasando la Nochebuena en Cracovia. Pero lo cierto es que esa noche tan especial nos gusta estar en casa para celebrarlo con toda la familia.

Por eso, al ver que en este año 2019 las vacaciones comenzaban el día 21 (por ser sábado) y podíamos disponer de unos días previos a Nochebuena, posibilitándonos así visitar algún mercado en pleno apogeo y regresar a tiempo de cenar en casa, comenzamos con tiempo a buscar destino.

Viena fue la elegida simplemente porque, estando entre las ciudades que nos interesaban, disponía de vuelo directo desde Alicante, con un horario que nos permitía aprovechar al máximo el tiempo que teníamos disponible hasta la tarde del 24.

Dicho y hecho. Comenzamos por reservar vuelo para dos, por miedo a quedarnos sin ellos, pero en un par de días ya éramos seis ¡Viajaríamos todos juntos!

Ya sólo nos quedaba reservar el apartamento y esperar con ilusión a que llegara el día.

 

PREPARATIVOS

Sin perder de vista nuestro modo habitual de organizar una escapada, detallaré aquí las opciones elegidas en esta ocasión:

  • Para los vuelos compramos un Alicante-Viena con la compañía Wizzair y un Viena-Alicante con Lauda, aunque reservamos desde la página de Ryanair. Era la combinación de vuelo con mejor horario y precio.

Como anécdota desagradable comentaré que tuve una incidencia al reservar los vuelos de ida con Wizzair. Como ya he comentado en la introducción compré primero dos billetes y, días más tarde me confirmaron que se unían mis hijos y sus parejas. Al acabar mi trabajo, antes de salir para casa, quise hacer la compra para asegurarme plazas en el mismo vuelo y, a ser posible, junto a las nuestras. Como sucede cuando las cosas se intentan hacer rápido, me confundí y, en lugar de poner el nombre de mi hijo, volví a poner el de mi marido (Se llaman igual excepto el segundo apellido). Me di cuenta enseguida y escribí un mensaje solicitando el cambio gratuito porque realmente no era un cambio de titularidad. Se veía claramente el error ya que había comprado dos billetes para la misma persona. No hubo manera. Tuve que pagar los 40€ de cambio (más que costaba el vuelo). La verdad es que en estos casos la impotencia es increíble ya que te sientes desatendida y no sabes a quien recurrir. Se que probablemente Ryanair habría hecho lo mismo, pero nunca me ha pasado a mi y, como era la primera vez que volábamos con Wizzair, me he quedado con muy mala impresión de esta compañía.

  • Como alojamiento optamos por un apartamento de alquiler, el Royal Living, reservado a través de Booking. El precio, la distribución de espacios para dormir y la ubicación nos parecieron adecuados. Aunque no estaba en el centro, no estaba muy alejado y disponía de transporte directo en tranvía muy cómodo. Además, las opiniones eran buenas, había un supermercado muy cerca y algo que siempre nos va bien: en la recepción había una máquina de café.
  • Para los traslados Booking nos ofrecía un traslado privado gratuito y decidimos aprovecharlo para la ida. Para la vuelta empleamos la página Gettransfer que ya habíamos utilizado en alguna otra ocasión y nos ha ido muy bien.

 

INFORMACIÓN TURÍSTICA Y TRANSPORTE URBANO

Al tratarse de una ciudad conocida, y teniendo en cuenta que nuestro principal objetivo eran las actividades navideñas, nuestra página de referencia fue el portal de Turismo de Austria, concretamente un apartado dedicado específicamente a los mercados de Navidad de Viena.

A partir de ahí, fuimos entrando en las páginas de cada uno de ellos:

Para información general de la ciudad de Viena consultamos su página de Turismo.

Y para informaciones concretas de lugares que pensábamos visitar estuvieron:

Nos fue de mucha utilidad la aplicación WienMobil con la que compramos y pagamos el transporte público para todo el tiempo que estuvimos en la ciudad, quitándonos de encima el problema de sacar tickets cada vez que subíamos la tranvía o metro.

