A base de repetir una y otra vez las mismas listas aprendí a conservarlas y, a día de hoy, tengo un buen fichero de listados de equipaje que guardo en mi ordenador y me son de mucha utilidad. Este es el primer consejo que os puede ser útil: rescatar y reutilizar la lista de un viaje para el siguiente.
Luego llegan las mil y una variantes. Así, en mis archivos tengo: “listado para estancias cortas” o “listado para estancia en casa”, “listado para viaje en avión” o “listado para viaje en coche” y no sigo porque como imaginaréis las posibilidades son extensas.
Los apartados de mis listas suelen ser parecidos y frecuentemente repetidos. Entre los que aparecen siempre están el botiquín y la bolsa de aseo, seguidos del detalle de todo lo que deben incluir. Y cambian poco, salvo en los viajes en avión. En ese caso, si viajamos sólo con maleta de mano (normalmente en viajes cortos) nos apañamos con las botellitas permitidas de 100 ml y los medicamentos muy, muy habituales tipo analgésicos. Pero si, a pesar de viajar en avión, la estancia será larga y llevamos una maleta facturada, va todo a esa maleta, sin restricciones. Eso sí, como el peso cuenta, intentamos llevar solo los productos que no podríamos conseguir allí. Por poner un ejemplo: el gel y el champú, que suelen ser los más grandes, los podemos comprar al llegar.
Después está el apartado ropa. Ésta, como imaginareis, dependerá de la época del año, de las previsiones meteorológicas del país para los días de nuestra estancia allí y del tipo de viaje, diferenciando una estancia en una ciudad, de un recorrido por una zona de mucha naturaleza, por ejemplo.
Lo que sí suele pasar si un viaje es largo, es que acabamos llevando un poco de todo, porque en un mismo viaje hemos llegado a utilizar pantalón corto y tirantes unos días y pantalón largo con chaqueta días más tarde. Estos cambios en centro Europa en verano son habituales. Viajando es mejor vestir a capas. Salvo en pleno invierno, un polar con un chubasquero encima nos hace perfectamente de chaquetón permitiéndonos “quitar y poner abrigo” fácilmente y, lo que es más importante viajando, estas prendas no pesan y son más fáciles de guardar en la mochila o acarrear de un sitio a otro cuando “sobran”.
Otra cosa importante es el calzado que en cualquier caso ha de ser cómodo y si es posible usado, pero en el que también entran las variables citadas: clima y tipo de viaje. Muy importante la impermeabilidad si se prevén lluvias, y el aislamiento del suelo en climas muy fríos, en invierno. Pocas cosas incomodan más que caminar con los pies mojados o helados.
Hasta aquí llega el equipaje que todos habríais imaginado, el de cualquier viajero, pero nuestras listas de viaje van algo más lejos, sobre todo si viajamos en coche donde el espacio nos lo permite. Recordad que nuestras estancias suelen ser en casas o alojamientos con cocina y nuestro criterio es prescindir de los restaurantes. No solo por el gasto económico, también nos resultan un poco “pérdida de tiempo”. Eso sí, tampoco nos complicamos en exceso cocinando, que para comer bien nos quedamos en casa (o mejor en la de las abuelas). El criterio es cocina fácil y rápida, y, salvo que las temperaturas extremas o las circunstancias lo impidan, la mayoría de comidas en excursiones se saldan con un bocadillo, ya vendrá luego la cena un poco más elaborada. En este sentido se gana mucha calidad viajando en autocaravana con la cocina siempre a mano.
Nuestras listas suelen incluir pues un apartado de comida diferenciada en dos columnas: comida para picotear durante el viaje que en ocasiones dura varios días, y comida para la estancia. ¡No os asustéis! No suelo llevar la compra de dos semanas en el coche, aunque lo he hecho en alguna ocasión puntual: en nuestros viajes a Noruega en autocaravana, por los precios allí y por la dificultad de encontrar en esos países productos de uso habitual para nosotros (unido a la facilidad de llevarlos en la nevera de la AC) y, en algunos viajes del pasado, cuando hacer la compra en países como Austria o Alemania triplicaba nuestro presupuesto. Esto quedó atrás con el euro. Actualmente, la mayoría de países tienen precios similares a los que hay aquí y no merece la pena.
Retomando el hilo, la que he denominado comida para la estancia es básicamente: la comida y cena de los días de ruta, para no andar buscando sitios si llegas al hotel tarde y cansada de una larga jornada, y los productos que te “facilitan” las comidas una vez en el destino y no tienes muy claro si se encontrarán allí. Normalmente productos enlatados fáciles de llevar y de conservar. En esta línea hemos llevado alguna vez cosas como aceite de oliva, jamón o lomo al vacío, atún, aceitunas…
Como viajando el “tiempo es oro” lo que sí suelo hacer es llevar ya hecha una primera previsión de comidas y a partir de ella la lista de la compra, para que sea algo rápido al llegar. En algunos países como Polonia o República Checa donde no siempre era evidente el dominio del inglés, la llevábamos incluso traducida al idioma local (¿Os he dicho ya que preparar el viaje forma parte de la diversión?).
El último apartado del equipaje lo dedicamos a objetos que añaden comodidad a nuestro viaje o a la estancia. Estos también están divididos en los de ocio: música, tablet, portátil, lectura, barajas…. con sus accesorios y cargadores; los necesarios: mapas, tarjetas, seguros, documentación, reservas… y los prácticos, que van desde una mesa y sillas de camping o unas cadenas, en función del destino y época, a unas gafas de sol, herramientas, transformador para los cargadores en el mechero del coche, nevera eléctrica…. Y toda una serie de objetos que también vamos adaptando a cada viaje.
Terminamos con lo imprescindible, lo más importante, lo que permanece en todas las listas sea cual sea el destino y tipo de viaje: nuestra inseparable cámara de fotos. Sin ella no saldría de casa.
Eso y un montón de ilusión, planes y expectativas nunca deben faltar en un buen viaje.