Fiordos noruegos

INTRODUCCIÓN

Este viaje lo hemos realizado dos adultos con una niña de 13 años y un niño de 10, en agosto del 2008. El medio de transporte: un monovolumen Ford Galaxy desde Alicante hasta Mulheim an der Ruhr junto a Dusseldorf, Alemania, y desde allí, en viaje de ida y vuelta por el sur de Noruega, una AC de alquiler Dethleffs A5831.

El recorrido de 8850 Km.: Alicante – Francia – Luxemburgo – Alemania – Dinamarca – Suecia – Noruega – Suecia – Dinamarca – Alemania – Francia – Alicante.

 

AGRADECIMIENTOS

Gracias a quienes escriben y comparten los relatos de sus viajes. Esas experiencias muestran más del país a visitar que cualquier guía turística. De un modo especial, en esta ocasión, a quienes durante el verano 2008 han compartido sus viajes cada día en directo en el foro de AC Pasión. El intercambio de información y comentarios no sólo nos aportó datos recientes, sino que nos hizo disfrutar del viaje desde mucho antes de partir.

UNA ASIGNATURA PENDIENTE

Este viaje era para nosotros un proyecto pendiente por varios motivos. En primer lugar, porque aunque en el año 2004 recorrimos la región sur de Noruega, “La Noruega de los Fiordos”, lo hicimos con nuestro coche, alojándonos en cabañas de camping y volvimos con la sensación de no haberla “saboreado” lo suficiente por el ritmo de viaje tan intenso y cansado que llevábamos, con una rígida ruta trazada previamente y con un constante instalar y desinstalar equipajes en una cabaña diferente cada noche. Esta sensación se reafirmó al año siguiente al poder comparar. Alquilamos por primera vez una autocaravana para llegar a través de Suecia y Finlandia hasta Cabo Norte, regresando por Noruega y descubrimos que era el modo ideal de recorrer este país. Regresamos a casa pensando que en alguna ocasión debíamos repetir el viaje del año anterior en AC.

En segundo lugar, con este relato podremos completar al fin el que tenemos desde el 2005 en este portal, titulado “Viaje a Escandinavia”. En aquella ocasión, al llegar a Trondheim procedentes de Cabo Norte, regresamos directos a Oslo dejando a un lado “la nariz de Noruega” que ahora hemos recorrido. Se nos quedaba en el tintero compartir nuestras impresiones y experiencia del sur del país. Ahora podemos hacerlo. En mi narración ha sido inevitable unir lo que hemos vivido este verano con los recuerdos de nuestro primer viaje en aquel verano del 2004. En un principio intenté evitarlo, pero finalmente concluí que esto contribuiría a enriquecerlo. He incluido incluso algunas indicaciones a lugares que no hemos llegado a visitar, pero que formaban parte de nuestra “hoja de ruta” y teníamos anotados como sitios interesantes. Quizá a alguno de vosotros os pueda servir de ayuda saber que están cerca.

PROYECTANDO EL VIAJE

Una vez decidido el destino y el medio de transporte nos tocaba planear la ruta a seguir:

Para subir y bajar de Noruega elegimos bordear la costa sueca. Se que a muchos os parecerá un enorme rodeo, pero teníamos nuestros motivos.

Por un lado, la primera vez, viajamos con el ferry que va de Hirtshals a Kristiansand y el mar estaba muy, muy movido. Yo, personalmente, pasé el peor viaje de mi vida (nunca antes ni después me he mareado viajando) por lo que esa ruta no me motivaba demasiado.

Por otro lado, queríamos comenzar el recorrido por Noruega desde el punto más al norte (más o menos donde nos quedamos bajando de Cabo Norte). La idea era llegar allí lo antes posible e ir bajando tranquilos, serpenteando para visitar todos los lugares de interés. Y, para subir pronto hasta Kristiansand, hay mejores carreteras desde Oslo que por la costa.

Quizá una opción válida para el regreso, dado que uno de los últimos sitios a visitar era el Preikestolen, hubiese sido bajar desde allí a Kristiansand y tomar el ferry a Dinamarca. Pero ni nos lo planteamos. En el camino de regreso a Oslo también había algunas cosas interesantes que visitar y desde luego queríamos pasar por Copenhague, una de las asignaturas pendientes del viaje a Cabo Norte, y por algunos otros lugares de la isla de Sjaelland que habían despertado nuestro interés al leer el relato de Conrad y Echobelly. En la subida no queríamos detenernos.

Otro tema que debimos debatir en familia fue la opción de visitar de nuevo Legoland o ir a Disneyland París. Aquí la decisión fue unánime. Ya conocemos ambos y, puestos a elegir, preferíamos pagar las entradas a Disney. Para nosotros es más espectacular y además nos venía mejor como parada intermedia durante el regreso.

El siguiente paso era trazar la ruta que seguiríamos en el interior Noruega. Sin perder de vista la idea de llegar cuanto antes a Kristiansand, diseñamos un trazado no tan directo al norte como habíamos pensado al principio. Nos adentraríamos hacia Gol, Laerdal, el glaciar Nigard y la carretera 55 antes de volver a la E6 en Otta, por razones “logísticas”. Cada vez que intentábamos diseñar una ruta sobre el mapa de Noruega que no se dejara fuera ningún lugar interesante, nos encontrábamos con una especie de “ocho” en la zona de los grandes Parques Nacionales. Decidimos pues que lo mejor sería recorrer algunos de los sitios al subir (los del lado este) y el resto al bajar. No había otra manera de poder verlo todo sin volver a cada momento sobre nuestros pasos. Además intervino otro factor de última hora: al glaciar Nigard había que llegar cuanto antes porque en unos días se dejarían de realizar visitas guiadas con niños.

Por lo demás, los planes eran muy abiertos en cuanto al día a día, únicamente teníamos una fecha tope para la devolución de la AC y una ruta trazada. Sobre ella habíamos ido localizando los puntos de interés cercanos. A partir de ahí, el tiempo diría. Teníamos muy claro que las prisas estaban fuera de lugar cuando optamos por la AC. Nuestro objetivo no era tanto verlo todo, todo (muchas cosas ya las conocíamos) como disfrutar y saborear aquello que viéramos, acumulando vivencias y sensaciones, más que un gran número de lugares.

Algunas visitas del anterior viaje quedaron descartadas antes de partir: Alesund, que nos desviaba de nuestra ruta y que, salvo por las vistas desde el mirador, no nos había causado una gran impresión, y el tren Flambasna porque, habiéndolo visto ya, no nos compensaba el gasto.

Por otra parte, habíamos incluido como imprescindibles las que mejor recuerdo nos causaron: los glaciares y el Preikestolen y otras nuevas que estábamos deseando conocer. Oslo quedaba en la duda. Teníamos un recuerdo reciente de la ciudad y sus museos, que lo hacían prescindible. Pero como pasábamos por allí…el tiempo diría.

Con toda la ilusión puesta en este proyecto de viaje, y después de las horas y horas empleadas preparando listas que poco a poco se iban materializando en montañas de bolsas y cajas en cualquier parte de la casa, a punto estuvimos de no hacerlo. Ya que tan solo la tarde antes de partir nos anunciaron problemas en el trabajo (la crisis nos alcanzaba de lleno y sin avisar). Estuvimos entre la espada y la pared. Finalmente optamos por seguir adelante, prácticamente no había otra opción pues la AC estaba alquilada, pagada y sin seguro de cancelación, y quizá eso nos salvó porque de otro modo nos habríamos quedado sin vacaciones. Pero los ánimos estuvieron por los suelos más de un día, especialmente durante la ruta de ida y quizá, aunque he intentado que no sea así, eso se traduzca un poco en mi narración de esas primeras jornadas, porque resultaba más difícil ilusionarse.

Después, durante el viaje, la suerte nos acompañó y tuvimos muchas cosas a nuestro favor llegando a gastar menos de lo previsto. Ya la semana antes de partir había comenzado a bajar la gasolina y continuó haciéndolo más y más quedando bastante por debajo de los precios que teníamos presupuestados. También ayudó que los trayectos más caros y largos en ferry, los más turísticos, ya los habíamos hecho en el primer viaje y los dejamos de lado esta vez. Además los estrictos límites de velocidad en Noruega contribuyen a que el consumo de gasoil sea más bajo.

Hasta el tiempo nos acompañó. Es nuestro cuarto viaje a Noruega y la primera vez que vemos un sol radiante todos los días. Tuvimos viento en la ida, sobre todo por Dinamarca y Suecia, y un poco de lluvia leve el primer y el último día en Noruega y nada más. Parecía que el cielo se confabulaba para alegrarnos el viaje y levantarnos el ánimo.

ALQUILAR LA AUTOCARAVANA

Esta vez no tuvimos que preguntar ni investigar para alquilar la AC. Fuimos directos a la página McRent en Alemania  http://www.mcrent.de/, comprobamos que el lugar más barato de alquiler en estas fechas seguía siendo Mulheim y directamente mandamos un e-mail para reservar, aproximadamente en el mes de mayo.

Tampoco teníamos dudas sobre el modelo. Queríamos una de menos de 6m, ya que las diferencias de precio en los puentes, túneles y ferrys son considerables y en el sur de Noruega hay muchísimos más que en el resto del país.

Para llegar a Alemania no había mucho que pensar. Nuestro monovolumen cargado hasta arriba es ideal. En día y medio estábamos allí haciendo el traslado. La carne, que sacamos de casa congelada, pasó directa desde nuestra neverita eléctrica portátil al frigo de la AC.

El alquiler con la empresa McRent a través de Internet no planteó ningún problema. Eso sí, el pago total se realiza con antelación, con tarjeta de crédito y a nosotros este año se nos “pasó” hacernos un seguro de cancelación.

PREPARATIVOS

Respecto al alojamiento además de alquilar la AC y reservar el hotel en Francia para el día de subida, las dos noches en París y el día de bajada, poco más había que hacer. ¡Una de las grandes ventajas de la AC!

Nos llevamos la guía oficial de camping de Noruega 2007, obtenida en la Oficina de Turismo de este país, que se puede consultar también en Internet. Después, en el primer camping que visitamos la cambiamos por una actualizada del 2008.

En cuanto a las áreas de vaciado-llenado, esta vez no nos preocupamos tanto porque en el viaje anterior habíamos visto lo fácil que resultaba encontrarlas en Dinamarca y Noruega. Nos limitamos a buscar algunas áreas cercanas a Mulheim, en Alemania, para el vaciado del último día en esta página. 

Para pernoctar sabíamos que en los países de paso nos valían las áreas de gasolineras y, ya en Noruega, hay mil sitios. De todas formas y, gracias al fluido tráfico de información en foro en las semanas previas, habíamos localizado por las coordenadas los lugares en los que habían pasado la noche otros foreros, en especial teníamos una lista bastante detallada de Carhec. Como no tenemos GPS, los que habían descrito como más bonitos o interesantes los llevábamos señalizados en un archivo del programa AutoRoute 2007, en el portátil.

 Respecto al Seguro médico solicitamos la Tarjeta Sanitaria Europea en las oficinas del INSS, antes de partir, pero no necesitamos hacer uso de ella en ningún momento. Esta vez no contratamos un seguro privado porque la tarjeta VISA y el seguro de nuestro coche nos ofrecen también seguro de viajes y accidentes. (De ahí que se nos pasara esta vez hacer seguro de cancelación al reservar la AC, porque en ocasiones anteriores hemos hecho un seguro que lo cubre todo a la vez).

Como mapa de carreteras llevábamos el altas “Skandinavien” de la editorial Freytag & Berndt en escalas 1:250.000 y 1:400.000, además del mapa general de cada país que nos enviaron con los folletos turísticos y los planos de las ciudades más importantes y para Francia el Atlas de carreteras Michelín de escala1:200.000.

Respecto a la información turística disponíamos de las guías de ANAYA: GUIA TOTAL de Noruega y Dinamarca y la GUIA VIVA de Noruega, y de anotaciones que nos habíamos preparado a partir de relatos y/o comentarios del foro. Estas anotaciones han sido lo más útil.

También disponíamos de los folletos que nos habían enviado desde la oficina de turismo de Noruega.

Prácticamente no fue necesario buscar en páginas web horarios y precios más que de los ferrys, ya que es un viaje fundamentalmente de naturaleza y no visitamos en esta ocasión ningún museo.

Son páginas de interés de la zona:

Caminar sobre el glaciar Nigard

Funicular al monte Floyen en Bergen

Tren Flam

Museo de los glaciares

Respecto al equipaje no hay mucho que añadir a las recomendaciones que detallé en mi primer relato. En esta ocasión tuvimos un buen clima y muy escasa lluvia pero, aún así, siempre debíamos tener a mano los polares o alguna otra prenda de abrigo. Por lo demás, la comida fue muy similar al viaje anterior y no compramos prácticamente nada allí, salvo el pan. Los entretenimientos para los más jóvenes fueron los mismos cambiando Game boy por DS y no faltaron una vez más los juegos de mesa, DVD y cuadernos en blanco que siempre dan mucho juego teniendo a mano lápices.

Volvimos a llevar mesa y sillas de playa y volvimos a no utilizarlas prácticamente.

Respecto a la mecánica nos llevamos una alargadera de enchufe tradicional y una escobilla con recogedor de mano que echamos de menos en la primera AC que alquilamos, pero esta vez nos dieron de todo y no los utilizamos. Únicamente trasladamos las herramientas y linterna de nuestro coche.

Lo que si utilizamos fue un ladrón para multiplicar las tomas de luz cuando estábamos en un camping y algo que nos fue muy útil y funcionó muy bien: un transformador que convierte la energía de 12V del mechero en 220V y así, mientras circulábamos, íbamos recargando el portátil y todos los aparatos eléctricos de los chicos.

Llevábamos también una cadena larga con dos mosquetones para sujetar en las puertas delanteras en las áreas de la autopista sueca por si “aparecían los piratas”.

GASTOS

Gasoil.

Aunque a lo largo del relato he incluido gastos de los ferrys, aparcamientos, peajes, campings, etc…No he incluido el gasoil.

Me parece que os puede ser de más ayuda tener algunos datos con los que elaborar vuestro propio presupuesto, ya que las tarifas varían de un año a otro y también el cambio de divisas. Además el consumo de gasolina de cada vehículo puede suponer una diferencia considerable. Debéis actualizar las  tarifas.

Teníamos siempre presente el llenar el depósito antes de entrar en un país donde la gasolina es más cara y, por el contrario evitábamos repostar o en su caso poníamos los litros imprescindibles cuando íbamos a entrar en un país donde el gasoil es más económico (la diferencias son considerables).

En Francia intentad llenar el depósito fuera de la autopista y preferiblemente en las gasolineras de centros comerciales. Poco antes de irnos localizamos una página para encontrar siempre la gasolinera más barata en este país que nos fue de gran utilidad.

 Peajes.

Principalmente los peajes a tener en cuenta son los de la autopista de la costa en España y las autopistas francesas. Podéis obtener su tarifa actualizada en alguna de estas páginas:

http://www.mappy.com/

https://www.viamichelin.es/

El resto de países tienen las autopistas gratuitas exceptuando en Noruega algunos peajes a la entrada de las grandes ciudades y en la autopista entre Oslo y la frontera sueca. Estos los he ido detallando en el día a día.

Ferrys.

Para el cálculo de los ferrys en Noruega nos fue muy útil el folleto llamado “Transport and Accommodation”. Se puede conseguir solicitándolo a la oficina de turismo y te lo envían a casa. Es importante porque en él están todos los horarios y precios de los trayectos interiores en ferry, que en esta región de Noruega son tan abundantes. Nosotros habíamos realizado previamente una hoja de ruta incluyendo el precio de cada ferry y las previsiones se cumplieron con exactitud.