EL VIAJE DÍA A DÍA

DÍA 1: SÁBADO 21 DICIEMBRE: LLEGADA A VIENA – MERCADO NAVIDEÑO EN RATHAUSPLATZ

Llegamos al aeropuerto de Alicante a primera hora de la mañana, pasamos los controles sin dificultad y pronto estamos pertrechados tras un buen café, esperando la salida de nuestro vuelo con destino a Viena. Esta vez no hay retraso y a las 10, puntualmente, estamos en el aire. Las vistas desde la ventanilla son espectaculares. El sol brilla reflejado en el mar y unas cuantas nubes dispersas dan mayor encanto al paisaje. Se identifica perfectamente la isla de Tabarca. Es un bonito día.

Llegamos a Viena sin contratiempos, a la hora esperada, aproximadamente la 1 de mediodía, pero el coche que nos trasladará al apartamento se retrasa, al parecer hay retenciones en la salida de la ciudad y ha quedado atrapado en una de ellas. Al menos eso nos indican cuando llamamos a la compañía en la que tenemos la reserva para preguntar. Este retraso nos trastorna un poco, al tratarse de una breve escapada, porque contábamos con comer y disponer de la tarde para comenzar la visita a la ciudad y, finalmente, tendremos que comer muy tarde y salir ya oscurecido.

La calle de nuestro apartamento, el Royal Living, es de un solo sentido de circulación y está recorrida de punta a punta por las vías del tranvía, que en estos días nos vendrá muy bien para ir y venir al centro de la ciudad. Estamos un poco alejados, pero bien comunicados.

El transfer nos deja en la misma puerta y, siguiendo las indicaciones de chek-in, accedemos sin dificultad al que será nuestro alojamiento aquí, un espacioso y cómodo apartamento.

En cuanto nos instalamos, salimos a un supermercado que sabemos cercano para abastecernos con lo necesario para la comida de hoy y los desayunos de estos días. A partir de ahí ya iremos viendo. Está lloviendo y confiamos que pare antes de que nos vayamos al centro.

La salida a hacer la compra tiene su anécdota ya que partimos escalados, Javier y yo los primeros y el resto se unirá más tarde, pero al enviarles las indicaciones les digo a la derecha queriendo decir a la izquierda y tardan un buen rato en encontrarnos. Todo esto con escasos paraguas, bajo la lluvia y un considerable frío.

Finalmente, cuando completamos la lista, después de haber visitado no uno, sino dos supermercados, regresamos y nos disponemos a comer algo antes de partir al centro de la ciudad.

Bien provistos de prendas de abrigo y con gran ilusión, salimos a la calle para descubrir que ya no llueve ¡Estupendo! El frío no nos asusta, pero la lluvia incomoda mucho y hace difícil, en especial, hacer fotografías.

El tranvía no tarda nada en llegar y no debemos preocuparnos por los billetes porque los hemos comprado con el móvil directamente en la aplicación de la empresa de transporte urbano antes de salir del apartamento.

Poco a poco comenzamos a ver, a través de las ventanillas, lugares conocidos y la emoción va en aumento: La iglesia de San Carlos, el edificio de la Ópera, el Teatro, la plaza de María Teresa… Decidimos apearnos justo aquí y continuar caminando hasta el mercado navideño de la plaza del ayuntamiento, nuestro primer destino.

Estamos en la Ringstrasse, una avenida circular, construida al derribar las antiguas murallas de la ciudad, que rodea el centro de Viena y acoge gran parte de las obras arquitectónicas más significativas. Los árboles situados a lo largo de la avenida están decorados con esmero y gran cantidad de lucecitas que, unidas al clima invernal, nos introducen de lleno en el espíritu navideño que nos ha traído aquí. Pasamos ante el parlamento y pronto comenzamos a ver los primeros puestecillos de este enorme mercado ¡Qué emoción y qué bonito está todo!

