Primavera en Budapest

INTRODUCCIÓN

 Este viaje ha sido una escapada de tan solo 5 noches entre el 2 y el 7 de abril de 2018, durante la semana de Pascua con nuestros hijos de 20 y 22 años.

Hemos volado desde Barcelona a Budapest. Allí hemos contratado un taxi para trasladarnos al apartamento en el centro de la ciudad y para el regreso el último día.

 

 

PROYECTANDO EL VIAJE

La primera vez que visitamos Budapest fue en el año 1990. El país iniciaba los pasos hacia la democracia, recién salidos del régimen comunista instalado con la ocupación soviética tras la II Guerra Mundial. Aquel viaje, en el que también conocimos Praga, Bratislava y algunos de los pueblos del camino entre ellos, lo recuerdo en blanco y negro. Las imágenes aparecen en mi mente como si de una de aquellas películas antiguas de Alfredo Landa se tratase. Sin embargo, aún entonces, cuando todavía aparecía la enorme estrella roja sobre el parlamento y la miseria se apreciaba claramente en edificios y calles, cuando la primera tienda Benetton provocaba una cola que daba la vuelta a la manzana por lo novedoso que resultaba a sus habitantes, aún entonces, Budapest me pareció una ciudad grandiosa. Pese a toda la pobreza visible, todavía se apreciaba la majestuosidad en sus edificios y puentes sobre el Danubio, el impresionante parlamento… hablaban de un periodo en el que esta ciudad formaba parte de un gran imperio y un reino floreciente. Fácil imaginar a emperadores y reyes, seguidos por la opulenta corte que se instalaba siempre a su alrededor. Budapest tiene algo de la grandiosidad de París y comparte con esa ciudad la delicia de ser atravesada por un enorme río que enriquece su belleza. Por todo ello siempre estuvo en nuestra mente volver, todavía más cuando, al visitar hace unos años Praga descubrimos la enorme transformación que había sufrido la ciudad desde los 90. Si Praga, que no nos gustó nada en el 90, nos había encantado ahora ¿no sería todavía mejor Budapest que ya entonces nos había impresionado?

Y 25 años más tarde, en 2015 viajamos de nuevo a Budapest para pasar en ella los días vacacionales de las Hogueras de San Juan. Vinimos sólo nosotros, en pareja, como en aquel primer viaje, y disfrutamos enormemente del reencuentro con esta ciudad. Tanto, que decidimos regresar en cuanto fuera posible con nuestros hijos, habituales compañeros de viaje. En la última Navidad, la de 2017, ya teníamos reservado el apartamento y visto un vuelo, cuando sin aviso el precio subió considerablemente y tuvimos que dejarlo. Pero en esta Pascua, la de 2018, ha llegado por fin el momento. En el mes de enero ya teníamos comprados los vuelos en una muy buena oferta, no queríamos volver a quedarnos sin ellos. Luego buscamos más tranquilos el apartamento, sabiendo que hay gran oferta de este tipo de establecimientos en la ciudad.

Partíamos con la intención de visitar algo más de Hungría, ya que esta vez disponíamos de un día extra de estancia, alquilando un coche y recorriendo la rivera del Danubio hacia la frontera de Eslovaquia, visitando algún pueblo pintoresco como Hollókő o quizá el palacio de Gödöllő, cercano a la capital. Finalmente, la ciudad nos envolvió ¡¡hay tanto para ver y disfrutar!! Decidimos permanecer todo el tiempo posible y saborearla tranquilamente sin tener que movernos fuera de ella. Os aseguro que no nos ha sobrado ni un minuto, que no ha habido lugar al aburrimiento y que cada día ha tenido algo interesante que ver o hacer.

Aunque pronto paso a detallaros nuestro día a día, en el que sin duda se entremezclaran un poco los recuerdos de ambas escapadas, no quiero terminar esta introducción sin deciros que en estas fechas primaverales en las que el clima lo permite, muchas veces lo más gratificante de esta ciudad es simplemente pasear junto al Danubio o cruzar alguno de sus puentes. Uno no sabe a qué lado mirar, quisieras que todo lo que ves permanezca en tu retina para siempre. No puedes dejar de hacer fotos intentando capturar tanta belleza, para luego descubrir que no es posible capturar las sensaciones, hay que vivirlas.