Una vez que buscábamos la ruta en este folleto y veíamos el nombre de la compañía que operaba, entrábamos en su página web para actualizar las tarifas. Una de las principales en la región de los fiordos es: Fjord1 pero podéis ver todas las opciones en la página de turismo.

Cuando buscábamos una ruta en barco por el fiordo Naeroy, normalmente aparecían las turísticas, es decir barcos que no son ferrys, sólo de pasajeros, con los que tienes que hacer ida y vuelta. Ció amablemente nos mandó un e-mail desde allí, días antes de partir nosotros, para informarnos de que había encontrado un barco entre Gudvangen y Flam que combinaba con un autobús de la misma compañía que te llevaba de regreso a Gudvangen. Pero además de estos barcos turísticos existen ferrys entre Gudvangen y Kaupanger que te permiten, a la vez que recorres este espectacular brazo, cruzar al otro lado del fiordo de los sueños, dejándote casi en Songdal. Nosotros hicimos este recorrido en nuestro viaje anterior y nos resultó mejor de precio.

En cuanto a ferrys y/o puentes entre Alemania-Dinamarca-Suecia podéis encontrar las tarifas actuales en:

Ferry Puttgarden-Rodbyavn

Puente Oresund

Ferry Helsingborg-Helsingor.

Este año habían desparecido los billetes combinados del ferry Puttgarden-Rodbyavn con el puente Oresund. El único billete combinado era el que cubría los dos trayectos en ferry Puttgarden-Rodbyavn+Helsingborg-Helsingor de la compañía Scanlines. Para este segundo trayecto hay una segunda compañía más económica Hhferries, que nosotros no usamos, porque al subir hicimos el trayecto por el puente Oresund y para regresar compramos el billete combinado de Scandlines.

En todos ellos es muy importante la longitud de vehículo. Un consejo: aseguraros de que os cobran la tarifa correspondiente. Nosotros pagamos la inocentada en el puente Oresund donde nos cobraron la tarifa de más de 6m. Esto sirve igual para los ferrys por los fiordos.

INTERNET

Antes de partir, quienes estaban ya en Noruega, se conectaban a Internet casi a diario, narrando en el foro sus viajes en directo e incluso alguno de ellos, como Ció, tuvo el detalle de mandarnos algún precio y horario de ferry desde allí, a través de un e-mail (¡gracias!)

Esto me hizo pensar que quizá sería fácil. La realidad es que no lo fue tanto. Al cruzar algunos pueblos se podían encontrar redes sin seguridad habilitada, ocasionalmente, pero se perdía la señal enseguida. En los campings a veces era posible, previo pago. A nosotros el sitio que mejor nos funcionó fue la Terminal de los ferrys. Solíamos conectar a alguna red abierta sin necesidad de clave de acceso.

EL VIAJE DÍA A DÍA.

DÍA 1- LUNES 11 AGOSTO: MONFORTE DEL CID- DIJON 1330 Km.

Salimos de casa a las 5 de la madrugada y nos encaminamos al cajero que ayer olvidamos visitar. Nos llevamos el primer chasco de la jornada porque no funciona. A las 5’30 estamos en la carretera rumbo a Valencia por el interior. Vamos todos durmiendo menos Javier que conduce.

Ya en la A7 paramos a desayunar en el área del Delta del Ebro, en tierras de Tarragona. El cajero del área tampoco funciona y comenzamos a ponernos nerviosos con el tema. Continuamos rumbo a la frontera y al conectar el DVD el mechero lanza un chispazo y se apaga, el día va de mal en peor. Decidimos parar en un pueblo junto a Girona para cambiar el fusible y buscar un cajero. El taller de Ford está cerrado y los cajeros que encontramos nos piden una comisión desorbitada. Finalmente entramos en una sucursal y, gracias a la ayuda de una empleada, encontramos la CAM y conseguimos al menos uno de nuestros objetivos.

Poco después cruzamos la frontera con algo de cola. El tráfico continúa intenso hasta el área de Narbonna donde paramos a comer, justo en la misma mesa que venimos ocupando los tres últimos veranos. Es un área enorme que incluye una colina con árboles y mesitas. Tiene gasolinera, tienda y un enorme aparcamiento por tipo de vehículos.

 Luego continuamos por la A9 hasta Orange y más tarde por la A7 hasta Lyon, donde pasa a llamarse A6. Por último, tomamos la A31 hacia Dijon donde tenemos reservado un hotel a través de Internet. Poco antes de llegar realizamos una última parada en la que cenamos. Llegamos al hotel algo más tarde de lo previsto y ocupamos la única plaza de parking disponible.

La jornada se nos ha hecho muy larga y nos planteamos para otros años reducirla un poco, ya que ahora los límites de velocidad son más estrictos y los kilómetros cunden menos que hace unos años.

 

DÍA 2- MARTES 12 AGOSTO: DIJON- OSNABRÜCK  727Km.

Salimos pronto del hotel. Llueve un poco lo que no ayuda al cargar las maletas, menos mal que podemos acercar el coche por una puerta lateral del hotel. Paramos en la gasolinera Leclerc, que teníamos previamente localizada en Internet, para poner gasoil a buen precio y tomamos la autopista hacia Luxemburgo. Poco después de cruzar la frontera de este pequeño país paramos a comer en una enorme área entre lluvia y lluvia en una mesita pic-nic pero, como es frecuente en centro-Europa, aparecen las avispas y algunos de nosotros terminamos dentro del coche. Después tomamos un café en la tienda del área y tenemos que regresar corriendo al coche porque vuelve a llover y no llevamos paraguas.

Una vez en Alemania decidimos probar una nueva ruta que alterna carreteras con autopistas y nos recomienda el programa Vía Michelín: desde Trier nos desviamos por la E29-A60-E29. No resulta nada mal. Llegando a Dusseldorf, como viene siendo habitual, comienza a aumentar el tráfico, pero continuamos sin ningún contratiempo, directos a la empresa de alquiler.

Nada más aparcar en el recinto vemos en el exterior una AC con capuchina más o menos del tamaño que tenemos reservado. Es de color rojo, uno de los últimos modelos de Dethleffs que hemos visto en Internet, y cruzamos los dedos a ver si tenemos suerte y nos dan esa, porque nos parece preciosa.

Cuando entramos en la oficina nos dicen que es tarde y están a 10 minutos de cerrar. Es una sorpresa ya que en el e-mail de confirmación no nos habían indicado una hora tope de recogida ¡Menos mal que no hemos llegado más tarde! Nos sorprende descubrir más personal y que dispongan de un video explicativo en español con todas las instrucciones. Además, nos indican que probablemente nos encontremos a más españoles por ahí con autocaravanas Mc Rent. Ganas nos dan de pedirles comisión o al menos que nos den las gracias porque quedamos firmemente convencidos de que el aumento de españoles en este lugar algo apartado se debe a la propaganda que les hicimos en nuestro relato anterior de Viajar en Autocaravana. Lo sospechamos porque en aquella ocasión al pedir referencias de esta empresa en diferentes foros de autocaravanismo nadie la conocía de nada.

Terminado el vídeo salen a revisar con nosotros la AC y… ¡bingo! Nos dan la roja. La tenían en la calle preparada para nosotros. Es muy nueva. Ni siquiera lleva todavía la pegatina con el logo McRent. Cuando todos lo papeles están listos nos dejan traspasando el equipaje y se marchan. Colocamos lo indispensable y, dejando en una calle cercana a nuestro veterano compañero de viaje (el coche), nos ponemos en marcha sobre las 8, hora en la que se cerrarán automáticamente las puertas del recinto, según nos han indicado antes de marcharse.

Ya de ruta y por un despiste terminamos entrando en la ciudad de Munster y tenemos que dar la vuelta en un callejón donde nos llevamos un pequeño susto ya que haciendo marcha atrás en una pequeña calle damos a un “pivote” que hay en la acera. Menos mal que no es nada y no nos queda ni una marquita.  Después continuamos hasta un área de carretera en la autopista, a la altura de Osnabruck, donde aparcamos en un lugar iluminado junto a infinidad de camiones y nos acercamos a la gasolinera para hacer uso de los servicios. Como en casi todas las áreas alemanas están gestionados por Sanifair, un sistema de pago que resulta interesante porque normalmente te garantiza que están limpísimos y en realidad no te cuesta nada porque te dan una tarjeta por el mismo importe que has pagado que se puede gastar en la tienda o la cafetería de la gasolinera. Nos acostamos bastante tarde terminando de colocar las cosas y de cenar. Tampoco ayuda el tener que montar las camas por primera vez. Resulta un poco más trabajoso que en la AC integral que alquilamos para ir a Cabo Norte.

 

DÍA 3- MIÉRCOLES 13 AGOSTO: OSNABRÜCK- HELSINGBORG  580Km.

En cuanto estamos listos partimos en dirección norte. Hoy nos espera una jornada de ruta por autopistas y de acomodarse en la AC. A mediodía paramos en un área cerca de Hamburgo, donde tras comer en la AC, tenemos ocasión de canjear todos los bonos de descuento de los aseos por café y helados. Continuamos en dirección a Puttgarden y llegamos justo para embarcar al ferry, sin tener que esperar. Una vez en el barco recorremos la tienda y subimos a la terraza donde pasamos un rato agradable, haciendo fotos y contemplando el paisaje. El mar está muy tranquilo, nada que ver con nuestra primera travesía a Noruega desde Hirtshals.

Ya en tierras danesas continuamos hasta el área de faro, donde decidimos recargar agua y tomarnos un pequeño descanso. Es un lugar con especial encanto, sobre todo a estas horas de la tarde. Continuamos después hacia el Oresund que cruzaremos para llegar a Suecia. Poco antes de llegar aparece al frente un pequeño pero intenso arco iris, que destaca sobre un cielo plomizo que presagia lluvia. El Oresund comienza cerca del aeropuerto como un túnel submarino que surge a una isla artificial. Desde allí, 16 km sobre el mar nos llevan a Suecia. Es el puente más largo del mundo con una gran autopista en el nivel superior y en el secundario un tren de alta velocidad. Cruzar el puente resulta espectacular, no sólo por la impresionante obra de ingeniería que es en sí, sino también porque parece que estemos suspendidos sobre el mar y entre dos cielos totalmente diferentes. Al frente una tormenta cada vez más cercana y mirando hacia atrás un espectacular atardecer sobre un cielo despejado. La lluvia nos alcanza justo al salir del puente.

Mucho menos idílico fue pasar el peaje ya que sin preguntar nos cobraron la tarifa de más de 6m. Cómo normalmente lo preguntan, dimos por sentado que era evidente que nuestra AC era pequeña y cómo nos dieron el ticket en coronas suecas, en lo que tardé en calcular el cambio, Javier ya se había incorporado a la carretera. Aprendimos bien la lección de no mover ni un centímetro la AC en ningún ferry o peaje hasta no comprobar la tarifa, ya que descubrimos por el camino más difícil que en una autopista es imposible volver, y menos de noche y lloviendo. Optamos por continuar nuestra ruta y olvidarnos del tema, pero algo de malhumor nos quedaba, porque precisamente habíamos decidido alquilar una AC pequeña para reducir gastos en peajes y ferrys. Dándole alguna que otra vuelta al tema continuamos avanzando por territorio sueco hasta parar a pernoctar en una gran área de la autopista, cerca de Helsingborg. Era la misma en la que paramos en el 2005 camino a Cabo Norte, con la única diferencia que en aquella ocasión nos sentimos totalmente seguros y en esta, después de tanto leer en el foro acerca de los “piratas de carretera A6” por Nettus, llevamos mucho cuidado de aparcar donde más luz había y cerca de otras autocaravanas. Además, colocamos entre las dos puertas delanteras la cadena que habíamos comprado para la ocasión, por ser una de las medidas de seguridad aconsejadas. No la volvimos a usar en todo el viaje excepto al volver a pasar por esta autopista durante el regreso, ya que en Noruega tuvimos la misma sensación de seguridad que siempre.

 


DÍA 4-
JUEVES 14 AGOSTO: HELSINGBORG– OSLO 500Km.

Por la mañana todos en pie, ya vestidos y desayunados ponemos rumbo al norte. Pasamos Goteborg sin contratiempos y un poco más tarde, cruzando el espectacular puente de Updevalla acontece el siguiente contratiempo: se enciende una luz de avería en el salpicadero y el ordenador de abordo nos aconseja detenernos inmediatamente. Así lo hacemos, en el aparcamiento de un Centro Comercial, donde perdemos un buen rato telefoneando a la empresa de alquiler que nos recomienda llamar a Fiat. En Fiat nos atienden en español, muy amablemente, mientras nosotros intentamos describirle la avería con la ayuda del propietario de una AC matrícula de Polonia que está aparcada a nuestro lado. Finalmente nos indican el taller más cercano, en el que ya nos han concertado una cita y nos aseguran que el vehículo está en garantía y que si nos ponen alguna pega les llamemos de nuevo. Como vamos sin GPS, lo localizamos con el “AutoRoute 2007” del portátil, y llegamos a él sin dificultad.

En el taller nos atienden amablemente, pero después de un buen rato no consiguen encontrar ninguna avería. Conectan el “detector electrónico de averías” y se parten de risa. Después nos explican que el aparato indica que el vehículo ha alcanzado 40º bajo cero. Al final nos despiden sin darle mayor importancia. Entre tanto han ido pasando las horas y hemos perdido toda la mañana. Regresamos al aparcamiento del Centro Comercial para comer y continuamos hacia la frontera. El tiempo perdido hoy lo echaremos en falta al final del viaje.

La autopista termina poco después y los últimos kilómetros en Suecia están llenos de obras que ralentizan más nuestro avance. Entramos en Noruega y nos reciben con un peaje que pagamos en efectivo, en ventanilla, para obtener cambio. La carretera va mejorando poco a poco, pero la tarde se nos va terminando. Pasamos un nuevo peaje y, llegando a Oslo vemos la necesidad de parar a dormir antes de meternos en la ciudad donde será más difícil encontrar sitio. No vemos ningún lugar de nuestro agrado y finalmente nos detenemos en un área de descanso pequeña y poco atractiva en la que un cartel prohíbe acampar. Dudamos y dudamos sobre permanecer allí, pero hay un camión y alguna AC más, es muy tarde, y al fin y al cabo no vamos a acampar, sólo a descansar unas horas y partir por la mañana lo antes posible. Lo aseos son bastante asquerosos, tipo retrete, por lo que prescindimos completamente de ellos.

 

DÍA 5- VIERNES 15 AGOSTO: OSLO- SONGDAL 340Km.

Al levantarnos Javier se da cuenta de que vienen a limpiar los aseos, aunque más bien lo que hacen es algo así como fumigarlos. Después de eso le parece más asequible utilizarlos, los demás nos negamos rotundamente. Desayunamos y en cuanto todos estamos listos nos ponemos en marcha dispuestos a cruzar Oslo. Pasamos el peaje de entrada en la ciudad sobre el que ya hemos leído en el área tres posibilidades de pago: en una gasolinera, mediante una transferencia o con una llamada telefónica. Decidimos parar en la primera gasolinera, pero nos indican que busquemos una Esso.

Cruzamos Oslo sin dificultad, acertando a ver a lo lejos algún que otro edificio conocido de esta ciudad, que tan bien recordamos, antes de meternos bajo el túnel que la cruza hasta Vigodoy. La península donde están ubicados una gran parte de los museos de la ciudad. Esta vez pasamos de largo y poco después encontramos una gasolinera Esso en la que paramos a pagar el peaje. La empleada nos rellena el impreso amablemente y ella misma nos dice que son demasiados papeleos para un pago tan pequeño. No es un sistema muy ágil.