El “Ensueño de la Navidad” en la Rathausplatz es un tradicional mercadillo navideño que ofrece, en sus numerosos puestos con forma de cabañas de madera, regalos, decoración para los árboles de navidad, artesanía, dulces y bebidas para entrar en calor.

Una de las primeras cosas que vemos es el “Pequeño sueño de hielo”, una pista patinaje con senderos que recorren el interior del parque. Permanecemos un rato mirando a la gente patinar antes de continuar nuestro recorrido. Casi enseguida, vemos un puesto de venta de langos con una enorme cola. Llama nuestra atención y decidimos que habrá que probar, pero lo dejamos para después.

Unos metros más adelante, vemos ya claramente el enorme pórtico luminoso, decorado con las velas de adviento, que recibe a los visitantes dando entrada a la Rathausplatz, la plaza en la que está el mercado.

Nos adentramos en una de las calles y, tan sólo hemos avanzado unos puestos, cuando nos paramos a degustar un vino caliente, una de las tradiciones que hay que perpetuar. Nos sabe a gloria, sobre todo porque su temperatura nos ayuda a entrar en calor. Decidimos pagar la taza conmemorativa y llevarla a casa de recuerdo.

Así comenzamos un recorrido que nos irá llevando por cada uno de los rincones, intentando no perdernos nada. Los puestos, con sus tejaditos decorados, sus lucecitas y los coloridos objetos expuestos primorosamente para su venta, invitan a parar en todos.

Ya casi en la puerta del ayuntamiento, en un pequeño escenario, un grupo de personas entona una bonita canción navideña, dando todavía mayor ambiente al momento.

Nosotros no paramos de hacer fotos en cada rincón y así, poco a poco, vamos regresando al punto de partida y al puesto de langos para comprar alguno y poder degustarlo entre todos.

Cuando nos damos por satisfechos, cruzamos la avenida, justo hasta la puerta del edificio del Burgtheater, Teatro Nacional, antes imperial, desde donde conseguimos fotografiar completo el bonito arco de luces, puerta principal de este mercado, que ya habíamos visto en fotos antes de venir. No nos decepciona en absoluto.

Para nosotros, que acabamos de llegar a la ciudad, la noche es joven y tenemos muchas ganas de verlo todo, por ello nos encaminamos a otro mercadillo situado algo más cerca de la zona peatonal del centro, el Altwiener Christkindlmarkt, pero al llegar casi todos los puestos están ya cerrados. El horario austriaco no es el nuestro. Lo dejamos para otro momento, pero continuamos nuestro paseo hasta la Michaelerplatz, donde podemos disfrutar de la bella imagen de la fachada del Hofburg, palacio real de Viena, que luce iluminada haciendo destacar la enorme cúpula que la corona.

A partir de aquí nos adentramos por las avenidas peatonales más lujosas y transitadas del centro de esta ciudad imperial, la Kohlmarkt y la Graben, profusamente decorada con enormes lámparas que recuerdan a las de los salones de palacio. En el centro de esta avenida, cuyas tiendas están ya cerradas, destaca la Columna de la Peste. Poco a poco, disfrutando y fotografiando lo que vemos, llegamos hasta la plaza de la Catedral iluminada estas fiestas de color rojo. A su alrededor se ven los puestecillos de otro mercado de Navidad, también cerrado. La ciudad está llena de ellos y nosotros venimos con intención de recorrerlos todos. Pero no será hoy. Será mejor ir a descansar y comenzar mañana temprano para adaptarnos al horario local.

Ha sido una bonita toma de contacto con la ciudad y con los recuerdos que tenemos de ella, Nosotros estuvimos por primera vez aquí en julio de 1990, y volvimos de nuevo años más tarde, pero siempre en verano. Este recorrido nos ha servido para ponerle una nueva cara a los recuerdos. Y no nos ha desagradado nada.

Deseando volver mañana, tomamos el tranvía justo frente al edificio de la ópera y regresamos a nuestro apartamento. Todavía nos queda una cena ligera y un poco de sobremesa antes de marcharnos a descansar.

