Caminando de nuevo hacia Santiago

Se dice que “nunca segundas partes fueron buenas”.

Esta expresión, habitualmente aplicada al cine, teatros, libros… ha sido desmentida muchas veces con creaciones que han igualado e incluso superado a la anterior.

En el mundo del viajero, sobre todo cuando hablamos de viajes a un entorno natural o viajes que suponen una vivencia (y esto es aplicable a casi todos), esta expresión no tiene ninguna validez.

Son muchos los destinos que hemos vuelto a visitar a lo largo de nuestra vida viajera y cada vez, al volver, hemos obtenido de ellos algo único y especial. Cada visita a un lugar aporta una nueva luz y una nueva experiencia, porque viajar no es solo visitar lugares, recorrer museos y adquirir conocimientos. Todo esto se consigue, sí, pero de regalo nos llevamos un nuevo atardecer, una tarde de tormenta, una anécdota vivida con personas diferentes…. Nada es repetido en este “viajar con los sentidos y las emociones” en este “vivir viajando”.

Escribía sobre mi primer “Camino de Santiago” que más que un viaje fue una experiencia. Hace tan solo unas semanas volví a recorrer el Camino desde Sarria a Santiago de Compostela y al finalizarlo solo puedo reiterarme en aquella afirmación, añadiendo además que la experiencia va enriqueciéndose con cada nuevo camino.

En aquella ocasión emprendíamos la aventura Javier y yo junto a 12 compañeros de profesión a los que no conocíamos por trabajar en diferentes ubicaciones de la península, esta vez con mis hijos y sus familias. Nueve adultos de diferentes edades, pero con la misma ilusión. El Camino nos ha brindado la oportunidad de aportar nuestras diferentes valías para conseguir un resultado común único, una experiencia imborrable que cada cual atesorará a su manera.

Para nosotros ha sido una mezcla entre descubrir y revivir muy emocionante. Un poner a prueba el paso intermedio de los años para descubrir que estaba a nuestro alcance superarla e incluso mejorarla.

Mil gracias a todos los acompañantes de nuestro camino por hacerlo tan especial.

POR DONDE COMENZAR

Decididos a vivir esta experiencia, nueva para todos excepto para nosotros dos, comencé a planificar las etapas. Esto me permitiría poder reservar alojamientos. Pero antes establecimos algunas ideas iniciales.

Estábamos todos de acuerdo en dulcificar un poco el Camino, pero sin convertirlo en un simple viaje de ocio, para ello decidimos hacer un par de cambios respecto a la vez anterior:

  1. Llevaríamos una mochila reducida en tamaño y peso con lo esencial de la jornada y una única muda de ropa. El resto permanecería en los coches de apoyo.
  2. Usaríamos dos coches, los mismos que nos llevarían hasta Sarria desde Alicante, para ir adelantando cada día de un alojamiento al siguiente, cargados con el equipaje. Podrían servir en caso de lesión, pero no fue necesario ya que todos conseguimos superar las etapas caminando.
  3. Nos alojaríamos en hostales, hoteles o casas de alquiler para disponer de habitaciones y baño privados, asegurándonos el descanso. Pero esos alojamientos estarían en los lugares donde termináramos e iniciáramos las etapas, negándonos a trasladarnos a un hotel turístico de mayor calidad. Puedo decir que, aún con esta premisa, los alojamientos resultaron estupendos.

 

ETAPAS

De nuestro primer camino recordaba como muy dura la etapa Palas de Rey-Arzúa por su longitud y porque una parada en Melide para probar el pulpo la alargó de modo desmedido. Con eso en mente y sabiendo que teníamos tiempo disponible, decidí partir esa etapa y modificarlas un poco para igualarlas, alargando un día nuestro camino.

Finalmente quedaron así:

  • 1º: Sarria-Portomarín: 21,2 Km
  • 2º: Portomarín-Lestedo: 19,2 Km
  • 3º: Lestedo-Melide: 19,3 Km
  • 4º: Melide-Arzúa: 14,1 Km
  • 5º: Arzúa- O Pedrouzo: 19,2 Km
  • 6º: O Pedrouzo-Santiago de Compostela: 19,3 Km

 

ALOJAMIENTOS

Los alojamientos, reservados con meses de antelación, fueron:

Teníamos cinco habitaciones dobles con baño, algunas de ellas con un pequeño balcón. La ubicación frente al río en una calle peatonal con terrazas es muy agradable. Es un lugar confortable y nuestra única pega es que no dispusiera de una sala común, como suelen tener los albergues, porque es agradable poder reunirnos para jugar, charlar o tomar algo. No tiene aparcamiento, pero lo conseguimos en la calle muy cercana.