Vamos dejando atrás esta ciudad y su paso representa realmente la llegada a la Noruega que recordábamos. Terminan las autopistas, la velocidad se ralentiza y el paisaje comienza a ser interesante, más bonito de lo que esperábamos al estar en las proximidades de la capital. Continuamos hacia Honefoss. Pronto encontramos indicaciones para un poste de vaciado y nos acercamos a informarnos, ya que es el primero que hemos visto en Noruega. El precio por hacer uso de él es de 50 NOK (es el único de pago que encontramos en todo el viaje. El resto serán siempre gratuitos).

Desde Honefoss tomamos la carretera 7 en dirección a Gol. Al llegar junto al lago Kroderen las vistas mejoran y entre Noresund y Fla, encontramos un área muy cuidada con zona verde y mesitas, entre el agua y una pared rocosa. Allí paramos a descansar un rato y tomar un café.

Al llegar a Gol damos una vuelta completa a la ciudad antes de encontrar el acceso a su iglesia vikinga. Finalmente aparcamos en una zona comercial y, cruzando a pie por una especie de camping con cabañas, llegamos a la entrada del recinto donde hay un edificio que hace las veces de tienda de souvenirs, de taquilla y de puerta de acceso. Pagamos la entrada y accedemos a una especie de poblado vikingo a modo de museo al aire libre que consta de varios edificios.

El principal es la iglesia de madera, una reproducción de la original, la iglesia medieval o stavkirke construida entre los siglos XII y XIII en el municipio de Gol, que actualmente forma parte del museo folklórico de Oslo, en la península de Vigodoy y que pudimos visitar en nuestro anterior viaje. Esta réplica fue construida en la década de los 80 como parte de una atracción de un hotel de la localidad. Su emplazamiento difiere unos metros del que una vez ocupó la original.

Además de la iglesia hay una especie de recinto para fiestas al aire libre con un escenario, una enorme mesa y una gran barbacoa giratoria en la que es muy fácil imaginar a un vikingo asando a un enorme alce. También hay un enterramiento o la reproducción de este, cuyo interior contiene piezas encontradas en enterramientos de la zona. A nosotros nos gusta sobre todo un enorme cuerno expuesto en una vitrina. Por último, en una cabaña, hay un pequeño museo dedicado a los dioses vikingos. Muchos de ellos nos resultan familiares por los libros que hemos venido leyendo en los últimos años. Para terminar, hay una zona de juegos infantiles. Todo el conjunto esta realizado en madera oscura, como la propia iglesia. Después de recorrerlo todo nos dirigimos a la salida bajo la lluvia (única en todo el viaje) En la tienda compramos una copa de cerámica con un escudo vikingo grabado en ella para llevar a casa. Hemos disfrutado mucho de este primer reencuentro con la cultura vikinga que viene a ser la primera actividad turística de este viaje, quizá por eso, a pesar de ser una reproducción, esta iglesia y su entorno nos dejan un buen recuerdo. Ahora comenzamos a sentir que el viaje por Noruega ha comenzado realmente.

En Gol dejamos la carretera 7 y tomamos la 52. Poco después, a la altura de Robru, paramos a comer en un pequeño lugar de descanso junto a un río con rápidos, bastante caudaloso. A partir de aquí la carretera continúa subiendo, sin perder de vista el cauce del río y de vez en cuando alguna caída de agua. Poco después de Hemsedal vemos señalizada una cascada llamada Rjukandefossen y decidimos parar a visitarla. Resulta un corto paseo entre bosques con un suelo algo embarrado hasta llegar a un espectacular rincón donde el agua cae con fuerza entre rocas y abundante vegetación, creando una visión que a mí me recuerda a las escenas que veía de niña en las películas de Tarzán. Hacemos alguna foto y regresamos a la AC llevando mucho cuidado con los resbalones.

Un poco más adelante y para sorpresa nuestra “el escenario” cambia y, por primera vez en este viaje, nos encontramos inmersos en el paisaje de alta montaña, tipo tundra, tan característico en este país en cuanto se asciende un poco. Quizá por lo inesperado o por ser el primero, lo disfrutamos enormemente. Hay ovejas por la carretera y vemos parada una AC con matrícula española. Les saludamos pero…¡cómo somos alemanes! Paramos a hacer alguna foto y continuamos en dirección a Borgund.

Al llegar a Borlo tomamos la carretera E16. Poco después encontramos un tramo en obras y nos desvían por una carretera paralela mucho más estrecha. Esto no parece detener a los camiones que continúan circulando a su velocidad habitual y casi se nos llevan por delante en una curva. ¡Menos mal que llevamos un chofer de primera!

Nos pasamos el cruce de entrada a Borgund y, como inmediatamente hay un túnel nos vemos obligados a cruzarlo de ida y vuelta. Llegamos al parking del centro de información, situado cerca de la iglesia y nos indican que el ticket te permite visitar la iglesia por dentro y el museo instalado en este edificio de información. Cómo no tenemos interés en visitar ninguna de las dos cosas, decidimos no sacar ticket y acercarnos para ver el exterior de la iglesia. Por si acaso, nos mantenemos fuera del camino que parece reservado a los que llevan entrada. Es una iglesia de madera del siglo XII, actualmente iglesia-museo. Se considera la obra maestra de las starvike que han sobrevivido hasta la actualidad. Su característico techo de escalonamiento séxtuplo está decorado con cabezas de dragones talladas en madera. Es también la mejor conservada, la más conocida y una de las más visitadas. A nosotros, no sé si por la interesante forma de la iglesia de gol, o porque la hemos visto antes o muy probablemente porque comenzamos a estar cansados, nos resulta menos atractiva. Continuamos después nuestra ruta hacia Laerdal, pasando de nuevo por el pequeño túnel que ya se nos está haciendo familiar.

Cuando planeábamos el viaje, en casa, estuvimos considerando la posibilidad de visitar el Centro del Salmón en Laerdal pero al enterarnos de que el remonte del salmón se produce en otoño decidimos no visitarlo, ya que esto era lo que más nos atraía. De todas formas, Laerdal está ubicada en un precioso lugar junto al fiordo que sin duda merece una parada, especialmente en estas horas cercanas al atardecer.

Nosotros continuamos, rumbo a nuestro primer ferry en Noruega. Esta vez cruzaremos el Fiordo de los Sueños en una corta travesía de apenas 10 minutos, pero nos trae muy gratos recuerdos porque más o menos a estas horas, lo cruzábamos por primera vez hace cuatro años desde Gudvangen, en una maravillosa travesía de una hora y media. Como entonces, quedo ensimismada mirando este fiordo. No sabría decir si es por la luz o por la ausencia de oleaje, pero estas aguas son un tanto mágicas: en ocasiones parecen tener sobre ellas una fina capa de aceite que brilla y cambia de tonalidad como un arco iris, en otras parecen casi un espejo del cielo y las montañas, y en todas ellas atraen y captan mi mirada con la misma intensidad que las llamas del fuego. Había leído en algún relato que el embarcadero de este ferry parecía un agujero en medio de una enorme pared montañosa. No estaba muy segura de si aquello sería exagerar un poco, pero no, es justo así. Está ubicado en la misma boca de un túnel excavado en una enorme pared montañosa.

De nuevo en tierra firme, la carretera hacia Songdal continúa ofreciendo de modo intermitente interesantes vistas al fiordo, pero se va acercando la hora de parar y, después de las largas jornadas de los últimos días decidimos comenzar en Noruega con todo a punto (incluidos nosotros) pasando la noche en un camping, donde podemos disponer de lavadora y secador de pelo. Elegimos el Kjornes camping que ya conocíamos de cuando recorrimos esta zona alojándonos en cabañas. Está en un lugar encantador, justo al lado del fiordo, y sus instalaciones son buenas. El único servicio que no ofrecen es el de vaciado de grises. Después de llenar agua nos instalamos junto a un poste de la luz y mientras uno va a hacer la colada, los otros comenzamos con las duchas. Poco después estamos todos cenados y preparados para descansar. Hoy ha sido el primer día interesante pero sin duda mañana lo será más.

 

DÍA 6- SÁBADO 16 AGOSTO: SONGDAL- CARRETERA 55  130Km.

Antes de partir nos tomamos nuestro tiempo, damos un paseo junto al fiordo, hacemos alguna foto y ponemos a punto la AC. Poco después nos ponemos en marcha hacia el glaciar Nigard, nuestro objetivo principal en el día de hoy.

Pasamos de largo Svolvor, de donde parte el ferry para visitar la iglesia de Urnes. Después de darle muchas vueltas hemos decidido que quizá no merece la pena el tiempo ni dinero del ferry de ida y vuelta sólo para ver la iglesia. Quizá nos lo parece porque ayer ya vimos dos o quizá porque hemos leído que lo más interesante de esta es su interior. He de reconocer que nos sentimos más atraídos por los exteriores y en las fotos que hemos visto, esta iglesia parece menos “vikinga” que el resto. Además, queremos llegar pronto al glaciar para ver si podemos contratar una visita, esto nos está “llamando” con más urgencia. Así pues, continuamos por la 55. Poco después de pasar el cruce con las indicaciones al ferry encontramos una gasolinera sencilla pero que luego nos sorprende con un gran supermercado y con instalaciones gratuitas para la AC (aprovechamos para vaciar ya que en el camping no se podía). Además, tienen el gasoil muy barato. Continuamos hasta Gaupne y allí nos desviamos hacia el glaciar por la carretera 604, circulando todo el trayecto al lado de un río de aguas tranquilas y poco profundas, pero ancho y muy azulado, con el turquesa típico de las aguas de deshielo de los glaciares.

Llegamos al centro de información donde aparcamos, por cierto, que en el aparece un cartel prohibiendo específicamente pernoctar. Es un lugar perfecto para hacer una foto del glaciar completo. Esta lengua del glaciar Jostedal, el más grande de Europa continental, es de las más espectaculares y las vistas desde aquí inmejorables.

El edificio es curioso, cubierto por un enorme tejado asimétrico dividido en dos mitades, dicen que representando a dos montañas separadas por un glaciar. Aunque llevamos información detallada de las visitas, entramos a preguntar para estar seguros. Nos atienden en español confirmando todo lo que ya sabíamos. Con un menor de 12 años nuestra única opción es el paseo familiar de una hora de duración que se contrata al pie del glaciar.

Tomamos de nuevo la AC y nos adentramos en la estrecha carretera, más bien camino, que lleva hasta el último aparcamiento. Hay un peaje con cobrador que nos resulta nuevo ya que hace cuatro años era una mesa con un sobre para depositar el dinero y tu mismo te levantabas la barrera para pasar. Una vez aparcados decidimos hacer una comida temprana temiéndonos que al regresar de la visita guiada sea demasiado tarde ¡Menos mal que lo hacemos! Sólo para tomar el barco hemos de esperar al tercero porque llega a la vez que nosotros una excursión organizada y ellos tienen prioridad. Tanto tiempo esperamos que entablamos conversación con la familia que está delante de nosotros en la cola. Son un matrimonio inglés afincado en Noruega que traen de visita a una señora con su hija adolescente, ambas americanas. Por lo visto la hija estudia español en EEUU y la madre quiere que practique con nosotros, pero no pasa más allá de decir “hola”. La conversación termina siendo más bien en inglés, con Javier de traductor.

Por fin desembarcamos y recorremos a pie los últimos metros hasta el glaciar. Al llegar, vemos que una de las excursiones guiadas está justo a punto de partir. Nuestros compañeros de travesía no dudan en sumarse al numeroso grupo. Nosotros, siguiendo los consejos de Koldos en el foro, decidimos esperar a la siguiente “cordada” para ser los primeros.

La espera se hace muy corta ya que la pasamos haciendo fotos de la espectacular lengua de hielo, que bajo el sol, tiene una luz increíble. Parece mayor que la última vez que estuvimos aquí, como más abultada en el centro. En cuanto se aproxima la hora nos dirigimos al punto de partida de las excursiones y poco después estamos equipados con los crampones y atados en cordada con Javi en cabeza. Nuestro guía va a ser un Nepalí con aspecto de sherpa con el que entablamos un pequeño intercambio de bromas a costa del patoso grupo que formamos.

Caminar por el glaciar resulta impresionante y la excursión en conjunto mucho mejor de lo que esperábamos. Pasamos grietas, pisamos zonas de hielo totalmente azul y nos metemos en una gruta todavía más azul. Regresamos cansados pero encantados con la experiencia. Nos despedimos de nuestro guía y tras nuevas fotos del glaciar, que parece distinto con el cambio de luz, iniciamos el regreso. Con el barco tenemos más suerte que en la venida y sólo hemos de esperar un viaje.

Ya en la AC nos dirigimos de nuevo al centro de Información y desde allí a Gaupne donde nos detenemos brevemente en un centro comercial, antes de iniciar andadura por la famosa ruta 55. Primero esta estrecha carretera circula apacible junto al fiordo, más tarde bordea un lago de aguas turquesas y una serenidad increíble que le hace parecer un espejo, pero a partir de ahí, poco a poco iniciamos el ascenso hacia las cumbres del Parque Jotunheim “la morada de los gigantes”. El parque nacional más famosos y visitado de Noruega por la grandeza sobrecogedora de sus parajes, con más de 200 montañas por encima de los 1.900 metros de altitud, 60 glaciares, incontables lagos y cascadas, enormes y angostos valles y vistas inigualables. Dentro de sus límites no hay carretera o casa alguna, excepto caminos pedestres y cabañas para alojamiento de los caminantes. La propia carretera 55 no es más que una estrecha banda asfaltada bordeada de altos palos de madera para señalizarla en las grandes nevadas.

La primera parada la hacemos en un mirador circular justo al alcanzar las primeras cumbres. Desde allí se aprecia el estrecho valle por el que hemos ascendido. Se acerca la hora del atardecer. Seguimos subiendo de modo más suave y cada curva nos ofrece nuevas vistas de cimas salpicadas de nieve y pequeños lagos a sus pies. Hacemos fotos a cada paso y en el punto más alto de esta carretera paramos de nuevo en un mirador. Andrea y Javi se van corriendo hacia uno de los montones de nieve que se ve allá a lo lejos y se dedican a formar su nombre con piedras, sobre este manto blanco. Nosotros permanecemos junto a la AC haciendo fotos y disfrutando del paisaje que poco a poco se va tiñendo de naranja, aumentando su belleza y encanto, hasta dejarnos un tanto boquiabiertos.

A nuestro lado se detiene un coche matrícula de Noruega y poco después nos vemos conversando con una familia catalana formada por los padres y dos hijos ya adultos, que viajan en un coche de alquiler alojándose en un apartamento. Comentamos nuestros respectivos viajes y se muestran muy interesados con la posibilidad de alquilar una AC, por lo que terminamos enseñándole la nuestra por dentro y hablándoles de McRent (ya decía yo que tendríamos que pedirles comisión). Despertamos en ellos una sana envidia cuando nos oyen hablar de la posibilidad de quedarnos aquí a pasar la noche o al menos a cenar. A ellos les esperan un montón de kilómetros de regreso a la casa antes de poder descansar y seguro que no lo hacen en un entorno tan impresionante. Ganas nos dan de invitarlos a cenar.

Finalmente decidimos continuar un poco más y paramos a la altura de Krossbu, cerca de una especie de hotel o refugio, junto a un pequeño arroyo, en un paraje cubierto de un espeso manto verde salpicado por las flores blancas de tundra. Estamos prácticamente solos, aunque durante la noche se nos acercan las vacas.

 

DÍA 7- DOMINGO 17 AGOSTO: CARRETERA 55- C. ATLÁNTICA 395Km.