 

DÍA 2: DOMINGO 22 DICIEMBRE: SCHÖNBRUNN-HOFBURG-MERCADOS NAVIDEÑOS

Desayunamos intentando no alargarnos mucho y, ya abrigados, nos dirigimos al tranvía. Hoy debemos hacer trasbordo de línea para llegar a nuestro primer destino: El palacio de Schönbrunn. Construido en el siglo XVII, sirvió durante años como residencia de verano de la familia imperial de Viena y se hizo famoso al rodarse en él las películas de Romy Schneider sobre la vida de la emperatriz Sissi. Es el primer palacio que visité en Europa atraída por la fascinación que desde niña sentía por la figura de Sissi, cuya biografía leía en una colección de cuentos que teníamos en casa. Volver a él siempre es un agradable recuerdo.

Hoy no tenemos intención de visitar su interior. En parte porque ya lo conocemos, pero también porque lo que buscamos en este corto viaje es disfrutar del ambiente navideño y este lo encontraremos mas en el mercadillo que hay justo en la puerta y en los extensos jardines donde el invierno se hace bien patente.

Ninguna de las dos cosas nos decepciona en absoluto y después de visitar el mercadillo y tomar un café en uno de sus puestos, pasamos a la parte trasera del edificio. Casi sin darnos cuenta, se nos va la mañana disfrutando de los extensos jardines y de las posibilidades de hacer fotos que nos ofrecen.

Pasamos muy buenos momentos, risas, posados y, finalmente, cuando nos damos por satisfechos e iniciamos el camino hacia el tranvía, descubrimos un Mc Donald y decidimos no esperar más y parar a comer en él.

Después de comer tomamos el tranvía hasta Ópera y desde allí caminando nos dirigimos al Palacio Hofburg, que fue durante más de 600 años el lugar de residencia de los Habsburgo. Es un enorme conjunto arquitectónico que abarca una amplia zona, desde los antiguos aposentos imperiales, pasando por varios museos, una capilla y una iglesia, la Biblioteca Nacional Austriaca, la Escuela de Invierno de Equitación y hasta el despacho del Presidente de Austria.

Nosotros hemos pensado realizar la visita que incluye el Museo de Sisi y la Platería de la Corte (Van juntos y es inevitable, pero esta segunda parte no nos interesa en absoluto). En realidad, soy yo quien quiere visitar el museo ya que no existía como tal la primera vez que visité este palacio.

Al planificar el viaje, todavía en casa, pensé en venir al museo a estas horas próximas a su cierre porque ya comienza a hacer más frío y podríamos agradecer estar en un interior. La verdad es que no es así. Hace demasiado calor y hay demasiada gente para que la visita resulte agradable. En cuanto completamos el recorrido por todas las salas, sin detenernos en exceso, regresamos al fresco de la calle que, esta vez, incluso agradecemos. Realmente no da tiempo con el agobio de las prendas de abrigo a disfrutar la información allí expuesta.

Una vez fuera vamos atravesando la Plaza de los Héroes, disfrutando de la iluminación que comienza a encenderse, hasta la plaza de los museos, Maria-Theresien-Platz, donde hay instalado otro mercadillo navideño. Esta plaza y los edificios que la rodean forma parte de los lugares destacados de la Ringstrasse. En el centro hay un enorme monumento coronado con la escultura de la emperatriz María Teresa y está flanqueada por dos palacios exactamente iguales coronados por grandes cúpulas que únicamente difieren en las esculturas que adornan sus fachadas. Cada uno de ellos alberga un museo, Museo de Historia Natural y Museo de Historia del arte. Con la plaza llena de casetas del mercado, estos edificios tan sólo se entrevén, pero la plaza tiene mayor encanto entre luces y sonidos navideños. Callejeamos entre sus puestos, pero no permanecemos demasiado tiempo porque el museo nos ha dejado ganas de sentarnos un poco y aquí es imposible. Nos ponemos de nuevo en marcha hacia las calles comerciales del centro de la ciudad, que ayer recorrimos ya “sin vida”, con todos los comercios cerrados. Vamos con la esperanza de parar a descansar y tomar quizá un café o chocolate caliente.