 

Teníamos tres habitaciones dobles y una triple, todas con baño, algunas de ellas con una pequeña terraza. La ubicación frente al embalse, justo al lado del albergue con el que comparte nombre y en el que nos alojamos la vez anterior, ofrece vistas espectaculares y mucha luz. Además, todas las habitaciones disponen de aire acondicionado.

Nos permitieron usar la sala de desayuno y su terraza para pasar la tarde de ocio y descanso, haciendo nuestra estancia muy agradable.

Hicimos uso del servicio de lavandería que marcó un hábito a seguir cada tarde durante todo el camino. No tiene parking, pero de nuevo pudimos aparcar en la calle, muy cerca.

 

Esta estancia fue sin duda alguna uno de los momentos más especiales del viaje. Desde que pusimos un pie en este alojamiento nos sentimos, no solo como en casa, sino mimados, acogidos y muy cómodos. Situado en el campo casi en medio de la nada, pero junto al Camino, nos brindó tranquilidad y descanso, así como buenas comidas y muy buen vino.

Una vez más teníamos tres habitaciones dobles y una triple, todas con baño. Además hay una sala común con sofás y chimenea, una pequeña biblioteca, jardín…y muchos rincones en los que pasar la tarde.

 

Es un coqueto alojamiento justo en el centro de la ciudad que ocupamos por completo. Muy nuevo y muy bien decorado.

Dispone de 4 habitaciones dobles y una individual. Aunque no tiene sala común, al disponer del hostal entero para nosotros, podíamos reunirnos en el hall.

De Melide hay que nombrar también el restaurante Casa Alongos lugar donde comimos y cenamos. Merece la pena por su agradable entorno, la amabilidad de sus propietarios y la buena comida acompañada de precios muy razonables.

 

Es el hotel más grande en el que estuvimos, ocupando cinco espaciosas habitaciones dobles, todas con baño y aire acondicionado. Está ubicado en la calle principal de Arzúa y, aunque tiene parking propio de pago, aparcamos sin dificultad en la puerta.

Nos permitieron ocupar algunas mesas de la sala en la que sirven desayuno para pasar la tarde y nos facilitaron un picnic porque el desayuno estaba incluido, pero nosotros no podríamos disfrutarlo al ponernos en marcha antes de que se iniciase el horario de ese servicio.

 

Este alojamiento consistió en dos apartamentos, uno con capacidad para cuatro personas y otro contiguo para cinco, ambos con dos baños. Están ubicados en la planta baja de un chalet atendido por sus propietarios. Quizá fue el alojamiento más sencillo, menos moderno en su decoración, pero limpio y muy correcto.

De agradecer el jardín con una enorme mesa en la que pudimos cenar todos juntos al aire libre acompañados de la simpática Becky, la perrita de los dueños.

 

Este alojamiento fue el más caro del viaje, entre otras cosas porque para albergar a nuestro grupo necesitamos tres apartamentos, de 4, 3 y 2 personas respectivamente. Permanecimos dos noches en ellos como descanso y guinda al camino y fue una estancia muy agradable ya que los apartamentos están muy nuevos, bien decorados y tienen un equipamiento muy completo que incluye lavadora-secadora y lavavajillas con sus correspondientes detergentes, además de aire acondicionado y, lo que es mejor para mí, cafetera con cápsulas de diferentes tipos a nuestra disposición.

Fue el único alojamiento en el que contratamos parking porque está en una calle semipeatonal muy cerca del casco antiguo y no es fácil aparcar en las proximidades.

Está muy bien ubicado ya que esa calle es la entrada en Santiago del Camino Francés por el que llegamos. A todas horas veíamos llegar nuevos peregrinos.

Todos los alojamientos los reservamos a través de Booking pero en algunos casos fue necesario contactar directamente para hacer algún cambio, pedir entrada anticipada o alguna otra cosa y en todos ellos fuimos atendidos con amabilidad y buena disposición a facilitarnos el peregrinaje.

 

ORGANIZACIÓN DE LAS JORNADAS

El plan diario de las etapas de camino siguió un esquema similar que quedó establecido desde el primer día.

Salida:

  • Nos levantábamos a las 5 para ponernos en marcha a las 6. Hicimos una excepción en la última jornada levantándonos a las 4 con salida a las 5 para poder llegar sin prisas a la misa de peregrinos.
  • El ritual antes de partir consistía en: untarse los pies con crema barrera tipo Nutracell antes de ponerse los calcetines, desayunar cada uno en su habitación algo sencillo adaptándose a los gustos personales (leche vegetal, de vaca o zumo, con una barrita energética o frutos secos), dejar las maletas en el coche, hacer los estiramientos y ponerse en marcha, la mayor parte de los días con los frontales encendidos y el polar puesto.