Hoy Javier y yo nos levantamos primero y bajamos a disfrutar del magnífico entorno. Se escucha el sonido del agua y nos iluminan de lleno los primeros rayos de sol que hacen el clima menos frío de lo que cabía esperar. Tanto es así que sacamos las sillas a la calle para desayunar al sol, en la terraza de nuestro “hotel” donde las vistas están garantizadas.

Más tarde me dispongo valientemente a hacer una pequeña colada cogiendo agua del río y mis manos quedan congeladas ¡está como el hielo! Poco después, tras haber disfrutado un poco de esta paz y con todos ya en pie, nos ponemos en camino.

La carretera va descendiendo poco a poco hasta llegar a Lom. Allí nos detenemos para visitar su iglesia de madera, una de las más antiguas de Noruega, del siglo XI. En su aspecto exterior, nos gusta menos que las dos anteriores, mucho más originales en su forma y ricas en decoración. La rodeamos, para poder verla desde todos los ángulos y como nadie se anima a entrar, partimos por la 15 en dirección a Otta para desde allí poner rumbo al norte por la E6. Atravesamos paisajes llenos de encanto, pasando junto a lagos en cuyas tranquilas aguas se reflejan las nubes, invitándonos a hacer fotos y más fotos por la ventanilla.

Al legar a Dombas, nos encontramos ante una ciudad de cierta importancia, situada en el cruce de dos carreteras, en la cercanía de lugares turísticos y por lo tanto con cierto ambiente “comercial”, con numerosas tiendas y restaurantes, pero eso sí, sin perder el carácter noruego en sus construcciones.

Desde aquí hasta Oppdal entramos en el Parque Nacional Dovrefjell. Una vez más un fuerte ascenso en la carretera nos traslada en pocos kilómetros a un paisaje de alta montaña, con ovejas por doquier. Justo arriba paramos a comer en un área de descanso con mesitas. Me quedo en la AC preparando la comida, mientras padre e hijos van a dar una vuelta por los alrededores. Cuando regresan me encuentran totalmente rodeada por un enorme rebaño de ovejas.

Después de comer nos encaminamos a Sundalsora. La carretera circula a través de una profunda garganta de paredes rocosas con algún que otro salto de agua. Poco antes de llegar, a la altura de Gjora, nos desviamos hacia Jenstad para visitar unas cascadas que nos ha recomendado Katana en el foro. El problema es que nos las ha indicado en coordenadas y nosotros no llevamos GPS. El camino está poco señalizado y en vez de terminar en el valle en que confluyen las tres cascadas para acercarnos a ellas caminando, terminamos en un mirador justo al lado de una de las caídas de agua viendo a lo lejos las otras dos. Es un paisaje de gran belleza, pero no terminamos de disfrutarlo por el desconcierto de no encontrar el lugar y algo preocupados de transitar por esta pequeña carreterita que ha venido ascendiendo y ascendiendo sin parar y no parece tener ni un ensanche para dar la vuelta. Finalmente preguntamos a unos señores que se han detenido en el mirador y nos indican una granja un poco más arriba. Allí damos la vuelta y regresamos a la carretera principal.

A partir de Sundalsora el paisaje cambia y se torna más marítimo, vamos bordeando fiordos y, a medida que nos acercamos a Kristiansund, cruzando algún puente, hasta pasar el enorme túnel de peaje que da paso a la ciudad. A la altura de Berge tenemos ocasión de ver a un pequeño ciervo comiendo junto a la carretera.

Kristiansand está construida sobre tres islas unidas por puentes y reconstruida en su mayor parte tras haber sido bombardeada en la segunda guerra mundial. Es un importante puerto de pesca en alta mar. Al recorrer sus calles en esta tarde de domingo encontramos bastante animación para lo que se suele ver en este país. Nos parece una ciudad muy agradable, abierta y cuidada, pero no nos detenemos en ella. Vamos directos al puerto para tomar el ferry que nos llevará a la isla de Averoya de donde parte la carretera Atlántica.

En la Terminal del ferry nos encontramos con que los chavales de la ciudad pasan la tarde del domingo en este lugar, cada cual con su coche, haciéndolos derrapar al borde del agua ¡y todo el mundo parece verlo tan normal! Los señores de la AC que esperan en cola junto a la nuestra nos miran con cara de ¿qué pasa aquí? Y los cuatro nos encogemos de hombros. Nos tememos que alguno termine en el agua y así se lo expresamos a los vecinos por medio de gestos, compartiendo con ellos una tanda de risas.

Ya en el barco vemos en los islotes casitas encantadoras que nos recuerdan a las Lofoten, pero lo mejor de la travesía es el precioso atardecer que podemos contemplar desde la cubierta ¡Impresionante! Y muy, muy largo. Al desembarcar el atardecer continúa su lento ritmo. El cielo, alrededor del sol se va tiñendo de un precioso tono anaranjado que se prolongará hasta bien entrada la noche, aun cuando el sol deje de verse ¡Cuantos recuerdos del Laponia! Estamos en el punto más al norte que alcanzaremos en este viaje y se nota.

Volvemos a cruzarnos con una pareja de ciervos que pastan tranquilamente en el arcén de la carretera. La isla tiene grandes zonas verdes de monte bajo y pocas construcciones. A la altura de Karvag, en una pequeña subida podemos ver a lo lejos el puente más grande y famoso de la Carretera Atlántica, recortado sobre el cielo inmensamente anaranjado. Las emociones que vamos viviendo, al menos los adultos, son contradictorias. Por un lado, no hay palabras para describir el momento, la luz, las vistas, que nos hacen desear llegar a este famoso tramo de carretera cuanto antes. Por otro, tememos no encontrar un lugar adecuado para dormir y tener que pasar de largo en la noche sin poder ni tan siquiera hacer fotos. Nuestros miedos son infundados. Poco antes de llegar hay una gran explanada con varias AC preparadas para pasar la noche. Aparcamos junto a ellas y salimos caminando para ver si llegamos a un punto donde poder ver claramente el horizonte o quizá incluso el perfil del enorme puente. O al menos es lo que yo voy buscando, porque Javier y los dos ayudantes van provistos de la caña de pescar para ver si hay suerte, ya que en el mar no son necesarios permisos de pesca. Finalmente regreso sola a la AC y comienzo a preparar la cena mientras mis acompañantes fracasan en su intento de pescar, volviendo poco después con las manos vacías.

Cenamos en el interior de la AC pero la hemos colocado de tal modo que ni el mejor hotel de la zona nos supera en vistas. A un lado el mar, que sigue y seguirá mucho tiempo anaranjado, y por el lado contrario, sobre las aguas suponemos de un fiordo, aparece una enorme luna llena que se refleja sobre ellas creando una visión espectacular. ¡Ya no sabemos si mirar a derecha o izquierda! Menudo aparcamiento hemos encontrado.

 

DÍA 8- LUNES 18 AGOSTO: CARRETERA ATLÁNTICA- VALLDAL 230Km.

Nos levantamos, desayunamos y salimos dispuestos a recorrer la carretera Atlántica o Atlantehavsveien. Está formada por una sucesión de ocho puentes entre islotes, sobre el océano Atlántico que hoy se pueden apreciar sin ningún problema porque hace un día precioso. Poco antes del más grande de los puentes nos detenemos en un mirador y subimos a la colina para tener una mejor perspectiva y hacer fotos. Este enorme puente, visto desde enfrente tiene una curvatura extraña que deja la estructura en el aire, dando la impresión de que no va a soportar el peso de un camión.

Lo cruzamos con la AC y nos detenemos de nuevo, en un mirador al otro lado, para hacer nuevas fotos. Un poco más adelante vemos pescadores apostados en un puente sobre la carretera. Suponemos que será un buen lugar para pescar, pero poco seguro con niños, así que paramos un poco después, junto a unas rocas. Desde allí probamos suerte con el mismo poco éxito de la noche anterior o incluso menos ya que esta vez perdemos el plomo. En fin ¡esto de pescar no es lo nuestro!

Continuamos hasta Molde, llamada también “la ciudad de las rosas”, pero la cruzamos sin detenernos para dirigirnos directamente a Varden, una colina de 407 metros sobre la ciudad. El camino de acceso está siendo arreglado y, aunque es de tierra, se ve recientemente aplanado. Lo malo es que a mitad de camino nos cruzamos con las máquinas que andan tirando agua, suponemos que preparando el terreno para asfaltar, y nos llenan de barro la AC.

Al llegar arriba hay un aparcamiento y un restaurante con terraza-mirador. Las vistas son espectaculares en este precioso día. Abajo la ciudad, justo detrás las aguas del fiordo Romsdal y como fondo una cordillera de altas cimas nevadas. Nos hacemos fotos, nos sentamos un rato en el mirador a disfrutar de las vistas y poco después nos disponemos a bajar. Ya en Molde vamos directos a tomar el ferry que nos llevará a Vestnes. El trayecto una vez más impresiona por la belleza del paisaje que nos rodea. Poco a poco nos vamos acercando a las enormes montañas que veíamos desde la colina.

Desembarcamos y aparcamos en el tranquilo puerto de la ciudad para comer en la AC. Andrea y Javi van enseguida junto al agua, caminando sobre las rocas de la orilla y montándose sus historias. Después de comer seguimos la ruta E136 en dirección a Andalnes. En todo el momento vamos bordeando fiordos y disfrutando de las vistas que nos ofrecen la gran cantidad de altas cumbres nevadas que rodean el Romsdalfjord. El propio Andalnes está ubicado en un lugar de gran espectacularidad del que parten dos rutas montañosas muy conocidas.

Tomamos primero la que nos llevará a la Trollveggen o pared de los trolls, una escarpada pared de roca grisácea con un perfil dentado en su parte superior, la más alta de Europa y un auténtico reto para los alpinistas, que no lograron coronar la cima hasta 1.965. Pared que inicia un profundo valle tallado por un glaciar entre inabarcables paredes rocosas, con alguna que otra caída de agua. Recorremos el valle en viaje de ida y vuelta y nos dirigimos después a la Trollstigen o carretera de los Trolls iniciando así la llamada ruta dorada que terminaremos mañana en Geiranger.

El inicio del valle es muy parecido al anterior, aunque algo menos transitado, excepto por los turistas. Poco a poco nos adentramos al fondo de esta garganta hasta terminar absolutamente rodeados de pared rocosa. Da la impresión de que la carretera no tiene salida, pero una ruta serpenteante con once cerradas curvas de tremenda pendiente asciende por la pared hasta la cima, sorteando una enorme caída de agua, la catarata Stigfossen, de 180 metros de alto.

Antes de iniciar el ascenso hay un área de descanso llena de vacas y una señal que únicamente se puede encontrar aquí. Es la que indica ¡peligro trolls! Justo en este punto nos encontramos con Nouespai con su familia. Reconocemos la AC al instante y paramos a saludarlos. Nos hace ilusión porque antes de partir habíamos estado intercambiando información. Poco después ellos parten y nosotros nos quedamos haciendo alguna foto más.

El ascenso nos lo tomamos con calma, recreándonos en las vistas y haciendo alguna que otra foto desde la ventanilla, ya que está prohibido parar en todo el trayecto. En un momento dado la carretera pasa por un puente sobre las aguas de la cascada.

Una vez arriba nos llevamos una pequeña desilusión porque, en contraste con la quietud de la primera vez que lo visitamos, cuando aparte de naturaleza tipo carretera 55 únicamente había algún chiringuito lapón, encontramos que están de obras y nos molesta un poco tanto “urbanismo”. Esperamos sinceramente que no vayan a hacer un macro-hotel o algún centro comercial a gran escala (tipo circulo polar Ártico en Rovaniemi) que estropee el entorno. El caso es que han hecho un nuevo mirador, como seguiremos viendo de modo habitual en este viaje en los sitios más turísticos. El antiguo, que en realidad ofrece mejores vistas, de momento está cerrado. Suponemos que lo reformarán. Nos acercamos cuanto podemos y alguna foto conseguimos. Luego continuamos atravesando este hermoso valle de alta montaña e iniciamos el descenso hacia Valldal.

Al llegar vemos un montón de AC aparcadas junto al puerto y decidimos quedarnos aquí a pasar la noche ya que se está haciendo algo tarde. La primera sorpresa es que este puerto tiene aseos, duchas y lavadora que funcionan con monedas, aunque nosotros no hacemos uso de ella por falta de cambio. La segunda es que allí mismo están Nouespai y su familia. Les saludamos y salimos a recorrer un poco la zona paseando junto al fiordo. El lugar está muy cuidado y por todas partes hay grandes maceteros con flores. Es nuestra hora favorita del día y las montañas del otro lado del fiordo poco a poco se van tiñendo de naranja.

Cuando terminamos de cenar salimos a dar un último paseo por el embarcadero y charlamos un poco más con nuestros vecinos catalanes.

 

DÍA 9- MARTES 19 AGOSTO: VALLDAL- LOEN  130Km.

Hoy Javier y yo nos levantamos primero y con los chicos dormidos nos encaminamos a la cercana terminal del ferry, donde embarcamos en una cortita travesía hacia Eidsdal. Ya en tierra firme la carretera asciende sin parar ofreciendo hermosas vistas del pueblo que vamos dejando atrás, con el fiordo al fondo. Poco después llegamos a una preciosa área que recordábamos del viaje anterior, junto al lago Eidsvatnet, entre Solvang y Eide, justo después de un camping. Allí nos detenemos para desayunar y despertar a Andrea y Javi. El sitio es tan mágico como lo recordábamos. El lago a estas horas de la mañana parece un espejo y al fondo un pueblecito rodeado de verdes montañas. El área, con mesitas, está muy bien y tiene uno de los pocos aseos bien equipados que se ven en este país. Lástima que un cartel prohíba pasar la noche.

El día a partir de aquí se va poniendo más y más interesante. Comenzamos con el descenso de la carretera de las águilas, Ornevegen, hacia Geiranger. Paramos en el mirador, que está absolutamente reformado, más grande y nuevo. Luego en mil y un lugares de la carretera, para fotografiar este famoso rincón de Noruega. Las vistas sobre el fiordo son impresionantes. A pesar de tener sólo 16 Km de longitud, es uno de los más espectaculares de Noruega.

El trayecto en ferry hasta Hellesylt es una de las rutas más populares entre los turistas, recorrido imprescindible para quienes lo visitan por primera vez. Nosotros lo hicimos al revés, partiendo de Hellesylt y terminando en Geiranger, y quizá sea mejor porque la llegada a Geiranger por primera vez es impactante, una de las imágenes más fotografiadas del país. El trayecto es de gran belleza, entre altas paredes de roca en las que se aprecian algunas pequeñas aldeas casi colgadas y famosas cascadas como Las siete hermanas y El pretendiente. Por megafonía van explicando el recorrido en distintos idiomas. Una de las cosas que más llaman la atención de este estrecho fiordo, es que permite la entrada a enormes barcos de crucero hasta la pequeña población de Geiranger. Esto se debe a que sus aguas son tan profundas como altas sus paredes.

Ya en Geiranger aparcamos junto al agua, entre el camping y el supermercado y salimos a callejear por este pequeño pueblo de tan solo 300 habitantes, pero lleno de turistas durante el verano. La entrada y salida de enormes barcos es constante. Desde ellos, en pequeñas lanchas acercan a los pasajeros hasta el embarcadero. Paseamos por sus calles, entramos en las tiendas, y finalmente nos tomamos un helado al lado del puerto en una mesa al aire libre, porque también hoy el día es soleado y el clima agradable.

Nos encanta un cartel a la puerta de un establecimiento turístico que, traducido a varios idiomas, dice en español: “Intercambio de modernidad adentro”, cuando en realidad en otros idiomas lo que indica es que se cambia moneda. Le hacemos una foto y nos reímos un rato. Luego tranquilamente vamos regresando a la AC e iniciamos el ascenso en dirección a Djupvasshytta desde donde parte el camino que lleva al Dalsnibba.