Y si a cualquier hora del día es especial, al caer la noche e iluminarse, la ciudad se vuelve mágica. Pasear cada noche junto al río es… no querer volver a casa.

 

PREPARATIVOS

Sin perder de vista nuestro modo habitual de organizar una escapada, detallaré aquí las opciones elegidas en esta ocasión:

Vuelos: Allá por el mes de enero descubrimos que había un vuelo a muy, muy buen precio Barcelona-Budapest, que además salía a una buena hora como para llegar desde Monforte a cogerlo sin necesidad de hacer noche allí. Es cierto que cuando buscamos un vuelo comenzamos por Alicante, Valencia y Madrid porque son los aeropuertos más cercanos o de más fácil acceso. De estos ya pasamos a Málaga, Barcelona, etc… Pero en esta ocasión era tan interesante el precio que aun sumándole el peaje de la autopista y el combustible de ida y vuelta era la mejor opción.

Para dejar el coche, después de varias consultas, decidimos hacerlo en el parking de larga estancia de Aena que dispone de traslado continuo desde el sus instalaciones al aeropuerto. Hicimos la reserva en la web.

Traslados: Llegar en transporte público desde el aeropuerto de Budapest al centro de la ciudad es muy sencillo y barato y hay muchas páginas que lo describen paso a paso. Nosotros lo hicimos así en el viaje de Junio de 2015. Pero en aquella ocasión nuestro vuelo llegaba antes del mediodía. En este viaje, al llegar al anochecer y además ser cuatro personas (en el otro éramos dos) decidimos contratar un traslado privado con una tarifa fija de unos 30€ trayecto. Lo reservamos en la página web y lo pagamos allí. Fueron puntuales y todo salió perfecto.

Alojamiento: Budapest es una ciudad en la abundan los apartamentos de alquiler cuyos precios son muy competitivos, mucho más baratos que los hoteles. Y, a poco que se mire, se encuentran muy reformados, modernos y bien equipados (aunque a veces estén en bloques de pisos a medio reformar porque la ciudad todavía no está enteramente restaurada).

Para nuestro viaje de junio de 2015 habíamos reservado un apartamento cercano a la catedral, cuyo edificio disponía de recepción 24 h, era espacioso, nuevo y muy bien equipado. Nuestra intención era coger el mismo, pero estaba ocupado. Así pues, reservamos uno, todavía más céntrico, cercano a la plaza Vörösmarty, el Ilona 2 bedrooms apartment. Se accedía por una especie de patio de vecinos en el tercer piso del edificio porque las plantas inferiores eran un parking. La entrada era confusa y eso nos preocupaba antes de ir, pero el encargado apareció puntualmente para acompañarnos y, aunque no había recepción, no tuvimos ninguna necesidad de ella y estuvimos como en casa. El último día, en el que había que dejar el apartamento a las 11 y el vuelo no salía hasta bien entrada la tarde, nos ofreció dejar el equipaje en su oficina, situada a unas manzanas. Esa fue la dirección de recogida que dimos al taxi, ya que nos habíamos informado con anterioridad de esta posibilidad. Todo funcionó estupendamente y el apartamento nos encantó. Luminoso, cómodo y muy bien amueblado. La reserva la hicimos a través de Booking.

Como el vuelo de regreso llegaba a Barcelona a las 11 y era muy tarde para volver de un tirón hasta Monforte, reservamos un apartahotel en el Mercure Atenea Aventura, cerca de Salou (por ser la mejora opción calidad-precio que encontramos), para pasar la noche y volver a casa a la mañana siguiente, más descansados.

Seguro de viaje: Únicamente solicitamos la Tarjeta Sanitaria Europea en las oficinas del INSS, antes de partir, pero no necesitamos hacer uso de ella en ningún momento.

En esta ocasión quizá hubiera estado bien disponer de un seguro de viaje ya que nuestro vuelo de regreso se retrasó cuatro horas, pero no estamos seguros de que hubiera servido de algo al ser consecuencia de una huelga de controladores aéreos. Ryanair nos envió un PDF en el que se detallaba el retraso por si queríamos reclamar a nuestro seguro, pero no se si un seguro indemniza en caso de huelga (tengo entendido que no). Y por los mismos motivos no cabía denunciar a la compañía título personal.