 

Durante la etapa: ¡Buen Camino!

  • Cada cual llevaba en su mochila algunas barritas energéticas y el agua pero, además, repartidos entre todos, frutos secos, chocolate y/o plátanos.
  • Aproximadamente a las dos horas de partir hacíamos un descanso para almorzar con buen apetito. Pronto las tostadas pasaron a estar acompañadas por un picho de tortilla de patata y comenzó la elección de la “mejor tortilla del camino”. De aquí surgió la idea de realizar a nuestro regreso un concurso de tortillas de patata entre todos nosotros.
  • Además de esa parada fija realizábamos ocasionalmente alguna parada técnica o de descanso para reagruparnos, pero mucho más corta.
  • Las etapas daban pie a risas, juegos, canciones, ayuda mutua cuando el cansancio o los dolores aparecían, incluso para ayudar a otros caminantes.
  • Cada día nos hacíamos la foto oficial en un “mojón” elegido al azar.
  • La llegada al alojamiento de cada día nunca fue más tarde de las 12:30, algunos días incluso antes. Los hoteles no siempre tenían las habitaciones disponibles y en un par de ocasiones hubo que esperar, pero no mucho, se esforzaban por alojarnos cuando antes.
  • Sellar la credencial no era algo que nos preocupara en exceso, pero sí lo hicimos en cada alojamiento, iglesia y cafetería que visitamos, cuidábamos tener al menos dos o tres cada día.

Llegada:

Normalmente al llegar al hotel, y después de los estiramientos y duchas, íbamos a traer el coche que habíamos dejado en el pueblo anterior para poder disponer de las maletas (aunque siempre traíamos una muda en la mochila). Lo siguiente era ir a comer en el lugar que tuviéramos reservado. En esas comidas, el brindis por haber superado la etapa de cada día se convirtió en tradición.

La tarde se repartía en diferentes tareas y entretenimientos: lavar la ropa, adelantar un coche para el día siguiente y reservar el restaurante de destino*, hacer la compra para la cena (el desayuno lo trajimos desde casa en el coche) y, finalmente, el tiempo sobrante (si lo había) se empleaba en juegos de mesa, pintura, lectura…

Terminaba la jornada con la cena, normalmente ligera, y marchando pronto a dormir, preparándonos así para el madrugón del día siguiente.

 

*El sistema de los coches de apoyo era cada tarde salir con los dos coches al siguiente destino para dejar allí uno de ellos y traer de vuelta el otro, en el que dejaríamos al día siguiente las maletas. Cuando llegáramos caminando al lugar en el que habíamos dejado el coche ayer, vendríamos a por el segundo (y las maletas). Repitiendo este proceso cada tarde. El viaje se aprovechaba para reservar mesa en algún restaurante y evitar tener dificultades para comer juntos siendo un grupo tan numeroso. Funcionó muy bien.

 

ORGANIZACIÓN LOGÍSTICA

Semanas antes, entre muchas risas, elaboramos un reparto de responsabilidades y tareas (aunque finalmente termináramos haciendo un poco de todo). El reparto fue:

  1. Alojamientos: persona encargada de contactar, mediar, etc.…, en este caso yo porque era quien había reservado.
  2. Coches: dos personas se encargarían cada día de llevarlos y traerlos, aunque fueron relevados en algunos viajes para darles un descanso.
  3. Provisiones: dos personas se responsabilizarían de hacer la compra para las cenas, aunque luego íbamos casi todos porque era más divertido elegir.
  4. Estiramientos: Dos personas se encargarían de informarse e informarnos sobre los estiramientos convenientes, dirigiéndolos cada día.
  5. Contabilidad: Dos personas llevarían las cuentas de gastos comunes en un Excel compartido en el que todos colaborábamos.

Con esto quedaron repartidas las responsabilidades incluyendo a todos sin que nadie quedara excluido.

Todo quedó recogido en una presentación que incluía unas simpáticas normas básicas de convivencia:

  • Buen humor
  • Ayuda mutua
  • Al mal tiempo buena cara
  • No es una competición, cada cual a su ritmo.
  • Comemos lo que vayamos encontrando, lo importante es tener energía.
  • Si alguien necesita ir en coche un trayecto no pasa nada, al día siguiente continúa.
  • Necesario dormir temprano y madrugar mucho.
  • Se puede llorar al llegar a la plaza del Obradoiro, incluso abrazarse de emoción.
  • No es obligatorio, pero sería bonito ir juntos a la misa de Peregrinos en la Catedral a nuestra llegada.

