Es curioso como cambia el modo en que se perciben las cosas cuando la vida da un giro tan radical como el que estamos viviendo.
Cuando hace unos años me decidí a crear esta web en la que compartir mis viajes, estuve pensando mucho en cómo estructurarla y, tomando como modelo la página Viajar en Autocaravana, en la que ya me habían publicado algunos de mis viajes, decidí diferenciar dos apartados principales, uno para viajes y otro para escapadas. Pero una vez decidido esto, no era tan fácil saber como clasificar nuestras salidas, determinar cuáles debía poner en un apartado o en otro. Porque viaje, viaje, estaba bastante claro que serían aquellos que solemos hacer cada mes de agosto durante nuestras vacaciones de verano. Pero… ¿Y las escapadas? ¿Los viajes de menos días? ¿Los más cercanos?… He de confesar que, aun ahora, no lo tengo del todo claro y es el apartado que más estoy tardando en “rellenar” de contenido.
Y con esas elucubraciones siempre en mente, en los ratitos que dedico a esta afición, llegaron los días de confinamiento. Me cogieron a mitad de escribir el relato de una “escapada” primaveral a Budapest de hace un par de años, que todavía tengo pendiente. Y resulta que, así, de pronto, quizá por tener que entretener mis días vacacionales de no viajar, buscando entre mis numerosos archivos de fotos, di con unas carpetas que no había tenido tiempo de incluir en ninguna de las categorías de la web, ni como viaje, ni como escapada, quizá tampoco interés en hacerlo. Probablemente destinadas a permanecer ahí, archivadas, en el anonimato. Tal vez por tratarse de salidas muy cortas, o por ser destinos cercanos, o por lo poco variado del contenido….
Pero fíjate que, así de pronto, en las circunstancias que vivimos, me vi inmersa en ellas, casi sin pretenderlo. Las montañas, los caudalosos ríos y cascadas, los verdes prados pirenaicos… vinieron a inundar de “aire fresco” mis días en casa. Y, de repente, esas imágenes que habían quedado en espera o en segundo plano, esa corta escapada familiar que no había tenido tiempo ni interés en narrar, cobró una importancia desmedida.