Lo único que nos correspondió fue un pic-nic que Ryanair nos repartió en el aeropuerto durante la espera, pero era algo parecido a un “Bollycao”, una chocolatina y una bebida ¡¡Menos mal que llevábamos bocadillos y que el aeropuerto de Budapest es grande y tiene de todo!!

 

INFORMACIÓN TURÍSTICA 

Para informaciones generales sobre la ciudad consultamos su página web. Pero la información más útil por tema de reservas y horarios la conseguimos en la página web de cada lugar a visitar. Destacamos como visitas indispensables:

  • Iglesia de Matías: Esta iglesia, junto al bastión de los Pescadores, son visita obligada en Budapest. En su conjunto constituyen uno de los lugares más especiales de la ciudad cuyas vistas dominan desde la altura. Es la iglesia en la que se coronaba a todos los reyes de Hungría, incluyendo la famosa Sissi, presente en diversos recuerdos durante la visita. Pero además, es una preciosa iglesia profusamente decorada que no conviene perderse. Al adquirir el ticket de entrada, allí mismo, en unas taquillas frente a la puerta lateral, se puede obtener un pase combinado que incluye la entrada al Bastión de los pescadores. No incrementa mucho el precio y es recomendable porque, aunque la parte de pago de este bastión es muy corta, nos da la posibilidad de hacer fotos y recrearnos tranquilamente con las vistas. El resto de la construcción y su torre principal, que son de acceso gratuito, están llenos de gente e incluso, una zona, está ocupada por la terraza de un bar.
  • Parlamento: Indispensable comprar antes las entradas a través de la web por las colas y porque son grupos limitados guiados en español. También para consultar si se cierran las visitas por algún evento concreto.
  • Sinagoga: Esta es una visita muy interesante que no debéis perderos. La información en la web es muy incompleta dejando poco claro a que hora exacta es el tour en español. Os recomiendo ir a las taquillas, pero ¡ojo! antes de entrar preguntad la hora de la visita guiada en español de ese día, ya que una vez entráis no podéis salir y volver a entrar y realmente escuchar las explicaciones del guía merece la pena. Nosotros en el viaje anterior quedamos “atrapados” porque entramos y faltaba una hora para la visita en español. Como ya habíamos entrado teníamos que esperar y era la hora de comer. Nos trastocó todos los planes. Menos mal que fue muy interesante.
  • Ópera de Budapest: Similar a la de Viena, es uno de los lugares que todavía recuerdan el período del imperio Austrohúngaro, conservando la sala y el palco que ocupaban los emperadores de Austria. Hay una opción que incluye, además de la visita a las salas (guiada en español a determinadas horas que conviene consultar, en nuestro caso a las 15’30), un pequeño concierto.

Estos son los lugares de visita con ticket de entrada más destacados para nosotros, el resto de lugares a visitar como la Catedral o el Mercado Central son gratuitos.

Algunos lugares a los que no entramos fueron:

  • El museo de la casa del terror en la Avenida Andrássy albergado en el edificio que pasó de ser cuartel de la Gestapo a estar en manos de los Soviéticos, está dedicado a las víctimas de estos dos periodos oscuros en la historia de la ciudad, marcados por la persecución y el terror.
  • Balnearios: Hay varios destacados, algunos de ellos todavía con salas separadas para hombres y mujeres. Entre los más conocidos: Rudas, Gellért, Széchenyi… Este último situado en el Parque de la Ciudad.

La visita guiada a la ciudad la realizamos con la empresa Free Walking Tours que ya conocíamos de Cracovia y que para nosotros es la mejor en este tipo de visitas gratuitas. Por dos motivos: porque sus guías suelen ser locales y conocen mejor los matices de la historia vista desde las gentes del lugar y porque no son muy incisivos en el cobro, dejando claro que realmente el pago es la voluntad. Otras empresas del sector, como Sandermans, en otras ciudades europeas, han dejado mucho que desear. Antes de partir ya teníamos localizado el punto de encuentro y las horas de inicio de los distintos tours.