 

UN EQUIPO IMPLICADO PREPARANDO LA PARTIDA

Decidimos hacernos una camiseta que diferenciara a nuestro grupo. Nuestra diseñadora particular Isa, se encargó de diseñar un bonito logo que nuestros técnicos Andrea y Javi digitalizaron. Luego Javier y yo las encargamos y Bego las recogió en la fábrica. También se encargó de recoger las credenciales en la Asociación de Amigos del Camino.

Nuestra peregrina cocinera Mati nos deleitó con empanadillas, galletas y otros manjares.

Por último, pero no menos importante, estuvo la puesta a punto de los coches a cargo de Carlos y Javier y el abastecimiento de víveres para los desayunos. Para no fallar en la elección de las barritas, los frutos secos y las bebidas, realizamos dos encuestas en WhatsApp que los jóvenes se encargaron de interpretar y trasladar a lista de la compra.

De este modo, entre todos, partimos con los deberes bien hechos.

Llovían los mensajes al móvil y compartíamos sin cesar enlaces de zapatillas, ropa deportiva, cremas anti-rozaduras y listados de equipajes entre los que destacará como básicos algunos elementos:

  • Frontal
  • Botella para agua
  • Mochila mediana
  • Palos
  • Gorra o sombrero
  • Impermeable
  • Polar
  • Camisetas transpirables de manga corta
  • Pantalón cómodo o mallas cortas y/o largas.
  • Calcetines de senderismo
  • Zapatillas de senderismo usadas
  • Sandalias
  • Ropa interior cómoda de secado rápido

 

  • Crema Nutracell o similar
  • Crema de protección solar y cacao
  • Antinflamatorios
  • Rodillera-venda elástica.
  • Bolsa para hacer hielo.
  • Botiquín básico (desinfectante, tiritas tipo compeed, gasas…)
  • Loción mentolada para descanso de los pies y piernas.

 

  • Entretenimientos para las tardes: Juegos de mesa, pinturas, ordenador….

 

Todavía hoy, a nuestro regreso, seguimos compartiendo fotos, anécdotas, risas, pero también pequeños detalles que nos lo recuerdan, como este relato, las láminas pintadas por Isa y los preciosos muñequitos peregrinos que está tejiendo Mati.

 

HISTORIAS DEL CAMINO

Ya en casa y mirando hacia esos días pasados miles de recuerdos se agolpan en mi mente. Unos graciosos, otros menos, pero todos formando parte de una experiencia para no olvidar.

Cierto es que la enorme afluencia de peregrinos en el mes de agosto y en estas últimas etapas del Camino Francés, que suelen ser las más concurridas, hicieron en ocasiones que perdiera un poco el sentir de peregrino para verme metida en una romería popular. Pero, el cambiar alguna etapa respecto a las tradicionales nos facilitó algún tramo o momento más especial. En este sentido recuerdo con especial cariño la llegada en solitario a Palas de Rei. Entramos en su pequeña iglesia, iluminada todavía con focos anaranjados porque no había amanecido, y escuchamos las notas de un órgano sonando en la vacía estancia. El párroco se acercó amablemente a sellar nuestras credenciales y salimos de allí con la sensación de haber vivido uno de los momentos más auténticos de este peregrinaje, saliéndonos un poco del ruido y el normalmente abarrotado sendero.

Una cosa habitual es ir encariñándose, creando un cierto vínculo, con las personas con las que vas coincidiendo día a día. Poco a poco pasan a tener un término que las identifica entre nosotros. Así teníamos a los profes, a las chicas cordobesas, al perro que hacía el camino junto a sus dueños con credencial propia y el que llevaba su propia mochila, a la chica de Alcoi que caminaba sola ese día por lesión de su compañera, al que se cayó y tuvimos que curar con nuestro botiquín de mochila, a la familia con sus dos hijos, a los que cantaban cumpleaños feliz en un bar de descanso… y así podría seguir un buen rato. Todos ellos han formado parte de nuestro Camino. Fue bonito reencontrarles en Santiago. Unos en la misma plaza compartiendo la llegada, otros en la oficina del Peregrino recogiendo la Compostelana, otros en una terraza, un bar o paseando. Es como si secretamente compartiéramos una experiencia que nos unía entre nosotros y nos diferenciaba del resto de turistas. De algún modo recordándome al saludo entre camioneros, motoristas o autocaravanistas que se cruzan en la ruta.