Cruzamos de nuevo el palacio imperial, deshaciendo lo andado y salimos por la puerta más bonita del Hofburg, la situada en la Michalerplatz, adentrándonos así en las calles principales, que ya lucen su iluminación navideña. Todos los locales están llenos, por eso no podemos creernos nuestra suerte cuando, en una esquina de la famosa calle Graben, encontramos una cafetería con sitio para todos. La mala suerte hace que el señor que está justo delante de nosotros en la cola pida la última ración de tarta de chocolate que queda y nosotros nos quedamos sin probarla.

Algo repuestos, continuamos el paseo hasta la catedral, en cuyo alrededor vimos ayer otro mercado navideño que queremos visitar. Hay un gran ambiente y una iluminación rojiza hace destacar el edificio en el centro de la concurrida plaza.

Pensando en entrar a visitarla nos dirigimos a la puerta y nos intercepta un chaval que intenta vendernos entradas para un concierto de Navidad que se celebrará al día siguiente. A mí me parece que puede ser la guinda al viaje, estando en Viena, pero los jóvenes no están por la labor y terminamos por dejarlo. Toda esta deliberación la realizamos mientras damos la vuelta al mercadillo, recorriendo los puestos que rodean el edificio catedralicio.

Rechazada definitivamente la idea, evitamos pasar junto al chaval y continuamos nuestro paseo a lo largo de la Kärntner Strasse, animada por las adornadas fachadas de los comercios. Llegamos hasta el edificio de la Ópera y optamos por continuar caminando hasta otro de los grandes mercados de Navidad de la ciudad, el que está en la plaza de la iglesia de San Carlos Boromeo.

En cuanto nos acercamos comenzamos a ver el enorme edificio de esta iglesia que destaca sobre todos los puestecillos, no sólo por su tamaño, sino también por su iluminación.  Lo que más llama la atención del edificio son las dos columnas en la fachada, inspiradas en la Columna de Trajano de Roma, con una decoración en espiral que representa escenas de la vida de San Carlos Borromeo. Al parecer su construcción se debe a que, durante la epidemia de peste de 1713, el Emperador Carlos VI prometió al pueblo que cuando la ciudad se liberara de la enfermedad, construiría un templo dedicado a ese santo, patrono de la lucha contra la peste. Su construcción duró 25 años. En mi opinión es uno de los edificios más bonitos de Viena.

La visita a este mercado resulta todo un acierto y un precioso broche para este completísimo día. Disfrutamos haciendo fotos, viendo a los niños jugando a tirarse paja por encima sin que sus padres se alteren en absoluto, cotilleando los puestos y, finalmente, cenando en uno de ellos. Tenemos mucha suerte y conseguimos una mesa a cubierto, lo cual nos viene muy bien cuando un rato después comienza a lloviznar. Decidimos ir a traer un postre que nos ha llamado la atención en otro puesto y tomarlo aquí a cubierto. Para no perder el sitio, ya que escasean, vamos únicamente Javier y yo a comprarlo. Casi debemos correr a nuestro regreso para no mojarnos.

Pasamos un rato muy agradable teniendo siempre como telón de fondo la preciosa fachada de esta iglesia, que hoy luce mucho más bonita con la iluminación navideña.

Casi a regañadientes vamos regresando al metro y, con él a nuestro apartamento. Cansados pero muy satisfechos.

 

DÍA 3: LUNES 23 DICIEMBRE: CATEDRAL-BELVEDERE-MERCADO NAVIDEÑO EN RATHAUSPLATZ

Amanece lloviendo y nuestros planes cambian, posponiendo la visita al palacio de Belvedere y decidiéndonos a regresar al centro para intentar visitar el interior de la catedral ya que ayer no lo conseguimos.