En cuanto a transporte urbano únicamente usamos:

  • El autobús nº 16 para bajar desde el Barrio del Castillo a nuestro apartamento en la otra orilla del río. Y fue por la hora, ya que se nos había hecho algo tarde para comer. Hacía demasiado calor dentro del bus, el trayecto era largo y estaba demasiado lleno de gente. No volvimos a tomar ningún autobús más, estábamos tan bien ubicados que accedíamos a todas partes caminando.

(En el viaje anterior, tan sólo 3 años antes, si cogimos el tranvía 2 para ir desde el Parlamento hasta el Mercado Central en la otra punta de la ciudad y fue sobre todo porque el recorrido, bordeando el Danubio, es interesante)

  • La línea de metro 1 para regresar desde el Parque de la Ciudad al centro. Pero no sólo la cogimos como medio de transporte, también como atracción turística porque es una de las líneas de metro más antiguas del mundo, construida a finales del siglo XIX a lo largo de la avenida Andrássy.
  • Un ferry para ir el último día a la isla Margarita y así poder navegar por el Danubio aunque fuera un poquito.

No compramos ningún tipo de tarjeta, únicamente el billete individual para cada viaje.

 

MERCADO DE PASCUA EN LA PLAZA VÖRÖSMARTY

Esta fue la gran sorpresa del viaje ya que no habíamos leído nada al respecto.

Al llegar nos encontramos con que esta conocida plaza, muy cercana a nuestro alojamiento, estaba decorada con motivos relacionados con la Pascua y llena de puestos, similares a los de los mercados navideños que tanto nos gustan, en los que se podía encontrar tanto recuerdos y artesanía tradicional, como distintas variedades de comida que no dudamos en degustar. Entre otras el lángos, una masa a base de patata servida con crema agria, ajo y queso, y otros platos tradicionales húngaros.

 

EL VIAJE DÍA A DÍA

DÍA 1: LUNES 2 ABRIL: LLEGADA A BUDAPEST

Salimos temprano de casa con la intención de llegar a Barcelona antes del mediodía. Nuestro vuelo no sale hasta las 17h pero queremos comer ya en el aeropuerto para evitar imprevistos.

Todo sale según lo planeado. Tras una parada intermedia, llegamos con nuestro coche al aparcamiento de AENA al final de la mañana y nos llevan con el equipaje hasta la terminal del aeropuerto. Una vez allí preferimos pasar el control policial antes de buscar un lugar para comer. Lo hacemos tranquilamente porque vamos muy bien de tiempo y, más tarde, el vuelo hasta Budapest transcurre sin incidencias.  

Al llegar allí nuestro taxista nos espera cartel en mano y en poco tiempo estamos ante la entrada de nuestro alojamiento en esta ciudad. Es un poco complicada de localizar porque viviremos sobre un aparcamiento y no conseguimos encontrar la puerta de acceso hasta que llamamos al responsable que acude y nos acompaña.

Como sucede en muchos de los edificios de esta ciudad, el aspecto del patio de vecinos (sin estar deteriorado como algún otro que hemos visto) es cuanto menos, humilde. Todas las puertas de los apartamentos dan a un patio interior estrecho y alargado de varios pisos, cuyos pasillos circundantes se superponen a modo de balcón. Hay algunas macetas, bicis… y otros objetos que los vecinos dejan en el rellano. Nosotros andamos un poco a la expectativa, como con cada nuevo alojamiento, sobre todo en estos países, pero, una vez más nos sorprende la moderna, nueva y cuidada decoración del interior del apartamento. Nos resulta de lo más agradable y cómodo.

Sabemos que estamos justo al lado de una de las calles comerciales peatonales más conocida de la ciudad, la calle Váci, y estamos deseando salir, a pesar de que ya ha caído la noche. En cuanto colocamos el equipaje nos disponemos a dar un paseo y saborear el ambiente de esta colorida ciudad. Me doy cuenta que el poder compartir la experiencia con mis hijos, que vienen por primera vez, la hacen más interesante. Quiero enseñarles todo, contarles nuestros recuerdos de cada rincón y realmente «contagiarles» de nuestro cariño hacia esta ciudad.

Pero esta noche nos limitaremos a tantear los alrededores, ver donde podemos comprar mañana provisiones para estos días, buscar alguna cafetería cercana…. Y poco más. Traemos unos bocadillos para cenar y realmente queremos irnos a descansar pronto para emprender mañana la jornada con energía.

CONTINUARÁ…

 

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