En cuanto nos alejamos unos cuantos kilómetros de Geiranger, las vistas en cada curva son de postal. Hay algún que otro lugar en el que es posible detenerse, pero han construido un nuevo y espectacular mirador, con aparcamiento en dos niveles y con modernos y muy completos aseos. Está en el lugar exacto desde el que se hacen todas las fotos de los folletos turísticos en los que aparece alguien sentado en una roca con Geiranger al fondo (por cierto, que la roca está vallada). Este es otro de los lugares en los que se nota un gran cambio en pro del turismo. Antes se podía ver lo mismo, pero no había mirador.

Continuamos atentos para no perdernos el cruce hacia el Dalsnibba, ya que la última vez que pasamos por aquí había una niebla increíble y pasamos de largo. Hoy nos resulta muy fácil, y no sólo a nosotros, porque la estrechísima carretera de tierra que ascender a la cumbre está transitada constantemente por autobuses turísticos que en ocasiones hacen un poco difícil circular con la AC, sobre todo cuando al acercarse a la orilla las ruedas derrapan en la tierrecilla suelta del camino. Doy gracias por no ser yo la que conduce.

Todo el recorrido ofrece unas maravillosas vistas de cumbres nevadas con el lago Djupvatnet, de aguas turquesas, en el centro (eso si consigues apartar la vista de la carretera para contemplar el paisaje). Al llegar arriba una explanada de asfalto hace de mirador y aparcamiento. Estamos a 1476 m y en un día tan despejado como el de hoy vemos claramente allá a lo lejos Geiranger que está justo al nivel del mar. El aparcamiento está “a tope” entre autobuses y turistas.  Nosotros, tras un vistazo rápido al mirador (por si la visibilidad cambiase más tarde) decidimos comer antes de explorar la zona. Resulta un acierto porque cuando volvemos a salir hay mucha menos gente. Mientras comemos, a través de las cortinillas de la ventana vemos un constante transitar de turistas, coches, motoristas… entre ellos algún grupo de españoles que desciende de un autobús. Nos es imposible no comparar. No somos asiduos de la AC y todavía nos hace mucha gracia estar allí comiendo tan ricamente nuestras comidas caseras y ver a aquellos turistas pasando justo a nuestro lado, aguardando a que les lleven a comer al hotel lo que toque hoy. Seguro que estarían encantados de pasar a comer con nosotros no sé, por no emplear la trillada tortilla de patatas, quizá un poco de jamón serrano o una cortada de sandía.

Las vistas de Geiranger desde aquí son de postal. Estamos tan arriba que lo vemos como en una foto aérea, estamos incluso por encima de todas las montañas que lo rodean. Somos conscientes de la gran suerte que hemos tenido con el día porque la visibilidad es perfecta. Hoy estamos batiendo el record de fotos.

Cuando estamos a punto de marcharnos vemos llegar la AC de Nouespai ¡Que pequeño es el mundo! Charlamos un poco antes de iniciar el descenso. Las vistas de nuevo nos dejan boquiabiertos. La naturaleza en este país es increíble.

Cuando llegamos a la carretera 15 tomamos dirección a Lom durante unos cuantos kilómetros hasta llegar a Grotli. Allí nos desviamos por la carretera turística 258 que nos llevará hasta Videsaeter. Es una ruta parecida a la 55 pero en pequeñito. Una estrecha pista de tierra entre lagos, cumbres, nieves y pequeña flora típica de tundra. Saboreamos despacio los kilómetros con continuas paradas para hacer fotos. De vez en cuando enormes ovejas invaden la carretera. En una de esas paradas se detiene un coche con matrícula noruega para preguntarnos por un glaciar. Tras un intercambio de palabras en torpe inglés, descubrimos que ambos somos españoles ¿Y que hacemos aquí hablando en inglés? Ellos son de Sevilla. Están alojados en el hotel Videsaeter, hacia donde nos dirigimos, y allí les han indicado un glaciar en esta dirección. Nosotros no sabemos de ninguno. Precisamente nos dirigimos al Briksdal que visitaremos mañana, pero que está en dirección contraria. Una vez más contrastamos nuestros respectivos sistemas de viaje y quedan encantados con la AC. Empezamos a sentirnos relaciones públicas de la empresa McRent. Nos despedimos y continuamos nuestra ruta.

No habíamos andado más que unos kilómetros cuando vemos llegar en sentido contrario a nosotros la AC de Nouespai ¿Cómo hemos terminado circulando al revés? En fin, nos saludamos y cada cual continúa con su ruta. Cuando llegamos al hotel Videsaeter decidimos detenernos porque nos han dicho que el lugar ofrece una buena panorámica del valle y de una cascada cercana. El aparcamiento está reservado a clientes, pero mientras estamos allí dudando que hacer, vemos regresar a los amigos sevillanos. Decidimos aparcar como “amigos de clientes” y vamos con ellos al mirador junto a la cascada. Nos hacemos unas fotos y continuamos ruta hacia Stryn. Rodeamos el lago Strynsvatn, pasando junto a uno de los mejores campings en que estuvimos alojamos hace cuatro años y llegamos a la ciudad. Allí nos detenemos para poner gasolina. Además, nos indican un lugar, junto a una parada de taxis, donde podemos vaciar y llenar gratuitamente. Después continuamos ruta rumbo a Loen.

La carretera bordea el fiordo y las luces son cada vez más doradas anunciando el atardecer. Poco después de la ciudad nos detenemos en un área de descanso con mesitas, al lado del agua. Los aseos son un asco, pero el sitio es muy bonito. Aparcamos entre unos alemanes y unos irlandeses que están cenando al aire libre. El señor alemán, ya mayor, está leyendo tranquilamente con un silloncito bajo un árbol. Yo me dedico a hacer fotos del atardecer mientras padre e hijo, sentados en una de las mesas dibujan. Hoy toca la lección “aprender a hacer motos”. Más tarde, mientras preparo la cena y como era de esperar, Javier entabla conversación con el alemán que, lógicamente, ha pensado que somos paisanos.

 

DÍA 10- MIÉRCOLES 20 AGOSTO:   LOEN- LAERDAL 190Km.

Partimos hacia Olden donde tomamos la carreterita que se dirige al glaciar Briksdal. Las vistas durante todo el recorrido son espectaculares, especialmente al llegar al lago Oldevatnet, a la altura de Sunde.  Poco después de un camping hay un área de descanso desde la que se ve al fondo un glaciar sobre las aguas turquesas del lago, ofreciendo una bella imagen que hace detenerse a más de un vehículo para hacer fotos. Ayuda mucho la luz ya que, como viene sucediendo en todo el viaje, ha amanecido soleado y totalmente despejado.

Al llegar al aparcamiento hay bastante gente y se nos hace extraño porque la primera vez que estuvimos aquí eran las cinco de la tarde de un día lluvioso y gris y no había más que una excursión de Cóndor que regresaba al autobús cuando nosotros íbamos hacia el glaciar. Hoy, sin embargo, hay gente por todas partes. Pagamos la tarifa correspondiente (dispone de tarifa nocturna para pasar allí la noche) y, provistos de mochila y cámara, iniciamos la marcha.

Vamos con cierta incertidumbre porque el guía que tuvimos en el glaciar Nigard, el sábado, nos dijo que el Briksdal este año se ha quedado sin hielo, que se está derritiendo completo y por ello no se hacen excursiones guiadas para caminar sobre él. Nos dejó alucinados porque no habíamos oído ni leído nada al respecto en el foro, ni siquiera de quienes acababan de regresar de Noruega unas semanas antes que nosotros. No sabíamos que pensar ¡Quizá habíamos traducido mal sus palabras en inglés!

Comenzamos la ruta por el sendero de caminantes, pero al llegar a la cascada, nos pasamos al camino de los vehículos autorizados (antes eran coches de caballos, ahora una especie de carritos de golf). Al cruzar el puente el agua pulverizada nos empapa y hemos de alejarnos un poco para hacer una foto sin dañar el objetivo. El trayecto desde donde paran los carritos, en una especie de explanada-mirador, hasta llegar al glaciar, sólo se puede hacer caminando. Poco a poco nos vamos acercando y la inquietud va en aumento.

La primera sorpresa es que lo que antes era un sendero casi inexistente y pedregoso, que más bien parecía forjado a base de pasar una y otra persona, está ahora transformado en un caminito de tierra, llano y bien delimitado. Después, al llegar ante la lengua del glaciar, la segunda sorpresa: ¡se ha reducido a la mitad! Nos quedamos bastante desilusionados. Esta excursión fue de las mejores hace cuatro años y ahora no parecía la misma. Aquella vez llegamos bajo una fuerte lluvia, con impermeables y botas de montaña, sorteando charcos de piedra a piedra para alcanzar una impresionante masa de hielo ante la que estábamos completamente solos, los niños y nosotros. Ahora está todo lleno de gente, en un día soleado y casi no queda glaciar. Si esto sucede ya en Noruega, pensamos, ¿dónde iremos cuando añoremos naturaleza sin salir de Europa?

                      Glaciar Briksdal en 2004  
    Glaciar Briksdal en 2008

 

 

 

 

Con estos pensamientos iniciamos el regreso a la AC a la que llegamos cansados y deseando darnos una buena ducha que nos apresuramos a concedernos, racionando el agua entre los cuatro. Después comemos en el mismo aparcamiento.

En nuestra hoja de ruta tenemos anotaciones sobre la posibilidad de visitar algunos glaciares más en esta zona que no conocemos, pero las indicaciones y las dificultades de acceso no las tenemos tan claras Sabemos que al Bodalsbreen y al Kjenndalsbreen se accede desde Bodal y hay excursiones organizadas que te llevan a ellos, pero al parecer no se puede acceder en AC, hay que caminar. También, desde la misma carretera del Briksdal, unos kilómetros antes, se puede llegar al glaciar Brendalsbreen pero creo que el acceso es más difícil. En cualquier caso eran sólo una posibilidad, si nos sobraba tiempo. Como no va a ser así, se quedan para otra ocasión.

Ahora continuamos ruta primero por la 60 y más tarde por la E39 hasta Skei. Desde allí tomamos rumbo a Fjaerland por la carretera 5, de peaje. El paisaje es espectacular en todo el recorrido. Nada más pasar el túnel de Lunde, una desviación a la izquierda, lleva al glaciar Boyarbreen que se puede apreciar desde la carretera. Nos acercamos con la AC hasta un área casi al pie del glaciar, del que tampoco queda ya demasiado. Aparcamos entre las vacas y, dando un pequeño paseo llegamos al lago de deshielo. Poco después regresamos a la AC y continuamos hasta el Norsk Bremuseum (museo noruego de los glaciares). Nos detenemos un rato en su aparcamiento, a pesar de que ya está cerrado, para subir a su terraza-mirador y hacer alguna foto de las cumbres del Parque Nacional Jostedalsbreen. El edificio está situado en un lugar espectacular. Su interior, que visitamos en nuestro viaje anterior, es interesante para los niños, ya que muestra de modo experimental lo que es un glaciar, su formación y algunas propiedades, además hay una recreación de un túnel de hielo para imaginar que caminas por dentro de un glaciar. Pero lo que recuerdo como más interesante es la proyección de un increíble video de unos 30 minutos de duración sobre una pantalla de 180º, que te da la oportunidad de sobrevolar el glaciar Jostedal, corazón de este parque nacional. Las impresionantes imágenes están acompañadas únicamente por una música de fondo y te dejan sin palabras. En este viaje hemos tenido ocasión de visitar 3 de sus lenguas: Nigard, Briskdal y Boya, pero hay aproximadamente 24. Tiene una extensión total de 487 km2 y el hielo alcanza en algunos lugares 400 metros de profundidad y casi los 2.000 metros de altitud.

Esta vez nos conformamos con ver la masa de nieve a lo lejos sobre las cimas montañosas que nos rodean. Poco después, casi a punto de entrar en un largo túnel, un mirador junto a la carretera nos permite una hermosa panorámica sobre el estrecho brazo del Fiordo de los Sueños llamado Fjaerlandsfjorden, que va desde aquí hasta Balestrand.

Poco a poco nos vamos acercando a Songdal y finalmente a Mannheller donde cerramos un circulo tomando de nuevo el ferry que nos trajo hasta aquí en la tarde del viernes.  Dejamos en las proximidades otra cascada sin visitar, las Vettisfossen, pero ¡hay tanto para ver!

Sobre el agua pronto aparece la luz anaranjada del atardecer y, una vez en Laerdal las vistas hacia el fiordo son un verdadero espectáculo. Nosotros las disfrutamos un rato más porque lo bordeamos durante unos cuantos kilómetros hasta tomar la antigua carretera a Aurlandsvangen, dejando a un lado el nuevo túnel de la E16, gratuito, de 25 km. de longitud.

La pequeña Snovegen o carretera de la nieve, asciende primero entre casas y granjas hasta alcanzar una caudalosa cascada, después poco a poco todo resto de civilización va desapareciendo y llegamos a lo más alto de la carretera donde el paisaje cambia por completo una vez más, viéndonos inmersos en un panorama de alta montaña con retazos de nieve y pequeños lagos por todas partes. En medio de esta grandiosa inmensidad paramos a dormir en un ensanche junto a la carretera en el que vemos alguna otra AC. Todo está silencioso y solitario y la temperatura es muy baja en el exterior, pero es un gustazo estar allí en medio de tan agreste naturaleza, calentitos y cómodos para cenar y pasar la noche. Es tan tarde que ni pisamos el exterior.

 

DÍA 11- JUEVES 21 AGOSTO:  LAERDAL- BERGEN 229Km.

Al levantarnos salimos a explorar el maravilloso entorno que nos rodea y que anoche no pudimos apreciar bien. Es una verdadera gozada caminar por estos inhóspitos parajes sin un alma a la vista y en el silencio más absoluto. Nos acercamos paseando al lago que tenemos más cerca, en cuyas aguas se vierten pequeñas cascadas a medida que la nieve se va derritiendo. Luego regresamos tranquilamente, disfrutando de estas primeras horas de la mañana, pisando con cuidado ya que el suelo está cubierto por un espeso manto verde que no deja ver en ocasiones el agua encharcada. De vez en cuando la monotonía del verde se ve rota por pequeñas flores blancas o quizá algún remanso de nieve.

Ya en la AC, continuamos avanzando sin prisas, parando de tanto en tanto a hacer fotos. Tenemos ocasión de reír con uno de tantos rebaños de ovejas que está en medio del camino. Ya que al oírnos llegar, en lugar de apartarse, comienzan a correr delante de nosotros como locas, chocando unas con otras ¡Y eso que prácticamente nos paramos! Parece una escena de dibujos animados. Un poco más adelante otro pequeño grupo nos hace detenernos y una supuesta “mamá” se va hacia la parte de atrás de la AC, consiguiendo que su pequeña cría se ponga a balar como una loca, buscándola por todas partes. Nosotros intentando guiarla con su madre, parecía un culebrón. El paisaje ha seguido siendo espectacular y no nos hemos cruzado ni un solo coche.

Cuando la carretera comienza el descenso vemos un área de descanso que parece nueva, y que aparentemente no ofrece nada de interés, ya que está en una especie de hondonada sin vista alguna. Pero en la colina de atrás se aprecia claramente un sendero trazado en la vegetación a base de pisar y que parece llevar a la cumbre. No sé que fue lo que nos alertó, pero estábamos convencidos de que allí había algo interesante. Decidimos parar a explorar un poco y nada más bajar de la AC comenzamos a ascender la colina. Al llegar arriba nos quedamos con la boca abierta literalmente.