Situada en Stephansplatz, en pleno corazón de la ciudad, la Catedral de San Esteban (Stephansdom) es el símbolo religioso más importante de Viena. Se levantó sobre las ruinas de una iglesia románica dedicada a San Esteban construida en 1147 y está coronada por una gran torre con forma de aguja de estilo gótico que, con sus 137 metros de altura, puede verse desde diferentes puntos de Viena. Una de las cosas más características de este edificio es el Tejado de los Azulejos, formado por más de 250.000 azulejos que tuvieron que ser restaurados tras quedar seriamente dañados durante la II Guerra Mundial. En esta catedral se celebró la boda y más tarde el funeral de Mozart.

Bajo la lluvia y preocupados porque no cesa, llegamos hasta las puertas de este emblemático edificio y nos adentramos en él para disfrutar de tan grandiosa construcción. Nos sentamos en uno de sus bancos para saborear el momento tranquilamente, pero no accedemos a las partes de pago ni al tejado (no está el día para tejados).

Poco después salimos de nuevo a la calle para descubrir con fastidio que sigue lloviendo. Sin saber muy bien que hacer nos metemos en una tienda de souvenirs enorme, de dos plantas, que está justo enfrente. Mañana nos marchamos y, ya que el tiempo no está para mucho callejear, vamos a ver si encontramos algún recuerdo.

La lluvia no cesa y no queremos pasar el día encerrados en una tienda, así que nos encaminamos de nuevo a la Kärntner Strasse, en la que hemos visto una tentadora cafetería mientras veníamos.  Apetece tomar algo calentito. Lo cierto es que ahora está a tope y no conseguimos mesa. Seguimos buscando y, viendo que no hay suerte, terminamos en un Mc Café. Allí, además de café, nos dedicamos a repasar sitios turísticos que se pueden visitar “a cubierto”. Por unanimidad nos decidimos por la Biblioteca Nacional Austriaca, que forma parte de los edificios del Hofburg. Dicen de ella que es una de las más bonitas del mundo y nos gustaría conocerla, en especial la Sala Imperial (Prunksaal), una estancia imponente con una longitud de más de 70 metros.

Paraguas en mano y bastante fastidiados porque para nosotros un día sin fotos en un viaje es un día inexistente, nos encaminamos a nuestro destino. Allí descubrimos que hoy está cerrado pese a que en Internet indicaba que estaba abierto. Está claro que hoy no es nuestro día.

Justo enfrente vemos una atractiva tiendecita y decidimos echar un vistazo mientras nos reinventamos. Pero la propietaria nos mira todo el tiempo con mala cara y decidimos marcharnos. No nos gusta estar donde no somos bienvenidos. Compraremos en otro sitio.

Una rápida e improvisada reunión familiar decide que tomamos el metro para dirigirnos a un restaurante que Javi ha descubierto como uno de los mejor valorados para tomar filete vienés, está algo alejado para ir caminando.

Lo localizamos sin dificultad con el Google Maps, pero, para no perder la mala racha que hoy nos persigue, está cerrado. En la puerta coincidimos con otra familia española que también venía buscándolo y que están tan decepcionados como nosotros.

En fin, unos días salen mejor que otros, pero no queremos que el desánimo cunda y decidimos comer en un Mc Donald que hemos localizado. Casualmente, está en la misma calle en la que estaba nuestro hotel la primera vez que visitamos Viena, la Mariahilfer Strasse. En el camino tenemos oportunidad, además, de ver los puestos de artesanía del mercado navideño Spittelberg. Una vez allí conseguimos una mesa para todos e intentamos recuperar las fuerzas y el ánimo.

Al salir de nuevo a la calle la luz ha perdido fuerza y las luces navideñas han comenzado a encenderse, la avenida luce preciosa, pero lo mejor de todo es que ¡ya no llueve! Caminando por la avenida hacia abajo descubrimos varias cafeterías interesantes y planeamos volver más tarde a merendar. Ahora tomamos el tranvía para ir al palacio de Belvedere antes que la luz desaparezca del todo.