Están también en mis recuerdos Miguel, el encargado del Rectoral de Lestedo, que no sólo nos atendió como a reyes, sino que nos entretuvo con sus interesantes historias de vida. También los dueños del restaurante Casa Alongos de Melide que nos permitieron reservar mesa para los 9 en la comida y en la cena a pesar de tener el local a tope por ser las fiestas patronales.

Un personaje peculiar que todavía despierta en nosotros una sonrisa fue el vendedor de la primera tienda a la que entramos durante la primera etapa para sellar la credencial. Nos tuvo allí media hora contando, explicando, aconsejando y enredándonos para conseguir vendernos una concha de peregrino a cada familia ¡Y lo consiguió con gracia! Se quejaba de los peregrinos que sólo van a por el sello y con prisas.

También vienen a mi mente momentos especiales como los juegos sin sentido que nos mantenían entretenidos durante largo tiempo, las canciones de la época de los dinosaurios, la canción I Follow Rivers que nos pusieron los jóvenes en el móvil para motivar la marcha y el momento estelar de cantar a Carlos cumpleaños feliz por dos veces, la primera al comenzar el día, todavía en la oscuridad de los campos y la segunda, nada más y nada menos que a nuestra llegada en la Plaza del Obradoiro.

Quedan también en el recuerdo lugares y paisajes, especialmente los amaneceres y neblinas que nos acompañaron cada mañana dando mayor encanto a la ruta.

Las empinadas cuestas de subida o bajada tampoco las olvidaremos, pero seguramente en nuestros recuerdos se ven ahora más suaves porque como dice el dicho popular, el tiempo todo lo endulza. Pueblitos, puentes, cañadas, vacas, caballos y ovejas. Todo en nuestras retinas y quizá en alguna de las poquitas fotos que pudimos hacer por no perder el ritmo de nuestro caminar.

Todo forma parte de unos bellos recuerdos que atesorar.

 

DECEPCIÓN-QUEJA-SUGERENCIA A LA OFICINA DEL PEREGRINO DE LA CATEDRAL DE SANTIAGO

El día 15 de agosto partimos a las 5 de la mañana de O Pedrouzo con la ilusión de llegar a la Plaza del Obradorio y poder entrar en la Catedral para asistir a la misa de peregrinos. Hicimos el esfuerzo, a pesar de las lesiones y cansancios, con la motivación de vivir el momento con cierta autenticidad.

Pero a pesar de llegar con una hora de adelanto, la felicidad de la llegada y final del camino pronto se truncó y cambió a decepción.

La entrada principal por la que accedíamos a la catedral hace unos años (en mi primer Camino de Santiago) ya no está abierta. Una pena, pero aceptamos que sus motivos habrá y nos vamos, tal como nos indican, a la puerta lateral.

Cuando llegamos nos encontramos con una enorme cola compuesta por gente arregladísima con sus mejores galas, grupos guiados de turistas, familias… y, de vez en cuando, rompiendo la imagen de formalidad y dando colorido y vida, algún grupo de peregrinos cargados de mochilas, con camisetas distintivas (aunque a los peregrinos se nos reconoce a la legua), cantando, felices por estar ya ahí.

Pero la cola no se mueve. Por ello vamos a preguntar y descubrimos dos cosas en orden inadecuado, la verdad. La primera, que las mochilas ya no se pueden entrar y que para dejarlas hay una tienda justo enfrente que te las guarda previo pago. Nos disponemos a hacerlo y, después de pagar por ello, descubrimos la segunda y lapidaria información: La catedral está ya completa y nadie más puede acceder a misa. ¡¿Cómo??!!! ¿Pero no es la misa de peregrinos? ¿Y los peregrinos nos quedamos en la calle? No entendemos nada.

Fue el peor momento del Camino y desde aquí invito a los responsables de la Catedral a reconsiderar el trato dispensado al peregrino. En mi opinión, ya que disponemos de una credencial que nos acredita, que hace su papel en los albergues públicos y es esencial para obtener la Compostelana… ¿Por qué no se usa también para dar prioridad a los peregrinos que acudan con ella fechada en ese día para acceder al templo? Podrían tener un acceso diferenciado con control propio, un aforo para ellos, aunque un tiempo antes de la misa se completara con el resto de asistentes… No sé, habrá mil maneras que mentes más lúcidas que la mía podrán idear, pero no se puede dejar al peregrino que llega caminando cansado y polvoriento en la calle, negándole al acceso al lugar que ha sido su meta durante días y kilómetros.

4 respuestas a «Caminando de nuevo hacia Santiago»

  1. Precioso relato, me hace revivir y disfrutar de nuevo esos momentos compartidos! Añado a esos brindis del camino: ¡Por un nuevo camino juntos muy pronto!

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