Tenemos a nuestros pies el fiordo de los sueños y podemos apreciar claramente el punto en que se unen el brazo Naeroy con el Aurland. Una imagen que no esperábamos ver más que en fotos aéreas. Es absolutamente espectacular y nos hace especial ilusión porque es una bonita manera de ver este fiordo por el que en este viaje no navegaremos. Hacemos fotos y fotos disfrutando de la soledad más absoluta y poco después vamos descendiendo. Nos cruzamos con un grupo de jóvenes que suben cargados de enormes mochilas, suponemos que serán parapentes o algo similar.

A partir de aquí la carretera inicia un fuerte descenso, cada vez más pronunciado y lleno de curvas. Tras una de ellas nos encontramos ante uno de estos nuevos miradores que al parecer están construyendo. Dispone de aparcamiento con aseos. El mirador en sí es un impresionante trampolín de madera que termina con forma redondeada hacia abajo, a modo de tobogán, como si pretendiese lanzarte al vacío. Únicamente un cristal transparente como pared de fondo te impide la caída sobre la ciudad de Aurland, que se ve pequeña allá abajo, junto a las aguas del fiordo. Las vistas son parecidas a las de la colina en la que hemos parado antes, pero desde mucho más abajo y en un lugar bastante más masificado. Casi hay que hacer cola para llegar al final del mirador, y sobre todo para hacerse una foto en él ¡Y eso que por la carreterita no nos hemos cruzado casi ningún coche! Estando en el mirador vemos descender por los aires varios parapentes ¡Y nosotros sabemos de dónde vienen!

Tras disfrutar un poco más de las vistas continuamos descendiendo hasta terminar bordeando el fiordo en dirección a Flam. Enormes barcos de crucero están atracados en sus aguas, frente a esta pequeña ciudad, famosa por ser punto de partida del tren alpino Flambasna, que llega desde aquí hasta Myrdal. Nosotros la cruzamos sin detenernos, ya que en esta ocasión no tomaremos el tren. Tampoco en su día nos resultó tan interesante. Quizá también influyó el que antes de venir nos habían hablado demasiado bien de este tren y quedamos algo decepcionados. Pensamos que quizá para un grupo de turistas que hace una breve visita al país, este recorrido les puede dar una idea rápida de lo que ofrece Noruega en naturaleza: cambio de paisaje desde el valle a la alta montaña, incluyendo una caudalosa y espectacular cascada. Pero cuando has dado vueltas y vueltas por las carreteras noruegas (gratuitamente) no vimos mucho sentido a pagar el billete de tren para ver lo mismo (No porque el paisaje no sea bonito sino porque no aporta nada nuevo). Lo que si nos gustaría hacer alguna vez, porque eso si sería distinto, es subir en tren para bajar en bicicleta, saboreando el paisaje en directo ¡qué gozada! Verlo desde las ventanillas algo rayadas del tren no nos causó especial impresión y tampoco fue nada divertido esperar en Myrdal con un frío increíble a que llegase el siguiente tren para regresar.

Nos dirigimos a Gudvangen, aparcamos junto al muelle del ferry y nos disponemos a comer. Esta localidad no ofrece nada en si misma, pero está en un lugar impresionante, arrinconada entre el agua y las enormes moles montañosas. Es un precioso enclave para disfrutar de la belleza del fiordo Naeroy declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO y para tomar alguno de los barcos que lo cruzan. Es el brazo más estrecho del Fiordo de los sueños y el más impresionante, rodeado de escarpadas paredes de casi 1Km de altura. Os recomiendo navegar por él. Fue una auténtica gozada.

Mientras comemos pasan a nuestro lado grupos de turistas que bajan del autobús y se dirigen a unos pequeños barcos. La sensación es parecida a la que tuvimos en el parking del Dalsnibba. Después damos una vuelta por las instalaciones. Básicamente es un hotel de estilo vikingo muy original en su forma y mobiliario. A su lado un enorme restaurante para albergar los grupos de turistas de las excursiones organizadas que paran a comer y una tienda de recuerdos. En el exterior funcionan a determinadas horas una especie de talleres en los que hombres y mujeres ataviados con ropas medievales realizan quehaceres típicos de la época vikinga para entretenimiento de los visitantes. Recorremos un poco la zona y damos un paseo junto al agua. Las vistas hacia el fiordo son de postal típica, especialmente cuando entra algún enorme barco.

De regreso a la AC continuamos nuestra ruta entre paredes montañosas con alguna caída de agua. Nos desviamos brevemente de la E16 para subir al hotel Stalheim del que hemos leído que goza de una posición privilegiada sobre el valle Naeroy. Encontramos un lugar al que asomarnos (ya que las mejores vistas están reservadas al propio hotel) y, tras hacer alguna foto continuamos a la carretera en la que un enorme túnel nos saca del valle. Continuamos en dirección a Voss y poco después, casi pegada a la carretera aparece la cascada Tvindefossen. Está en un camping, pero se permite aparcar de modo gratuito durante un periodo breve de tiempo para visitarla. Así lo hacemos y nos acercamos caminando hasta la caída de agua.

Poco después estamos de nuevo en la carretera. Nuestro destino ahora será Bergen, pero decidimos dejar de lado la carretera E16 que nos llevaría directos desde Voss en un trayecto lleno de túneles, para tomar la carretera 13 que nos llevará hasta una de las carreteras turísticas nacionales, la carretera 7, que bordea el fiordo Hardanger. Sabemos que vamos a hacer más kilómetros, pero hemos optado por un mejor paisaje.

Poco después de Granvin comenzamos a circular al borde mismo de este enorme y tranquilo fiordo. De vez en cuando hay algún área de descanso con preciosas vistas. Nosotros nos detenemos en una de ellas, muy completa, con mesitas, aseos, mirador, y unas escaleras que ascienden hasta el agua. Descansamos un rato y aprovechamos para gozar del paisaje y hacer alguna foto. Al otro lado del agua se ve el perfil de las cimas del Parque Nacional Folgafonna y de vez en cuando algún ferry cruza el fiordo en uno u otro sentido.

Una vez que pasamos Norheimsund la carretera se interna dejando atrás el fiordo. Poco después, a nuestra derecha, aparecen las cascadas Steinsdalsfossen y aparcamos para visitarlas. Junto a la caída de agua, en la roca, han prendido una enorme espada vikinga pero no sabemos su significado. Además de hacer alguna foto desde abajo, es posible caminar por detrás del agua, por un sendero preparado para ello.

Continuamos después hacia Bergen, pasando junto a algún que otro lago y un nuevo puerto de montaña. Llegando a la ciudad decidimos no entrar en ella esta noche, ya que las áreas urbanas para AC no nos gustan nada, pernoctaremos en un camping de los alrededores y aprovecharemos para realizar la última colada. En principio nos hacía ilusión entrar en Bergen esta noche para volver a subir al monte Floyen y ver atardecer desde allí, pero no nos cuesta demasiado dejarlo, porque estamos verdaderamente cansados y tampoco sabemos con seguridad si llegaremos a tiempo del atardecer, pues primero habría que buscar el área, situarnos y llegar caminando al centro de la ciudad. En fin, ¡otra vez será!

Tomamos la 580 en dirección sur para dirigirnos primero al Lone camping pero no nos convence demasiado y decidimos continuar al siguiente. Al ir a registrarnos vemos en un periódico noruego una foto enorme de un accidente en la que se lee claramente “Madrid”. Preguntamos al recepcionista que nos informa parcamente de lo que ha sucedido en Barajas. Llenamos agua y nos instalamos mientras Andrea y Javi recorren la zona. Después iniciamos la sesión de duchas mientras esperamos a la lavadora. Frente a la nuestra hay aparcada una AC con matrícula española y poco después tenemos ocasión de conocer a sus ocupantes, dos parejas de catalanes que viajan juntos. Entablamos conversación sobre nuestros viajes y sobre el accidente de Barajas del que saben algo más porque han hablado por teléfono con sus hijos. Más tarde coincidimos en la sala de lavadoras y continuamos con la conversación hasta dar por terminada la velada para ir cenar y descansar.

 

DÍA 12- VIERNES 22 AGOSTO:  BERGEN- LAUVIK 220Km.

Recogemos la ropa de la secadora, cargamos agua y nos encaminamos a Bergen. Estamos deseando recorrer de nuevo esta ciudad, para nosotros la más bella de Noruega y  una de las mejores de Escandinavia (por detrás de Estocolmo). Aunque ha sido reconstruida varias veces a causa de incendios, todavía conserva la atracción de lo antiguo. Está situada en un enclave muy especial, rodeada por islas y flanqueada por siete montañas y es el puerto más importante del litoral Noruego. Aunque tiene fama de ser la ciudad más lluviosa de Europa, hoy vamos a tener la suerte de verla bajo un sol radiante en un día totalmente despejado.

Al entrar en la ciudad atravesamos el peaje sin detenernos ya que no vemos ninguna gasolinera donde pagar. Cruzamos el centro y aparcamos sin problemas, en un pequeño parking al aire libre cerca de los muelles de Color Line, justo detrás de la fortaleza. En el lugar hay un cartel que prohíbe expresamente aparcar AC pero está totalmente lleno de ellas y nos decidimos a pagar el ticket y dejarla allí. Cuando nos disponemos a caminar rumbo al centro de la ciudad vemos llegar la AC de Nouespai ¡Increíble! Nos despedimos de él hace tres días y no llevábamos el mismo itinerario. Sin embargo aquí estamos de nuevo. Nos dicen que llegaron anoche a Bergen buscando el área urbana pero estaba cerrada y terminaron durmiendo junto a la estación de autobuses (menos mal que decidimos quedarnos en el camping). Esta mañana un guardia les ha informado de que aquí podían aparcar ¡Con razón está lleno de autocaravanas! Un poco más tranquilos, agradecemos la información, nos despedimos y emprendemos el paseo.

Primero entramos en el recinto amurallado que tenemos allí mismo. Es una fortaleza construida en los siglos XI y XII como defensa del puerto. Dentro de sus murallas se encuentra la Hakonshallen, un edificio de fachada escalonada, mandado construir por el rey Hakonsson a mediados del siglo XIII, como salón de fiestas y audiencias, y una enorme torre de piedra de planta cuadrangular llamada Rosenkrantz que fue residencia del gobernador. Nosotros no entramos en ninguno de los dos edificios, damos un breve vistazo y continuamos hacia el Bryggen.

Sus casas de madera de colores con tejado apuntados, que pertenecieron a los comerciantes de la liga Hanseática, constituyen una de las imágenes más características de esta ciudad. Pero tan interesante como disfrutar de estas famosas fachadas es adentrarse por los callejones entre los edificios de paredes combadas y tablones con olor a viejo, curioseando por los patios interiores, escaleras y galerías. Entre estas paredes el tiempo parece haberse detenido y es muy fácil trasladarse a otra época, imaginando los carros que entran y salen de las casas de los comerciantes, cargando sacos o barriles con las enormes poleas que todavía cuelgan de lo alto de las fachadas. Estos antiguos almacenes son hoy tiendas, estudios, talleres y restaurantes y han merecido el título de Patrimonio de la humanidad por la UNESCO. De entre las tiendas la que más nos atrae es la última, dedicada en su totalidad a objetos de decoración navideña.

Después nos dirigimos al mercado de pescado. Antes de llegar, al cruzar una calle, nos encontramos a nuestros compañeros del camping. Se han cansado de dar vueltas buscando aparcamiento y se van. Les indicamos dónde hemos aparcado nosotros pero ya nos les queda humor para intentarlo. Se marchan.

Este mercado al aire libre situado en la plaza llamada Torget, justo al fondo del puerto Vagen, abre todos los días de 8 a 15 (excepto los domingos) convirtiéndose en el lugar más animado de la ciudad. Al llegar atravesamos primero los puestos de fruta a los que decidimos regresar más tarde y nos encaminamos a los de pescado. Es un escaparate de venta y degustación para los turistas, pero la variedad y originalidad de los productos hacen la experiencia muy interesante y un verdadero espectáculo que no hay que perderse. En todos los puestos hay algún vendedor español (y de casi todos los países de Europa), jóvenes en busca de experiencias o estudiantes. Los turistas van de puesto en puesto degustando caviares, salmón y lo que más impresiona a los niños: carne de ballena, que sólo se puede consumir de modo legal aquí y en Japón. También venden pequeños bocadillos con gambas o algún otro “manjar”, incluido salchichón de reno y de alce. Cuando vas caminando entre los puestos te llaman y te ofrecen los distintos productos, normalmente en tu idioma porque van adivinando las nacionalidades por los rasgos físicos. Te cuentan su vida, te dan a probar de todo y terminan vendiendo algo.  Banderas y carteles de lo más peculiares adornan los puestos: “Salmón pata negra”

A nosotros, casi en uno de los primeros puestos, un chico de Barcelona nos atiende de maravilla dándonos a degustar distintas variedades de salmón y caviar, así como la carne de ballena que tanto le gusta a Javi. Terminamos comprando un poco de cada para llevar a casa y un cartucho de gambas para tomar aquí. Están un poco más dulces que las que tomamos habitualmente porque son de fiordo y en ellos el agua es menos salada. Nos sentamos en un banco cercano a comerlas y las gaviotas disputan por las cabezas y pieles que de vez en cuando les arrojamos. Desde este lado del puerto se ven al fondo las casitas de colores del Bryggen y allá a lo alto sobre la ciudad en la colina el mirador del monte Floyen y el funicular que lleva hasta él. Las vistas de la ciudad desde allí son espectaculares a cualquier hora, pero mejores al atardecer.

Luego continuamos hasta la oficina de turismo, que está aquí mismo, para preguntar dónde podemos pagar el peaje de entrada en la ciudad, pero nos mandan a la estación de autobuses que está en las afueras, así que decidimos arriesgarnos y no pagar.

De vuelta al mercado visitamos unos puestos de souvenirs que no vimos en otras ocasiones. En uno de ellos, de artesanía lapona, encontramos el colgante de cuerno de reno que llevamos buscando todo el viaje por encargo del primo Pablo. ¡Lo compramos rápidamente! Después iniciamos el regreso a la AC parando brevemente en los puestos de fruta para comprar una tarrina de frambuesas y fresas. Nos detenemos de tanto en tanto para disfrutar de las vistas del puerto y hacer alguna foto más.

Pronto estamos de nuevo en marcha, saliendo de la ciudad rumbo al sur. Ayer, en asamblea familiar de sobremesa, decidimos que no queríamos prescindir del Preikestolen, aunque dejáramos alguna otra ruta sin trazar por falta de tiempo. Por eso vamos a ir directos a Stavanger, por la costa que es lo más rápido. Comemos en la Terminal del ferry en Halhjem y después disfrutamos de la larga travesía. Es una gozada estar en la cubierta con el mar en calma absoluta. Después la carretera, junto al agua en todo momento, de islote en islote por puente o túnel y a nuestra izquierda se llegan a ver las cumbres nevadas del Parque Nacional Folgafonna.

Dejamos a un lado Haugesund y llegamos a Arsvagen donde tomamos un nuevo ferry. Toda la tarde la pasamos recorriendo la costa, con mar apacible y cielos despejados. Resulta una ruta de lo más agradable y un merecido descanso.

Tras pagar el peaje y atravesar los dos túneles de entrada llegamos a Stavanger. De esta ciudad, cuarta de Noruega en tamaño, destaca la zona del puerto, no solo por ser uno de los más importantes del Mar del Norte sino también porque, como en Bergen, en torno a él gira la vida de la población. El barrio más conocido también es de casas de madera, pero esta vez de color blanco.