Es uno de los palacios más bonitos de Viena, al menos el edificio principal, ya que hay un segundo edificio menos decorado al final del enorme jardín francés. Fue construido como residencia de verano del Príncipe Eugenio de Saboya. Hoy en día alberga un museo de arte y de su interior palaciego ya no queda nada, pero el jardín superior está hoy precioso con la decoración navideña que se puede apreciar ya desde la preciosa verja que da entrada al recinto.

La intensidad de la luz ha bajado mucho en esta tarde invernal y no podremos disfrutar por mucho más tiempo de fotos con luz natural. Pero es muy bonito el contraste de las lucecillas ya encendidas, con el cielo todavía algo claro. Las fotos son más difíciles, pero el paseo muy agradable. Además, hay un mercadillo navideño que recorremos curioseando los puestos y degustando algún que otro manjar.

Terminada la visita exterior del palacio y sus jardines, tomamos el tranvía al centro y nos encaminamos a una de las cafeterías que habíamos visto antes con intención de merendar, descansar y calentarnos un poco. Como sucedió esta mañana, ahora están llenas de gente y no conseguimos encontrar una mesa vacía, pero, un poco más adelante, vemos una especie de panadería-pastelería con alguna mesa y decidimos entrar. La camarera no es muy amable y, casi a regañadientes nos permite ocupar la mesa del fondo, la más grande. La gente entra, compra y sale, pero casi nadie se sienta. Esto nos hace dudar si el malhumor de la camarera se deberá a que las mesas a estas horas ya están cerradas. Realmente no llegamos a saberlo, pero podemos tomar unas bebidas calientes, descansar e incluso ir al baño, aunque esto último también tiene su historia. La puerta interior del local sale al pasillo de un bloque de pisos y, subiendo por las escaleras del edificio, de esas antiguas con hueco en el centro y grandes escalones, llegamos a la planta del baño al que se accede con una contraseña que alguien ha pintado en la pared. Da un poco de respeto andar sola por allí.

Después del tentempié Javi habla de regresar a casa, pero en realidad, aunque ya es completamente de noche, es pronto y, además es nuestro último día aquí. Los demás no queremos irnos y decidimos terminar como empezamos, en el mercado de Navidad de la plaza del ayuntamiento. No sólo porque es el más grande y bonito (junto al de San Carlos), también porque nos quedaron zonas que recorrer.

Vamos caminando por calles secundarias poco transitadas y accedemos a la plaza por la parte de atrás, justo por el lateral de la fachada del ayuntamiento cuya torre está parcialmente cubierta por una lona decorada (debe estar de reformas).

Tras escuchar una de las actuaciones navideñas, pasando por entre los puestos, nos dirigimos a la exposición de belenes italianos. Sabemos de ella desde antes de venir, pero no pudimos verla el primer día.

Es una senda muy decorada, con diferentes puntos de interés y/o actividades para los niños y, de vez en cuando un diorama con un cartel explicando el origen de ese belén. Algunos son muy bonitos. También hay rincones preparados para hacerse fotos, una noria, bolas gigantes, un árbol lleno de corazones luminosos… parece un mundo de fantasía.

Terminado el recorrido y visitados de nuevo algunos puestos del mercado decidimos iniciar la retirada y volver al apartamento para hacer las maletas.

Finalmente, el día no ha terminado tan mal.

 

DÍA 4: MARTES 24 DICIEMBRE: REGRESO A CASA

Hoy nos toca regresar. Nuestro vuelo con destino a Alicante sale a las 10’40 y vendrán a buscarnos dos horas antes. Tras el desayuno sólo nos queda terminar de recoger y bajar a esperar la llegada de nuestro transporte. En la recepción del edificio aprovechamos para tomar un café en la máquina de pago que hay allí instalada y que nos ha permitido enriquecer nuestros desayunos en estos días.

Pronto estamos en el aeropuerto y en marcha hacia Alicante, vislumbrando de modo intermitente las cumbres nevadas de los Alpes.

A mediodía de este día de Nochebuena estamos en casa preparados para unirnos a la tradicional cena familiar.

 

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