No entramos al centro, que ya conocemos, sino que la rodeamos y nos dirigimos al monumento a las espadas Sverd i fjell que hemos visto en fotografías y queremos visitar. Tardamos un poco en encontrarlo ya que no está señalizado. Al final lo logramos preguntando en una gasolinera. Está en un montículo junto a un lago, en una zona verde con aspecto de parque. Al llegar está atardeciendo y es bonito contemplar el perfil de estas enormes espadas vikingas, hechas en piedra, sobre el cielo anaranjado. Después de unas cuantas fotos continuamos en dirección a Sandnes donde tomaremos la carretera 13 que nos llevará a Lauvvik. Un poco antes de llegar paramos a dormir junto al lago Tangesdalsvatnet, en un aparcamiento de tierra junto a una especie de playa que no acertamos a ver bien porque ha oscurecido completamente. Cenamos y nos vamos a descansar, mañana nos espera un gran día.

 

DÍA 13- SÁBADO 23 AGOSTO:   LAUVIK- HAUKELISAETER 217Km.

Salimos temprano para tomar el ferry a Oanes y encaminarnos al Preikestolen. La mañana está preciosa y la corta travesía resulta muy agradable desde cubierta. Poco después, ya en la carretera 13, tras pasar un puente que lo cruza, tenemos ocasión de contemplar a nuestra derecha la entrada al Lysefjorden o fiordo de la luz, que hoy lo parece más que nunca. La bella imagen de este famoso fiordo no hace sino despertar en nosotros más ganas de llegar pronto hasta el Preikestolen, desde donde sin duda lo podremos contemplar con mayor perspectiva. No hay una sola nube a la vista.

En los alrededores hay otras cosas de interés, pero requieren de más tiempo y se nos quedan pendiente por esta vez: Kjerag, al fondo del fiordo, y las cascadas Manafossen, algo más al sur.

Poco antes de Jorpeland una desviación a la derecha lleva a nuestro destino de hoy. Durante todo el trayecto el camino está lleno de señales de prohibido aparcar, por eso nos sorprendemos al ver coches e incluso alguna AC metida de mala manera entre los árboles ¡Lo que hacen algunos por ahorrar el parking! Aparcamos en el enorme recinto de pago y, cargados de lo imprescindible partimos, dispuestos a ascender los 4 Km que nos separan de nuestro objetivo. Es bastante temprano y no hay mucha gente. Lo hemos hecho así temiendo pasar demasiado calor en vista del clima que nos está acompañando en este viaje. Con nosotros inician el camino un grupo de jóvenes que parecen estudiantes. Durante dos horas alternamos fuertes subidas y pequeñas bajadas con alguna que otra zona llana, parando alguna vez a descansar o a hacer fotos.

En una de las zonas de pendiente más pronunciada y pedregosa nos encontramos a una de las parejas catalanas del camping. Ayudados de bastón y con mucha paciencia, debido a una reciente operación de cadera, van subiendo despacio. Sus compañeros de viaje van delante. Charlamos un poco con ellos aprovechando para tomar aire y continuamos a nuestro ritmo. Cuando casi estamos llegando alcanzamos también a sus compañeros, a los que saludamos desde lejos, pues se han salido de la ruta marcada y van por otro sitio.

La subida se nos hace pesada, probablemente por el inusual calor, y comenzamos a pensar que quizá no haya merecido la pena el esfuerzo, quizá nos decepcione al verlo por segunda vez.

No es así en absoluto. Cuando, dos horas después, divisamos por fin la enorme roca que llaman “el púlpito” quedamos tan impresionados como el primer día, como lo están todos los que llegan hasta aquí. Este observatorio natural es el más famoso y espectacular de toda Escandinavia con sus  597m de altura.

Eso si, lo primero que hacemos es sentarnos sobre la roca e incluso tumbarnos un poco para recobrar el aliento. Después Javier asciende un poco más para hacernos una foto desde arriba en la que se aprecie la forma cuadrada del saliente. En ello estamos cuando vemos aparecer a la 1º pareja de catalanes allá a lo alto. No sabemos por dónde han llegado pero, desde luego, no es la ruta marcada. ¡Menudos aventureros están hechos! Con su cámara hacemos una foto a Javier que todavía está arriba, sobre un peñasco, y comienza a parecer un águila en su nido.

Poco después aparece un helicóptero que poco antes de llegar a situarse sobre nosotros, se detiene un poco y baja en picado hacia el fondo de la garganta, donde se endereza de nuevo y se marcha en dirección a Stavanger. Nosotros intentamos imaginar la cara que se les habrá quedado a los que van dentro, porque los que estamos en tierra nos hemos llevado un buen sobresalto. Esta maniobra se repetirá alguna vez más a lo largo de la mañana.

Cuando Javier, un poco más tarde, se une a nosotros, nos sentamos un rato a disfrutar de las espectaculares vistas y a conversar con nuestros amigos, a los que pronto se suma la segunda pareja. Hacemos montones de fotos y somos los primeros en despedirnos e iniciar el regreso, pues ellos planean comer aquí.

Descendemos tranquilamente, saboreando las vistas, haciendo fotos y disfrutando de esta etapa algo menos dura que la subida. En un momento dado se llega a ver la ciudad de Stavanger a lo lejos, tras las aguas del Idsefjorden. El problema esta vez es la falta de agua ya que, por no llevar demasiado peso, nos ha quedado escasa.

Nos cruzamos con un montón de gente que sube, tanta, que comenzamos a pensar que no van a caber todos en la roca. Con algún que otro español que nos pregunta, bromeamos diciendo que no sabemos si resistirá el peso.

Al llegar a la AC nos espera una buena ducha y la comida ¡qué gusto llevar el hotel siempre con nosotros! Nos compramos unos helados en la tienda de recuerdos y, tras pagar el parking, continuamos ruta, cansados pero muy satisfechos. Nos espera una larga tarde de coche con una pequeña travesía en ferry entre Hjelmeland y Nesvik que será la última en Noruega. Los paisajes insuperables, pero los kilómetros cunden muy poco. Pasamos rincones preciosos como a la altura de Lovraeidet y sitios curiosos como una aldea llamada Lali. El agua nos acompaña en todo el trayecto.

Los últimos kilómetros antes de alcanzar la E134 se hacen muy lentos porque están en obras. Finalmente llegamos a Roldal y ponemos rumbo a Oslo. En este punto de la carretera dejamos atrás el trocito de la Noruega de los fiordos que no nos va a dar tiempo a visitar en esta ocasión. En el viaje anterior, llegados a este punto, continuamos subiendo por la 13 hasta Eidfjord. Es una carretera interesante. Primero, poco antes de Odda se puede contemplar la enorme cascada llamada Latefossen. Después se bordea en todo momento el Sorfjorden, un estrecho brazo del Hardangerfjord, circulando entre huertos de manzanos con constantes puestos de venta de frutas que contrastan con las vistas al otro lado del fiordo: una enorme pared montañosa que deja entrever en su cima el casquete de hielo del glaciar Folgafonna. A la altura de Kinsarvik, ciudad con cierto aire turístico y tiendas de souvenirs, una desviación lleva hacia una nueva cascada, la Tveitafossen, y ya en Eidfjord, tomando la carretera turística nº7 en dirección a Oslo, nos adentramos entre enormes paredes de roca hasta el hotel Fóssil, desde cuyo aparcamiento (de pago) se obtienen las mejores vistas de la espectacular garganta formada por la cascada Voringsfossen. El agua pulverizada al emerger produce un bonito arco iris.

Además, en esta zona teníamos nuevas anotaciones de lugares por descubrir y quedan en el tintero. Entre ellos La cascada Langfossen en la E134 dirección a Haugesund y el glaciar Bonhusbree al que se llega en una ruta desde Sunndal que nos permitía además explorar un poco la carretera 550. En fin, más motivos para regresar.

Antes de llegar a este cruce, llevábamos un rato viendo carteles que indicaban algún tipo de incidencia en el enorme túnel Dyrskard que al parecer está en obras y cerrado al tráfico. Cuando llegamos, bajo la segunda y última lluvia del viaje, nos encontramos a la entrada del mismo una barrera y a una chica provista de impermeable que se acerca a nuestro coche para decirnos que debemos esperar y en 5 minutos podremos salir en convoy. Por lo visto vamos por una carretera alternativa al túnel, suponemos que la antigua carretera, y como es muy estrecha limitan el tráfico a una sola dirección, de modo que cada vez pasan los coches en un sentido siguiendo a un coche guía que abre la marcha. Nos avisan de que no debemos detenernos en todo el trayecto.

La carretera es una auténtica maravilla, tipo la carretera 55, y dan ganas de pararse en cada rincón. No lo hacemos por seguridad, pero un coche que circula delante de nosotros no parece tener los mismos reparos y allí se queda aparcado. Nos quedamos pasmados ante tanta irresponsabilidad. En fin, cuando nos acercamos a lo que sería la salida del túnel hay unas cabañas laponas junto a la carretera con venta de souvenirs. Aquí tomamos de nuevo la carretera principal que sigue transcurriendo entre lagos y pequeñas colinas con nieve. Poco después, antes de llegar a Haukeliseter nos detenemos en un área de servicio muy nueva y cuidada a pasar la noche. Los aseos están perfectos y hay mesitas que no usamos porque la tarde se ha vuelto muy fría tras la lluvia, sobre todo aquí en la montaña. Una vez más nuestro hotel ofrece las mejores vistas durante la cena.

 

 

DÍA 14- DOMINGO 24 AGOSTO:  HAUKELISAETER- VARBERG 575Km.

Las primeras luces de la mañana nos ofrecen un espectáculo increíble que salimos a disfrutar brevemente mientras Javi y Andrea todavía duermen. Somos conscientes de que vistas como estas se nos están terminando por esta vez y queremos saborearlas. Durante la noche ha parado de llover y hay nubes bajas sobre el lago que dan la pincelada especial al paisaje. En esas estamos cuando vemos llegar a un caminante cargado con una enorme mochila que nos pregunta si sabemos dónde estamos. Saco mi mapa y le indico más o menos el lugar exacto. Nos lo agradece efusivamente y continúa su camino. Nosotros, tras unas fotos más, desayunamos y nos ponemos en marcha, pero sigo haciendo una y otra foto desde la ventanilla, ya que tras cada curva aparece un rincón igual o mejor que el anterior. Nos llama la atención especialmente un lago en el que las nubes parecen haberse posado en el agua, dando la impresión de que sale humo. Resulta un tanto fantasmagórico, como de película de misterio.

Así, poco a poco, nos vamos encaminando a Heddal, donde planeamos parar. Andrea y Javi se despiertan algo más tarde y se unen a nosotros. La ruta se ameniza con la actuación de papá narrando el recorrido como si de una carrera de Fórmula 1 se tratara, haciéndonos reír a todos al parodiar la torpe conducción del coche que llevamos delante.

Ya en Heddal aparcamos junto a la iglesia o stavkirke de madera y nos disponemos a visitarla. Es la más grande de Noruega y para nosotros la más original por sus múltiples tejados escalonados adornados con cabezas de dragón. Sus puertas están cerradas y nos tenemos que conformar con rodearla y hacer fotos desde el exterior. Vamos después al centro de visitantes que dispone de restaurante, pero no encontramos la información que buscamos, únicamente hay algunas fotos de los frescos en el altar y del interior de la iglesia que nos parece interesante. Además de la iglesia, algo más allá, hay un museo de casas rurales de la región, pero no nos animamos a visitarlo.

Cuando estamos saliendo dispuestos a marcharnos, vemos que la iglesia abre sus puertas y comienza a salir mucha gente vestida con el traje típico de Noruega. Nos damos cuenta de que están celebrando bautizos pues hay unos cuantos bebés entre ellos. Apenas tenemos tiempo de echar un vistazo desde la puerta antes de que vuelvan a cerrar. Manteniéndonos un poco al margen para no entorpecer la fiesta hacemos alguna foto del grupo que, vestidos con los trajes regionales, parecen de un folleto turístico. Se nos antoja cómodo eso de usar el traje típico en las celebraciones ¡Cuánto trabajo y dinero debe ahorrarles a la hora de asistir a una boda!

Pensando en ello y entre broma y broma regresamos a la AC y continuamos viaje hacia Oslo, donde ya hemos decidido no parar. Cuando estamos llegando optamos por evitar la ciudad y tomar desde Drammen la carretera con un túnel de peaje bajo el Oslofjorden, que pasando junto a Drobak, llega directa a la E6. Viene a ser una ronda sur. En este pequeño tramo encontramos un área en la que paramos a comer. Es muy llamativa porque han hecho una torre de madera tipo guardabosques como mirador sobre la carretera. Mientras preparo la comida van todos a subir en ella pero vuelven bastante decepcionados porque es muy baja y no se ve nada interesante. Después de comer continuamos hacia la frontera sueca que cruzamos sin mayor dificultad. Antes paramos en una gasolinera a terminar de gastar las coronas noruegas que nos quedan en gasoil.

Terminamos la tarde de conducción parando a dormir en un área de la autopista a la altura de Varberg, donde volvemos a hacer uso de la cadena.

Ha sido una tarde de juegos de mesa y fotos del interior de la AC. Se acerca el momento de dejarla y nos parece que no tenemos suficiente.

 

DÍA 15- LUNES 25 AGOSTO:   VARBERG- KARLSTRUP 290Km.

Salimos temprano para tomar en Helsingborg el ferry a Dinamarca. Durante la travesía visitamos la tienda donde gastamos algunas coronas suecas que nos han quedado. Regresamos al salón justo a tiempo de ver el perfil de Helsingor. Desde el barco tenemos una inmejorable vista de Kronborg, el castillo de Hamlet. Rápidamente sacamos la cámara y hacemos alguna foto. En cuanto desembarcamos decidimos ir hasta allí para verlo de cerca. Aparcamos en una explanada próxima al castillo y vamos hasta él caminando, atravesando varias puertas y fosos. Lo rodeamos y nos alejamos un poco para verlo desde el mar. Resulta imponente. Recorremos su muralla con cañones y entramos al patio de armas, pero no compramos entrada para visitar el interior. Todavía tenemos muchas cosas previstas para el día de hoy.

Desde aquí nos marchamos a Hillerod. La carretera entre ambas ciudades es encantadora, con carril bici, rodeada de bosque y con áreas muy cuidadas para descansar. Al llegar a Hillerod damos un pequeño rodeo antes de encontrar el aparcamiento del castillo, de pago. Andamos escasos de monedas, ya que todavía no hemos cambiado coronas danesas, y pagamos menos tiempo del que creemos necesario, menos mal que al final resulta suficiente.

La primera impresión del castillo Frederiksborg, desde la plaza de la fuente de Neptuno, es impresionante y hacemos un montón de fotos. Con razón se dice de él que es la más hermosa de las residencias reales danesas, llamado también “El Versalles de Dinamarca”. Después rodeamos la plaza para verlo desde distintos ángulos y nos marchamos a sus jardines. Son muy bonitos y cuidados y un escenario perfecto para hacer nuevas fotos. El castillo desde aquí se ve rodeado por las aguas del lago, parece flotar sobre ellas. Los recorremos de extremo a extremo y regresamos al castillo pero, una vez más, estando en el patio de honor decidimos marcharnos sin entrar en sus salas. Queremos visitar Copenhague.

La mañana ha resultado de lo más interesante. Pocas regiones europeas reúnen tantos edificios importantes en un espacio tan reducido como esta zona al norte de la isla de Sjaelland. A nosotros estos castillos nos han sorprendido muy agradablemente y eso que nos hemos dejado uno, Fredensborg.

Nos encaminamos a Copenhague por una ruta diferente a la que teníamos prevista y la entrada en la ciudad se nos hace un poco más trabajosa. Antes de llegar al centro, en una gran avenida en la zona portuaria, aparcamos para comer. Después continuamos adentrándonos en la ciudad y encontramos aparcamiento sin problemas. Nos resulta mucho más fácil de lo que esperábamos. Lo hacemos en batería, en una zona de pago por horas, justo al lado del Kastellet y de la monumental fuente Gefion Springvandet, muy cerca de la estatua de la sirenita. Esta vez hemos de pagar con tarjeta porque seguimos sin cambio.

Nos acercamos a la popular fuente, inspirada en la leyenda de la formación de la isla de Sjaelland y desde allí nos encaminamos a la famosa estatuilla protagonista del cuento de Hans Christian Andersen. Tanto habíamos leído que era pequeña y decepcionante que a nosotros no nos pareció tan mal, además a estas horas de la tarde casi no había gente y fue muy fácil hacerse fotos. Lo único que no nos gustó es que habían colocado un ramo de rosas en sus manos y estaban un tanto marchitas. Desde allí nos acercamos la fortaleza del Kastellet, construida sobre la primera ciudadela de 1640 que fue defensa del puerto. El actual conjunto es de 1665, tiene forma pentagonal con bastiones rodeados por un doble foso. Recorremos el interior donde están los edificios del cuerpo de guardia y subimos después a las murallas, en cuyos jardines podemos ver el último molino de viento de Copenhague de 1847, así como los cañones.

De regreso al punto de partida nos encaminamos hacia el palacio Amalienborg donde, justo al llegar, se está realizando un sencillo acto de cambio de guardia. De los cuatro edificios idénticos que rodean la plaza octogonal, tres están andamiados, por lo que hacer fotos no resulta muy interesante. Continuamos el paseo por los jardines Amaliehaven hasta llegar al  puerto nuevo o Nyhavn, el rincón más conocido y famoso de Copenhague. Sus innumerables restaurantes están llenándose y hay una gran animación que contrasta con lo solitaria que estaba la zona del palacio. Hacemos algunas fotos de esta colorida calle adornada por los mástiles de los preciosos barcos allí amarrados.

Después seguimos caminando hacia la plaza del ayuntamiento por una sucesión de avenidas peatonales llenas de vida y de tiendas que recorren de punta a punta el corazón de la ciudad. No tenemos tiempo de visitar ninguna de sus famosas torres, como la célebre Rundetarn, porque ya es media tarde. A la altura de la plaza Amagertorv hacemos una parada para merendar unos gofres y descansar un rato de tan larga caminata. Finalmente llegamos a la Radhuspladsen donde, tras hacer alguna foto de la original fachada del ayuntamiento, nos informamos del sistema de autobuses para esta noche. Comenzamos a estar cansados y tenemos la AC en el otro extremo de la ciudad. No entendemos demasiado, pero amablemente, un señor que se ha acercado a comprar un billete del expendedor automático, nos lo explica.

Con las cosas más claras nos dirigimos al parque Tívoli. Compramos un pase de visitante para cada uno, que nos permite entrar, pero sin derecho a montar en nada. Aunque nos dicen que en el interior del parque se pueden comprar tikets sueltos para las atracciones. Nada más cruzar sus puertas parece que nos hemos trasladado a otra época. Más o menos así serían las ferias cuando mis abuelos eran jóvenes. Resulta curioso e interesante y seguramente, de no haber estado tan cansados, nos habríamos quedado por allí a cenar y a esperar la hora del cierre. Pero tras dar una vuelta completa, ver todas las atracciones sin animarnos a subir en nada, esperamos el momento en el que se encienden los miles de bombillas que iluminan el parque y decidimos dar por terminada la jornada. Hoy ha sido un día muy interesante pero muy largo.

Lo de los autobuses no resulta finalmente tan fácil. Llevábamos un plano de las distintas líneas, pero en dos de los autobuses el conductor, con muy poca amabilidad, nos indica, contra toda evidencia, que ese autobús no es el nuestro. Alguno llegó a decir que no entendía el plano de la ciudad. En fin, de lo más desagradables. Al final llegó un nuevo autobús y el conductor, más educado, se apiadó de nosotros y nos indicó que, aun sin tener parada el lugar al que nos dirigíamos, pasaba cerca. Al llegar allí nos señaló la dirección en la que debíamos caminar para llegar a la AC que estaba a la vuelta de la esquina.

Llegamos muy cansados y de no ser porque las ciudades nos gustan poco, allí mismo hubiéramos pasado la noche (el aparcamiento lo permite, ya que tiene tarifa nocturna). Al final nos animamos a continuar y paramos en la primera área que encontramos, cerca de Karlstrup.

 

DÍA 16- MARTES 26 AGOSTO:  KARLSTRUP- DULMEN  526Km.

Hoy nos ponemos temprano en marcha y partimos con nuestros jóvenes acompañantes aún dormidos. Nuestro primer destino es el área de Faro, donde planeamos poner a punto la AC. Si el día de ayer no hubiese sido tan largo quizá hoy hubiésemos comenzado la jornada acercándonos desde aquí a la isla de Mon, para ver sus famosos acantilados antes de abandonar Dinamarca, pero lo sumamos a la lista de razones para regresar.

Imaginad nuestra incredulidad cuando, al adentrarnos en el aparcamiento del área, vemos allí parada la AC de Nouespai. Sus caras y las nuestras eran un poema ¡Increíble! Si hubiésemos intentado ponernos de acuerdo antes de partir, seguramente no habríamos conseguido encontrarnos con esta facilidad.

Entablamos un rato de conversación mientras hacemos uso por turno de las instalaciones para la AC. Los chicos entre tanto se van vistiendo y desayunan. Cuando llega el momento de partir no tenemos muy claro si despedirnos o decirnos hasta luego. Se marchan delante y lo cierto es que no volvimos a encontrarnos. Nosotros llegamos a la Terminal del ferry a Puttgarden justo cuando salía un barco, suponemos que el suyo. Esperamos la siguiente salida jugando a las cartas y en breve estamos también embarcando. Subimos a cubierta porque la tienda no ofrece nada de interés, pero hace un viento muy fuerte y no resulta demasiado agradable. Terminamos recorriendo el barco de punta a punta, haciendo tiempo hasta la llegada a Alemania.

Poco después de desembarcar nos dirigimos a un Lidel para reponer algunas provisiones y los precios nos resultan baratísimos después de los países nórdicos. Comemos en el aparcamiento y continuamos rumbo al sur. Al llegar a Hamburgo hay retenciones pero no llegan a suponer un gran trastorno. El resto de la tarde es una larga jornada de autopista hasta Dulmen donde nos adentramos en las calles de la ciudad para buscar un área municipal para AC que traíamos localizada. Resulta muy adecuada para pasar la noche y con todos los servicios necesarios para dejar la AC lista al día siguiente, antes de devolverla a la empresa de alquiler.


DÍA 17-
MIÉRCOLES 27 AGOSTO:   DULMEN- PARÍS  618Km.

Nos levantamos temprano y, tras la puesta a punto, nos encaminamos a Mulheim. Poco antes de llegar a la empresa de alquiler nos detenemos a llenar el depósito de gasolina y en breve estamos cambiando el equipaje a nuestro sufrido coche, que teníamos aquí abandonado. Nos cuesta desprendernos de la AC, tenemos muy buenos recuerdos de nuestra vida en ella.

Una vez con todo listo, continuamos ya en coche, rumbo a París. El mapa se vuelve indispensable para salir de Alemania porque los alrededores de Dusseldorf son una maraña de autopistas. Entramos en Bélgica donde tomamos alguna que otra carretera secundaria para evitar Lieja. Los paisajes son preciosos en cuanto nos salimos de la autopista, pero la marcha lenta. Nos detenemos en un taller Ford para cambiar los fusibles ya que esta mañana ha dejado de funcionar la nevera eléctrica (y con este van dos). Nos encontramos con que no tienen ni idea de dónde encontrarlo y después de perder bastante tiempo decidimos enchufarla en el mechero del salpicadero que es el único que han conseguido cambiar.

Paramos poco después a comer en un área con mesitas y llegamos a nuestro hotel en Chelles al final de la tarde. Estamos cansados pero todavía sacamos fuerzas para acercarnos al Disney Village, dar un paseo y visitar las tiendas que tanto gustan a Andrea y Javi.

 

DÍA 18- JUEVES 28 AGOSTO:   DISNEYLAND PARÍS  

Hoy pasamos todo el día en el parque Disneyland. Recorremos todas las zonas visitando nuestras atracciones favoritas, vemos el espectáculo de Tarzán y la cabalgata Disney’s Once Upon a Dream, empleamos el Fast Pass casi exclusivamente en el Big Thunder Mountain y para finalizar el día asistimos en primera fila a la Cabalgata Fantilusion, la ceremonia Candelebration y los fuegos artificiales, este año sincronizados con la banda sonora de “Encantada”. Un divertido broche final para este viaje.

 

29 Y 30 AGOSTO: PARÍS-TOULOUSE-MONFORTE DEL CID  715+ 900Km.

Antes de dejar Chelles, nos dirigimos a una gasolinera cercana, que tenemos localizada como la más barata de la zona, para llenar el depósito. Desde allí ponemos rumbo a París que esta vez rodearemos de cerca, por el Boulevard Périphérique, para tomar la autopista A10 hacia Orleáns desde donde pasamos a la A71 y  más tarde a la A20 hasta Toulouse. En el trayecto hacemos un par de paradas para comer y descansar y al final de la tarde llegamos al apartotel que tenemos reservado en las afueras de la ciudad y que resulta muy espacioso y cómodo.

Al día siguiente ponemos rumbo a casa. A la altura de Carcassone encontramos fuertes retenciones en la autopista que nos hacen dudar si habrá sido buena idea regresar en domingo, siendo además 30 de agosto, pero no dura demasiados kilómetros y el resto del viaje no volvemos a encontrar ningún “atasco”. Hacemos un breve descanso llegando a la frontera y nada más cruzarla paramos a poner gasoil. El resto del día una tranquila jornada de autopista con una parada en el área del Penedés para comer y otra a media tarde en Valencia para visitar a la familia.

Como sucede cada año en esta última etapa hacemos balance de lo que hemos vivido, recordamos las mejores anécdotas y nos recreamos en las fotos. Esto siempre nos consuela un poco ante la inminente llegada a su fin de este viaje.

 

CONSIDERACIONES FINALES

CAMBIOS ESTRUCTURALES EN LA REGIÓN DE LOS FIORDOS

 En líneas generales hemos constatado algunos cambios importantes en esta zona de Noruega en tan sólo cuatro años:

  • Las gasolineras: Antes eran pequeñas, a veces poco más que un par de surtidores; en la mayoría de los casos sin ningún otro servicio para el cliente (ni tan siquiera aseos) y no solían admitir tarjetas de crédito. Ahora TODAS, sin excepción, tenían tienda, aseos y cobraban con tarjeta. Además estaban muy nuevas y cuidadas.
  • Los miradores turísticos: hemos encontrado miradores nuevos en todos los puntos de interés, normalmente con aseos modernos que contrastan con los que hay todavía en la mayoría de áreas de carretera, auténticos “retretes”
  • Los peajes de carretera: Cuando fuimos la primera vez el peaje a la entrada de Bergen ya era como ahora, inexistente. Un número de teléfono y poco más. Pero en las carreteras eran de lo más diversos. Podía haber una caseta con barrera y nadie allí para cobrar. Si no tenías el importe exacto lo pasabas bastante mal o terminabas con una multa. Ahora en todos los peajes de carretera había un cobrador como en cualquier autopista europea de pago.
  • Los supermercados son más “súper” y menos “mercado”. Antes no se veía casi ningún gran almacén, sino pequeñas tiendas en las que la mayor parte de las veces no encontrabas lo que buscabas, ahora hay más grandes supermercados.

En general han sido cambios que hacen más confortable viajar por la zona. Pero la profusión de miradores e incluso las mejoras en los accesos a glaciares nos han resultado en ocasiones demasiado “civilizados”. Viajar a Noruega la primera vez fue casi “intrépido” pero ahora nos ha dado la impresión de que poco a poco será como viajar por cualquier país de centro-Europa. Es como si lentamente estuviera perdiendo un poco de ese encanto aventurero en pro del aumento del turismo.

Esperemos que sea un proceso muy, muy lento porque quizá una de las cosas que hace a Noruega especial es la falta de algunas infraestructuras, por ejemplo grandes carreteras. Probablemente si estuviera cruzada de punta a punta por autopistas no sería lo mismo, aunque en ocasiones nos quejemos de las malas carreteras o de los estrictos límites de velocidad.

REPETIR NORUEGA. OTRO PUNTO DE VISTA.

Antes de partir pensábamos que repetir lugares cuyo recuerdo está todavía reciente en nuestras mentes era arriesgado ¿y si nos resulta aburrido? ¿y si ahora no nos gusta tanto?

Sin embargo, podemos decir que ha sido absolutamente enriquecedor.

Nos ha sucedido que visitando lugares que en aquella ocasión nos encantaron, ahora nos han dejado absolutamente indiferentes y, por el contrario, al repetir sitios que pensábamos no visitar porque no nos llamaron especialmente la atención en nuestra primera visita, nos hemos quedado absolutamente encantados.

Al final hemos descubierto el secreto: Lo que ofrece Noruega no son monumentos inamovibles e invariables sino sensaciones, imágenes, paisajes, vivencias… y en todo esto influye mucho el momento, la luz, el clima y hasta el estado de ánimo, la hora o el cansancio.

Nada ha sido repetido…

La carretera 55 en ruta de regreso en una mañana en la que estábamos todos muy cansados, algo resfriados y desmoralizados porque el viaje llegaba a su fin, no nos dijo nada, no entendíamos porque era tan famosa. Pero la carretera 55 subiendo todavía hacia el norte, en el segundo día de viajar por Noruega, a la hora del atardecer, con las cumbres teñidas de color oro, ha sido para “quitar el hipo”.

El glaciar Nigard lleno de gente, en un momento en que no se hacían recorridos sobre el hielo y después de haber disfrutado días antes del Briksdal en la más absoluta soledad llegando a tocar el hielo, en una tarde lluviosa en la que el acceso había resultado una aventura para todos, y siendo el primer glaciar que visitábamos en Noruega, no nos causo especial impresión. El mismo glaciar Nigard en un día con luz fabulosa, haciendo un paseo sobre el hielo, y siendo una de las primeras actividades de este viaje, ha sido memorable.

Y así podría seguir citando montones de ejemplos. No siempre perores o mejores que la vez anterior, sólo diferentes: Bergen lluviosa o soleada, el Preikestolen en un día de lluvia y frío, casi en solitario, o el Preikestolen lleno de excursionistas en un día primaveral.

Añadid a esto que en muchas ocasiones hemos llegado a los sitios por carreteras diferentes y que la naturaleza se encarga de que los glaciares pierdan o ganen tamaño, como caudal las cascadas, y tendréis dos Noruegas diferentes, ambas interesantes.

Pero lo mejor es que todavía no lo hemos visto todo y estamos convencidos de que quedan mil cosas interesantes. Prueba de ello es que en nuestro viaje anterior pensábamos que lo habíamos visto “todo” al detalle y, sin embargo, os podría enumerar muchísimos rincones de gran belleza que hemos descubierto ahora por primera vez.

Quizá es que en esta región no hay carretera que no merezca la pena ser recorrida. Yo en esta ocasión no pude escribir ni una sola palabra en mi diario de viaje, ni una sola etapa de esta ruta, mientras estábamos allí, porque no podía dejar de mirar el paisaje o de hacer fotos más de unos minutos seguidos.

Por último, sólo añadiré que definitivamente Noruega es país para AC. Ya estaba convencida cuando viajamos a Cabo Norte, pero al poder contrastar ahora este viaje por el sur, con el que realizamos en nuestro coche alojándonos en cabañas, la mejoría en comodidad y relax ha sido notable.

 

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